jueves, 4 de octubre de 2018


¿QUÉ ES EL ARREPENTIMIENTO Y ES ÉSTE NECESARIO PARA LA SALVACIÓN?


Muchos entienden el término “arrepentimiento” como “volverse del pecado”. Esta no es la definición bíblica del arrepentimiento. En la Biblia, la palabra “arrepentirse” significa “cambiar tu mente.” La Biblia también nos dice que el verdadero arrepentimiento tendrá como resultado un cambio de conducta (Lucas 3:8-14; Hechos 3:19). Hechos 26:20 declara, “sino que anuncié......, que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento.” La total definición bíblica del arrepentimiento, es cambiar de mentalidad, mismo que resulta en un cambio de acciones y actitudes.

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¿Cuál es entonces la conexión entre el arrepentimiento y la salvación? El Libro de Los Hechos parece enfocarse especialmente en el arrepentimiento con respecto a la salvación. (Hechos 2:38; 3:19; 11:18; 17:30; 20:21; 26:20). El arrepentimiento, relacionado con la salvación, es cambiar tu parecer respecto a Jesucristo. En el sermón de Pedro en el día de Pentecostés (Hechos capítulo 2), él concluye con un llamado a la gente a arrepentirse (Hechos 2:38). ¿Arrepentirse de qué? Pedro está llamando a la gente que rechazaba a Jesús (Hechos 2:36), para que cambiaran su idea acerca de Él, que reconocieran que Él es verdaderamente “Señor y Cristo” (Hechos 2:36). Pedro está exhortando a la gente a cambiar su mentalidad del rechazo a Cristo como el Mesías, a la fe en Él como Mesías y Salvador.
El arrepentimiento y la fe pueden ser entendidos como “dos lados de la misma moneda.” Es imposible poner tu fe en Jesucristo como el Salvador, sin primeramente cambiar tu mentalidad acerca de quién es Él, y lo que Él ha hecho. Ya sea el arrepentirse de un rechazo obstinado, o arrepentirse de ignorancia y desinterés – es un cambio de mentalidad. El arrepentimiento bíblico, en relación con la salvación, es cambiar tu mentalidad del rechazo a Cristo a la fe en Cristo.
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Es crucialmente importante que entendamos que el arrepentimiento no es una obra que hagamos para ganar la salvación. Nadie puede arrepentirse y venir a Dios, a menos que Dios atraiga a esa persona hacia Él (Juan 6:44). Hechos 5:31 y 11:17 indican que el arrepentimiento es algo que da Dios – sólo es posible por Su gracia. Nadie puede arrepentirse a menos que Dios le conceda el arrepentimiento. Toda la salvación, incluyendo el arrepentimiento y la fe, es el resultado de Dios acercándonos, abriendo nuestros ojos, y cambiando nuestros corazones. La paciencia de Dios nos conduce al arrepentimiento (2 Pedro 3:9), como lo hace Su bondad (Romanos 2:4).
Mientras que el arrepentimiento no es una obra que gana la salvación, el arrepentimiento para salvación da como resultado las obras. Es imposible verdadera y totalmente cambiar tu mentalidad sin que esto cause un cambio en tus actos. En la Biblia, el arrepentimiento resulta en un cambio de conducta. Esto es por lo que Juan el Bautista exhortaba a la gente con estas palabras, “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento.” (Mateo 3:8). Una persona que verdaderamente se ha arrepentido de rechazar a Cristo y a la fe en Cristo, lo hará evidente por un cambio en su vida (2 Corintios 5:17; Gálatas 5:19-23; Santiago 2:14-26). El arrepentimiento, propiamente definido, es necesario para la salvación. El arrepentimiento bíblico es cambiar tu parecer acerca de Jesucristo y volverte a Dios en fe para salvación (Hechos 3:19). Volverse del pecado no es la definición del arrepentimiento, pero es uno de los resultados de la fe genuina basada en el arrepentimiento respecto al Señor Jesucristo.


viernes, 28 de septiembre de 2018


“EL PODER SANADOR DE DIOS: OCHO SECRETOS PARA OPERAR EN LOS MILAGROS CREATIVOS” Testimonio del poder sanador

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Nunca olvidaré el momento cuando una niña de 12 años de edad se puso de pie en la plataforma mientras los milagros ocurrían por todo el estadio. El Señor me guió a orar para que se abrieran los oídos sordos. Mientras la presencia y la gloria de Dios llenaban la atmósfera, los oídos que no podían oír se abrían instantáneamente.
Mientras surgían los testimonios, mi equipo trajo a una muchacha a la plataforma. Mientras se acomodaba su largo cabello castaño, quedé asombrado por la imagen. Había nacido sin oídos, sólo tenía dos pequeños orificios a cada lado de su cabeza. Mientras la unción de Dios descendía sobre ella, pudo oír un sonido en sus oídos.
Repentinamente, mientras el Señor realizaba un milagro creativo, se formaban los tímpanos dentro de su cabeza y sus oídos se abrieron por primera vez en su vida. Supe que el milagro no tuvo nada que ver conmigo. Mi participación fue simplemente guiar al pueblo en la adoración, hasta que la gloria descendió y luego Dios hizo el resto. La noche siguiente en México vimos a muchos ser sanos por el poder de Dios, aún varios lisiados.
La comunión y la intimidad nos preparan
Fui testigo del poder sanador de Dios en mi madre cuando tenía 14 años de edad. Pero los años siguientes, no podía comprender por qué no veía esas mismas manifestaciones de poder en la vida diaria de la Iglesia. Estaba cansado de las oraciones sin poder. Cuando oraba por alguien, quería que ocurriera algo, ¡pero no pasaba nada!
Combinado con este sentimiento de frustración había una sed insaciable y un anhelo en mi espíritu por desarrollar una relación más profunda con el Espíritu Santo. En mi vida juvenil ocurrieron dos cosas: Dios agregaba insatisfacción a mi vida acerca del statu quo y llenaba mi corazón con una sed espiritual que me llevó hacia horas de comunión con el Espíritu Santo.
En estos 20 años de aprender a caminar con Dios, aprendí muchas cosas sobre vivir una vida llena del poder del Espíritu. Dios me permitió ver la demostración de su poder miles de veces en las vidas de innumerables personas. Caminar en intimidad con Dios, arraigado profundamente en la Palabra, se convirtió en el fundamento desde el cual pude ver un poder tremendo que se soltó a través de mi vida.
Usted puede comenzar a operar en el Espíritu desde el momento cuando Cristo entra en su corazón. No necesita esperar 20 años para caminar en el poder de Dios. Experimenté muchos encuentros y muchos momentos del poder de Dios durante mis primeros años de cristiano. Esos encuentros me formaron como soy. El tiempo de Dios es perfecto y su preparación es esencial. La preparación no nos da la unción; simplemente nos capacita para cargarla en el largo plazo.
Una cosa que aprendí acerca del poder de Dios y los dones, es que fluyen de su gracia y son activados por fe. Pero siempre debemos recordar que Él es la fuente y por su gracia calificamos para ser partícipes de su gloria celestial. Realmente no tiene nada que ver con nuestro esfuerzo o nuestras obras. Si fuera así, podríamos reclamar algún crédito. Como no es así, Dios se lleva toda la gloria. Esta obra interna profunda sobre nuestro carácter nos arraiga profundamente en Cristo y habilita a Dios para derramar su poder sin medidas sobre nuestras vidas.
Hoy quiero compartir con usted ocho secretos para operar en el poder de los milagros creativos de Dios. Mientras aplicamos estos principios a nuestra vida, creo que podemos ver señales y maravillas soltándose a través de nosotros en nuestra vida diaria.
1. Cultive la presencia de Dios en su vida
La gloria es la fuente de todos los milagros. Cuanto más cultive un ambiente conductivo para el Espíritu Santo, más de la presencia de Dios habrá sobre su vida. Cuanto más de su presencia habite en su vida, más poder tendrá. Se llega a este punto pasando tiempo haciendo lo que sea para que la Persona y la presencia tangible del Espíritu Santo se manifiesten en su vida.

Confiese y arrepiéntase rápidamente por su inclinación hacia el pecado o las tinieblas espirituales. Ore en lenguas con frecuencia. Cúbrase con la sangre de Jesús. Medite en su Palabra. Exprese su adoración al Señor a través de oraciones y canciones. Invite constantemente al Espíritu Santo a estar con usted de una manera tangible, tanto como sea posible. Rechace todas las cosas que lo entristezcan. Verá que mientras su vida se llena de la atmósfera del Espíritu Santo, los milagros, señales y maravillas fluirán naturalmente.
2. Cultive la fe de Dios en su corazón
La verdadera fe sobrenatural fluye desde el espíritu y afecta nuestra mente. No es al revés. La fe desafía la realidad lógica y natural por una realidad espiritual superior. Hace que lo natural se acomode a lo que Dios ya estableció en el espíritu. Debemos vivir en la Palabra y renovar constantemente nuestras mentes.
La fe nace del corazón de la revelación. Cuando el Espíritu Santo revela la verdad a su mente y su corazón por la Palabra, la fe adquiere vida dentro de usted. Juan 8:32 dice: “… y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”. Sumerja su mente y su espíritu en la Palabra de Dios, enfocando su mente permanentemente en ella y la revelación de la verdad producirá una fe sobrenatural en su corazón. Un corazón de fe producto de la revelación de la verdad, es la clave máxima para operar en el poder de Dios.
“Fijemos la mirada en Jesús (fuera de toda distracción), el iniciador (dándonos el principal incentivo para nuestra creencia) y perfeccionador de nuestra fe (llevándolas hacia la madurez y la perfección), quien por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
3. Agregue acción a su fe
Una cosa que debemos comprender acerca del poder de la unción es que viene por una razón y con un propósito específico. Isaías 61:1 dice: “El Espíritu del Señor omnipotente está sobre mí, por cuanto me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a sanar los corazones heridos, a proclamar liberación a los cautivos y libertad a los prisioneros”.
El poder de la unción para sanar y hacer milagros sólo se manifestará si ora para que se sanen los enfermos. Debemos buscar intencionalmente las oportunidades donde el poder de la unción será necesario. La fe sin obras es muerta (Santiago 2:20).
El poder de la unción se entrega para ayudar a otras personas de una manera sobrenatural y en el proceso, revelarles el corazón de Dios y su naturaleza. No se desaliente, enfóquese y persevere. No importa qué ve en lo natural, eleve su visión, conozca y comprenda la voluntad de Dios y su verdad. Permita que la fe del Padre lo mueva hacia la acción. Esta acción soltará el poder de Dios para producir los milagros.
4. Persiga apasionadamente los dones espirituales
1 Corintios 14:1 nos dice que debemos anhelar los dones del Espíritu. A menudo impongo manos sobre mi propio ombligo durante mis tiempos de oración y le pido al Espíritu Santo que agite y manifieste los dones en mí. Los dones espirituales de sanidad, operación de milagros, palabra de conocimiento y el don de fe, son manifestaciones invaluables para el ministerio de milagros.
Si le pide a Dios que los agite, Él lo hará. En griego, los dones del Espíritu se denominan “charisma” y se definen como “dones de gracia, un favor que alguien recibe sin haber hecho méritos para merecerlo” (Strong). Son una manifestación de la gracia de Dios. No puede trabajar o esforzarse para obtenerlos. El Espíritu Santo los entrega con libertad, así como la salvación. Cuanto más los persiga, más los obtendrá. ¡Y puede tenerlos a todos!
5. Practique la oración y el ayuno

Hubo una instancia en la Biblia donde los discípulos no pudieron sanar a un epiléptico en Mateo 17:16. Cuando le preguntaron a Jesús por esto, dijo que la razón era que los discípulos tenían una “fe pequeña”. No fue una pregunta sobre la voluntad de Dios. Tampoco Jesús se enfocó en la fe del niño. Era el nivel de fe en los corazones de los discípulos.
Pero también introduce el elemento de la oración y el ayuno. Existe un lugar en la oración y el ayuno donde su carne y la mente natural se someten a la mente y el corazón de Dios; allí su fe reemplaza nuestra duda. Orar y ayunar ayuda a soltar la fe de Dios dentro de nosotros. Su fe dentro de nosotros produce el milagro, no el ayuno. Ayunar y orar en esta instancia sirve como un pasadizo hacia la plenitud de la fe que existe en el corazón de Dios. Una vez más, no es por nuestras obras, sino por la fe y la gracia extendida hacia nosotros.
6. Aprenda a oír la voz de Dios
Para operar en lo sobrenatural, debemos desarrollar una sensibilidad especial hacia la Persona del Espíritu Santo. Dios no opera con recetas de cocina y no lo hace siempre de la misma manera. Esto puede ser frustrante, pero es cierto. Vemos esto aún en la vida de Jesús. Él vio señales y maravillas constantemente en su vida diaria. Pero nunca oró de la misma manera por todas las personas.
A veces Jesús impuso manos sobre la gente, otras les enseñó a hacer cosas específicas y otras hizo cosas muy inusuales, como escupir formando barro y colocándoselo en los ojos a una persona. Fue muy poco convencional y guiado por el Espíritu. La clave aquí es que sólo hizo lo que vio hacer a su Padre (Juan 5:19).
Esta habilidad para oír y ver las acciones de su Padre celestial surgía del tiempo que pasaba en oración y comunión con Él. Si queremos sensibilizar nuestros ojos y oídos espirituales, debemos ubicarnos en el lugar donde podamos ver y oír a Dios. Esto requerirá pasar tiempo en los “lugares desérticos” para poder establecer toda nuestra mente y corazón en Él. Cuando ejercitamos nuestros sentidos espirituales aprendiendo a oír y no sólo a hablar, seremos guiados por el Espíritu para ver manifestaciones maravillosas de su poder.
7. Asóciese con la unción
Una clave importante para ser elevado hacia otro nivel del poder de Dios, fue aprender que es correcto moverme hacia los lugares donde Él se está moviendo. Algunos dicen: “Bien, si Dios quiere darme algo, puede venir a dármelo justo aquí en mi cuarto. No necesito irme a ningún lado”. Seguro que Dios puede encontrarnos en nuestro propio cuarto y muchas veces lo hace. Sin embargo, eso no niega el hecho que podemos atrapar la unción al estar donde Dios se está moviendo.
Encuentre gente y ministerios que se están moviendo en el poder de Dios y acérquese a ellos. Aprendemos de otros y recibimos una impartición de poder por medio de la asociación. Estos encuentros corporativos con Dios no reemplazan la devoción que expresamos en nuestro lugar privado de oración. Simplemente suman y refuerzan a nuestra relación con Dios. Fui bendecido por poder asociarme y unirme a algunas de las personas más ungidas sobre la tierra hoy. Esa amistad no sólo agitó mi fe, desató una transferencia de sabiduría, revelación y poder hacia mi propia vida y ministerio.
El compañerismo ungido es crucial para cultivar la unción en su vida. Esa comunión puede ocurrir compartiendo una taza de café o por oír enseñanzas ungidas por CD o videos, así como adorando juntos en una reunión.
Asóciese con el poder de Dios moviéndose hacia donde Él está.
8. Sea motivado por el amor
Un factor que considero el más crucial de todos y quizá el ingrediente más olvidado, es el amor. Jesús tuvo compasión y sanó a los enfermos (Mateo 14:14). No tendremos poder si el amor de Dios no se derrama en nuestros corazones. El amor debe ser el fundamento de todo lo que hacemos. Debe ser el fundamento para nuestro deseo de poder espiritual. Sin amor, el poder nos guiará hacia el orgullo y a la auto promoción. Realmente, sin el amor de Dios en nuestros corazones por la gente, el poder es vacío (1 Corintios 13:2).
El amor es la mayor manifestación del poder de Dios. Por amor Jesús caminó en obediencia total. Por amor el poder del pecado y satanás fueron derrotados. Por amor entregamos nuestras vidas unos por otros. El amor es lo que motiva nuestra fe (Gálatas 5:6).
El amor es lo que nos lleva a vivir en el Espíritu. El amor es la mayor virtud de todas. Sin fe no podemos agradar a Dios. Pero sin amor, no podremos conocerlo en lo absoluto. El amor lleno de verdad es el arma más poderosa contra el pecado, la tentación, las ofensas, la desunión, la enfermedad, la opresión, la corrupción espiritual y la muerte. El amor lo conquista todo.
Mientras aplica estos principios a su vida y camina con Dios, espere ver su poder glorioso y su unción desatándose en y a través de usted. ¡Allí afuera hay alguien que espera por su milagro!