HE ESTADO
OBSERVANDO DETENIDAMENTE UNA CLAVE, QUE TIENE QUE VER CON EL MOTIVO DE TANTA
AFLICCIÓN, AMARGURA, DEPRESIÓN Y DESESPERACIÓN EN ALGUNAS PERSONAS; INCLUYO
ESPECIALMENTE A LOS CRISTIANOS QUE VIVEN FRUSTRACIONES Y ESCASEZ DE LOGROS EN
LA VIDA.
Dios me ha estado guiando a entender que se debe al
hecho de que no saben elegir prioridades. Tanto la gente del mundo como la de
la iglesia, tiene problemas para ordenar, dividir y discernir entre las cosas
importantes y las menos importantes.
Cuando las personas se consagran y dedican su
tiempo, sus emociones, su fuerza y su dinero, a lo que no es importante, el
resultado es frustración, amargura, tristeza e impotencia. Pero hay una
respuesta simple y es que debemos saber cuáles son las cosas importantes en nuestras
vidas. ¿Qué es lo importante y qué es lo secundario? ¡Lamentablemente hay una
cantidad de personas que se dedican a lo secundario!
un joven de 22 años que conoció el evangelio cuando
era un niño; llegó a la iglesia con un cáncer que le estaba robando la vida,
estaba casi destruido. ¡Oramos por él y el cáncer desapareció! Este chico se
fue sano,
PERO NUNCA MÁS VOLVIÓ A LA
IGLESIA, NUNCA MÁS LE DIO LA PRIORIDAD A DIOS, Y AHORA VOLVIÓ CON EL CÁNCER
DISEMINADO POR TODO EL CUERPO. Le pregunté: “¿Quieres que Dios te
sane?” “Si”, me contestó. Le pregunté luego: “¿Tú mereces que Dios te sane?”
“Si”, dice él. Para hacérsela suave le dije: “Ni vos ni yo merecemos que Dios
nos conceda ese favor. Pero oramos apelando a su gracia y a su misericordia”.
Qué duro es que una persona reciba una sanidad de parte de Dios, tan evidente y
no tenga dos dedos de frente para darle la prioridad a Dios en su vida, y
decirle: “Aquí estoy, ¡tú eres mi prioridad para toda mi vida!”
También, recientemente una hermana que se casó con
un hombre que tiene serios problemas mentales. Esta hermana, habiendo conocido
a Dios en nuestra iglesia, se fue a la iglesia “Pare de sufrir”, donde le
revelaron que tenía que casarse con ese hombre. ¡Hay algunas cosas para las que
no necesitamos revelación! Por ejemplo, yo sé que no hay que mentir y no
necesito que venga un ángel del cielo y me diga: “No mentirás”. Le dije que si
me hubiera preguntado, y no necesito revelación para esos casos, le hubiera
dicho que no se case con ese hombre. Y ella me dice: “Pastor, yo sabía que
usted me hubiera dicho que no”. ¡Pero igual se fue a pedir revelación a otro
lado! La gente no sabe dónde está la voluntad de Dios, y está muy ocupada en
cosas que no son su voluntad.
PROBLEMAS ETERNOS VS. PROBLEMAS
TEMPORALES
Dios me ha
dado una estrategia para compartir con ustedes. Lo primero es hacer una lista
de todos tus problemas y preocupaciones temporales; ellas son las momentáneas y
pasajeras. Y lo segundo, debemos hacer una lista de nuestras ocupaciones
eternas, de aquello que tiene que ver con lo invisible, como dice el apóstol
Pablo en 2ª Corintios 4:18: “no mirando nosotros las cosas que se ven, sino en
las que no se ven; porque las que se ven son temporales, pero las que no se ven
son eternas.” (Versión La Biblia Textual).
Si
observamos las oraciones de los creyentes, advertimos que son
peticiones por trabajo, sanidad,
bendición, pagar las deudas, tener para comer, entre otras. ¡La
ocupación del común de la gente es lo temporal! Cuando te ocupas de lo
temporal, quedas atrapado en lo temporal. Muchos
creyentes no saben cuál es la voluntad de Dios para su vida, se quedan
mirando y dicen: “Bueno… cuidar a mi familia”; otros dicen: “¡Que me
porte bien y haga todo el bien que pueda!” “Servir a Cristo”, dicen
otros, y creen que zafaron. Pero cuando les pregunto: “Pero, ¿servir a Cristo
en qué?” ¡Ahí empiezan a dudar! O sea que de la lista de los asuntos invisibles
y eternos no sabemos mucho, pero
después lloramos reclamándole a Dios por qué no nos pagó la deuda por la que le
pedimos. “Pastor, Dios no me escucha, le he pedido de mil maneras que me pague
la deuda, hasta ayuné. ¿Qué hago?” Si Dios no te ha dicho qué hacer,
¿qué quieres que te diga yo? Si te dedicas primero a los amigos, perderás tu
familia. Quizás le has dado todo a tu hijo pero no le has dado un padre y un
amigo, entonces él te rechaza y no quiere hablar contigo. Quizás crees que has
sido un padre ejemplar porque le has dado todo, ¡pero él ha tenido que salir a
buscar padre! ¡Tuvo que hacerse amigo de la gente de la calle porque necesitaba
un modelo y no lo encontró en ti! Cambiar las prioridades produce trastorno y
frustración. Tú crees que comer es importante, pero no lo es; la comida es
temporal, ¡va directo a las cloacas! ¡Tu
preocupación no debe ser la comida! Lo que normalmente te aflige, no te debiera
afligir, porque es temporal; sólo lo eterno te llena de fe, esperanza y paz. Tu
cónyuge también es temporal, en la eternidad ya no estarás casado.
Atendí a una persona angustiadísima porque se le
han pasado los años y sus hijos no están en la iglesia, se le han ido al mundo.
Le pregunté: “¿Qué hiciste de tu vida?” Me respondió: “Es que yo me sujeté a mi
esposo y dejé de venir a la iglesia porque él me lo prohibió”. Le contesté: “¡Te
quedaste en tu casa y perdiste a tus hijos! ¡Estás lejos de Dios, estás débil y
te cuesta orar!” No conocer las prioridades es perder la vida. Evidentemente tu
esposo no es importante, en relación a lo verdaderamente importante. No es que
estoy en contra de la familia, sino que me estoy refiriendo a aquellos que
tienen como excusa la familia, para no hacer la voluntad de Dios, y por lo
tanto desconocen el propósito de Dios para sus vidas. He escuchado a padres
decir: “Mi hijo es tan inquieto… y como no lo puedo mantener un minuto quieto
en la iglesia, ¡no vengo!” ¿Le das prioridad a tu hijo y te alejas de la
iglesia, alejándote también de Cristo? Pastor,
dice la Biblia: “Dios primero, la familia en segundo lugar y después el
servicio”. ¿Dónde está ese pasaje de la Biblia? Yo encontré otra cosa en Mateo
capítulo 12, versículo 46 y siguientes: “Mientras El aún estaba hablando a las
multitudes, he aquí su madre y sus hermanos estaban fuera y procuraban
hablarle. Y alguien le dijo: Mira, tu madre (que no era cualquiera, era la
virgen María o sea la ex virgen María) y tus hermanos están fuera y procuran
hablar contigo. Pero El, respondiendo al que le hablaba, dijo: ¿Quién es mi
madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo sus manos sobre sus
discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo el que haga la
voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, y hermana, y madre” (Versión
La Biblia Textual)
Entonces, ¿cuál es la prioridad? Según Cristo, la
prioridad de tu vida en cuanto a familia, son los que hacen la voluntad del
Padre Celestial. ¿O será que eso era para él nomás? Sus discípulos le
preguntaron: “He aquí, nosotros hemos dejado todo y te hemos seguido. ¿Qué pues
tendremos? (Mateo 19:27, Versión La Biblia Textual). Pedro dejó su barca, no es
que dejó la esposa, sino que le dio prioridad al llamado de Dios. En la biblia,
primero es Dios, y segundo es su voluntad, es decir, el servicio. La idea de que primero es Dios, después la
familia y después el servicio, se inventó en una materia ética cristiana. Pero
ojo, pues están aquellos que ponen como excusa el servicio, porque detestan la
familia. ¡Esta clase de gente también tiene las prioridades dadas vuelta! El
punto es que Jesucristo dijo: “Buscad, pues, primeramente el reino y la justicia
de El, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:33, Versión La Biblia
Textual).
Quizás estás diez años angustiado y llorando, has
dejado de servir a Dios porque tu marido te dejó y dices: “Si mi marido no
vuelve, no puedo servir a Dios”. Pero yo te digo que si sirvieras a Dios, ¡Él
te hubiera devuelto a tu marido! ¡Busca primero el reino de Dios y su justicia
y las demás cosas te vendrán por añadidura! Dios traerá tu marido y lo pondrá
humillado a tu lado, por haber oído a Dios y por haberle obedecido. Ni las
deudas, ni el trabajo, ni el dinero, nada debe ser una prioridad que te quite
las ganas de servir a Dios. ¡Debes renunciar a lo secundario y consagrarte a lo
primario! Haz una lista de todo lo que es temporal y otra lista de todo lo que
es eterno, y empieza a tildar qué es importante y qué no es importante. Cuando
llegues al cielo, no te van a preguntar: “¿Qué te impidió servir a Dios?” Lo
único que te va a salvar es si hiciste la voluntad de Dios o no. Muchos dirán,
“Señor, Señor…” pero no todos entrarán en el reino de los cielos, porque
solamente irán los que hacen la voluntad de Dios. ¡La voluntad de Dios es
esencial! ¿Le diste de comer a los necesitados? “¡Ah, no…! Es que tenía tanto
trabajo con mi hijo que estaba en la universidad… ¡mi marido era exigente! Le
tenía que lavar la ropa, hacerle el desayuno a la mañana y la cena a la noche,
porque si no, se enojaba”. Y Dios te va a decir: “¡Yo estoy enojado ahora!
¿Cómo vas a poner por excusa a tu familia para no servir a Dios?”
DIOS
NECESITA GENTE DISPUESTA
¿De qué
gente se vale Dios? ¿A qué gente va a respaldar y ungir para hacer su obra, sus
milagros y hacer para la conquista que El está queriendo realizar en el planeta
Tierra? ¿A quién Dios va a usar? ¿A una persona que tiene todo el tiempo
ocupado en las añadiduras? La repuesta es: ¡No! Vivir para las añadiduras es
peligroso, porque significa que estás despreciando las prioridades de Dios, por
lo tanto estás despreciando a Dios mismo. Si eres alguien que a la hora de
llenar las prioridades eternas, no sabes qué poner, si no sabes qué dones
tienes, te aseguro que tienes un problema extraordinario. Me tiene sorprendido
cuando pregunto a algún creyente qué dones tiene y dice que está orando; le
pregunto: ¿Cuánto hace que estás orando? “Diez años”, me contesta. ¡Es que no
estamos entendiendo cuáles son las prioridades de Dios!
Dios tenía con Abraham un plan extraordinario y lo
primero que le dijo fue: “Vete de tu tierra, y de tu parentela y de la casa de
tu padre, a la tierra que te mostraré” (Génesis 12:1, Versión La Biblia
Textual). Pasaron los años y Abraham no tenía parentela; el único pariente que
había venido con él se llamaba Lot, que se había apartado de él yéndose a vivir
a Sodoma y Gomorra. No tenía hijos, sólo siervos en su casa. Dios lo había
bendecido y prosperado porque había sido obediente, tenía de todo, pero no
tenía descendencia. ¡El anhelaba tener descendencia, pero su esposa era
estéril! Y Dios atendió a la angustia y al clamor de Abraham y le dijo: “Te
daré descendencia de tu esposa Sara”. ¡Y Abraham ya de cien años y Sara su
mujer de casi noventa, tuvieron un hijo! ¿Sabes lo qué es tener un hijo a los
cien años no habiendo tenido ninguno en toda la vida? Dice la Biblia que
Abraham amó a ese hijo; ese niño no vino por cualquier capricho, sino por la
promesa de Dios. ¡Dios se lo prometió y se lo dio! Y pasado el tiempo, Dios
llama a Abraham y le dice: “Toma ahora a tu hijo, tu único, a Isaac, a quien
amas, y ve a tierra de Moriah, y tú mismo sacrifícalo allí en holocausto sobre
uno de los montes que Yo te diré”. (Génesis 22:2, Versión La Biblia Textual).
La tierra de Moriah estaba a tres días. Dice la palabra de Dios que Abraham
salió de inmediato rumbo a la tierra de Moriah, no lo pensó un instante, como
hacen algunos, por ejemplo, una chica que recientemente me dijo: “Ahh… pastor
sabe que me gusta este chico, ¿usted qué dice?” Le respondí: “¡No te metas!”
“Bueno pastor, gracias, voy a ayunar y a orar”. La encontré unos días después y
le pregunté cómo andaba. “Mal pastor”, me dice, “es que no lo he visto en
quince días, no me responde. Nos hablamos dos veces por día, de mañana y de
noche”. “¿Pero no te he dicho que lo dejes?” “¡No puedo! ¡Es que lo amo! ¿Acaso
Dios se va a oponer a este amor? Yo voy a orar y a ayunar por él y Dios lo va a
cambiar”. Si lo piensas, ¡pierdes!
Estuve también atendiendo a una joven que cantaba y
danzaba en la iglesia y se alejó de Dios. Entonces la aconsejé y le dije, haz
esto y esto. Me dijo: “¿Y mi hija y mi casa?” La casa en la que está viviendo,
no es de ellos, sino que entraron de intrusos, con el esposo que en realidad no
es su esposo, sino el de muchas, y que en cuestión de años ha dejado embarazada
a cada mujer con la que ha estado. Pero han arreglado la casa y ahora está muy
linda, no pagan luz ni agua, vaya uno a saber a quién le están robando agua y
luz. “¡Qué bendición!” dice la chica, “¿y cómo hago para no perder esta
bendición?” “Hija”, le digo, “ya no
quiero hablar más nada, si quieres seguir haciendo tu voluntad, adelante. Me
has venido a preguntar y yo te digo lo qué tienes que hacer”. ¡Es terrible no
saber cuáles son las prioridades en la vida!
Dios llama a Abraham y le dice que tiene que
sacrificar a su hijo; fueron tres días de camino con el niño y con dos criados
hacia la tierra de Moriah, sin saber los planes que Dios tenía con él. En la
tierra de Moriah Dios le mostraría un monte donde haría el altar. Dios ya tenía
en mente que en esa tierra de Moriah el rey Salomón le iba a edificar un
templo, mil años después. ¡Pero Abraham obedece a Dios! Me imagino a Abraham
razonando: “Ya que lo vamos a matar, ¿por qué no apresuramos la cosa sin tener
que estar tres días matándolo en mi mente, antes de llegar a esa tierra que tú
me has dicho? ¿No habrá un rinconcito, alguna cueva, en que lo pueda matar a
oscuras Dios mío? ¡Me estás partiendo el alma, amo al hijo que tú me has dado!
¿No es éste el hijo que tú me diste Señor?”
¿Cómo puede ser que un Dios que da un don, ahora
pide el don? La gran enseñanza es: Dios es más grande y más importante que los
dones que da. Dios te puede dar una esposa hermosa, y te la puede quitar, ¡tu
esposa es temporal! Te da un esposo que es la luz de tus ojos, y te lo puede
quitar para que El sea glorificado y honrado en todo y sea el primero siempre.
En el libro de Ezequiel capítulo 24, versículos 16
y 18, Dios le dice al profeta: “Hijo de
hombre, he aquí Yo te quito de golpe el deleite de tus ojos. No endeches, ni
llores, ni corran tus lágrimas. Reprime el suspirar, no hagas luto de
mortuorios, átate el turbante y ponte el calzado en tus pies, y no te cubras el
labio ni comas pan de duelo. Hablé pues al pueblo por la mañana, y a la tarde
murió mi mujer…” (Versión La Biblia Textual).
Todo lo que ames desmedidamente, compite con tu
relación y tu amor a Dios. Así que más vale que hoy le entregues a Dios todos
esos amores a los cuales estás aferrado. He conocido cristianos que han dicho:
“Yo a Dios no le perdonaría que me haga tal o cual cosa”. ¿Ahora el maíz se
come a la gallina? ¿Es Dios el que te permite o tú quieres permitirle algo a
él? ¿Has dado vuelta las prioridades? ¿Te has puesto en el lugar de Dios? La
mujer del profeta Ezequiel estaba compitiendo con su relación con Dios, así que
El dijo: ¡Me la llevo! ¡Las cosas eternas son cosas serias! ¿Por qué estamos
aferrados a las añadiduras? Todas las añadiduras son temporales. Quizás digas,
“pastor, pero si no comemos, nos morimos”. ¡Pero Dios dice que se encarga de
esos temas! ¿Le crees a Dios o no? Si tú sirves a Dios, él que se encargará de
darte de comer a ti y a tus hijos. Es más, te puedes morir ya mismo, que tu
esposa y tus hijos van a seguir comiendo. Si tienes mucha angustia, mucha
tristeza, amargura, soledad, si sientes que no te comprenden, es porque has
puesto tu mirada en alguna cosa de aquí abajo. ¡Estás aferrado a lo de abajo, a
lo temporal! Y lo temporal pasa, pero lo eterno queda. Por lo tanto, para el
hombre, lo más importante debe ser Dios y su voluntad y propósito para con él.
Tú que tanto te has preocupado por pagar las deudas, que tanto te has
angustiado por tu hijo que está en las drogas, o tu hija que se ha escapado de
casa, tú que tanto te has preocupado en esas cosas, debo decirte que tu
prioridad debe ser dedicarte al plan de Dios, a su voluntad. ¡Por estar ocupado
en esas cosas no conoces el propósito de Dios para tu vida! Debes arrepentirte
y entregarle a Dios, hoy, tus amores. ¡No estorbes a Dios amando desmedidamente
algo, o alguien! ¡Dale la prioridad al Señor en tu vida! Conságrate a El y
renuncia a ti mismo. Arrepiéntete de tus planes, de tus ideas y de tus caminos,
y ven a Dios, El te dará una vida abundante, una vida de poder, de gracia y de
gloria.
En el camino el hijo le dijo: “Papá, tenemos el
fuego, el cuchillo y la leña, ¿pero dónde está el cordero?” “Ahh Dios mío, ¿qué
contestarle a ese hijo?” “¡Hijo, en el monte de Jehová, él se proveerá del
cordero!” El niño siguió contento, aún no sabía que el padre lo iba a matar. Me
imagino que en un momento, el padre le dice: “Hijo, no digas ni una palabra, no
me quebrantes el corazón, por favor no llores”. Lo ata sobre el altar y levanta
el cuchillo para degollar a su hijo. ¿Por qué hizo esto Abraham? ¡Porque Dios y
el hacer su voluntad eran más importantes que su propio hijo! Y Abraham no
estaba dispuesto a dejar de ser amigo de Dios, ni dejar de hacer su voluntad.
Ni siquiera negoció con El, agachó su cabeza y fue a hacer lo que Dios le
pidió.
Dios nos hace atravesar ese tipo de pruebas, como
ocurrió con Abraham, porque en ellas es donde el creyente comienza a ordenar
prioridades. Dios tiene que hacerte atravesar algo así para que entiendas qué
es lo primero y qué es lo segundo. A algunos los lleva al borde de la muerte, y
cuando salen, dicen: “¡Dios me ha cambiado la manera de ver las cosas!” Una
pastora amiga, preciosa hermana querida, nos llamó hace unos meses y nos dijo
que tenía un quiste en el ovario y debía ser intervenida. Cuando la operan,
descubren que ese quiste era un cáncer maligno. Esta hermana ha predicado toda
la vida que el cáncer no es para los hijos de Dios, sino que para ellos
corresponde la sanidad. Ella decía, el cáncer no me va a tocar, ¡pero el cáncer
la tocó! Mientras sufría el proceso de las terapias, observaba su iglesia, sus
hermanos de la iglesia, las cosas que ella hacía, y comenzó a darse cuenta que
sus prioridades estaban dadas vueltas. Recientemente me dijo: “Pastor, han
cambiado tantas cosas… antes esperaba de la gente pero ahora no espero nada de
más nadie. ¡Espero solamente en Dios! ¡Voy a hacer su obra! Nunca fue una mujer
desubicada pero llegó a la conclusión que sí estaba desubicada, y dijo: “¡Voy a
hacer lo que es importante!” Dije: “¡Gloria a Dios por el cáncer! ¡Allí estaba
el propósito!” Cuando terminó el proceso tan duro de la terapia a la que fue
sometida, la doctora le dice: “Señora, usted está sana. Olvídese que ha tenido
cáncer”.
Estoy seguro que Abraham nunca más fue el mismo
desde esa experiencia en que fue probado por Dios. ¡No te quepa la menor duda
de que a Abraham le quedó bien afirmado cuáles eran sus prioridades! Me encanta
lo que dice la Palabrade Dios, en Génesis 22:16: “…y dijo: Por Mí mismo he
jurado, oráculo de YHVH: Por cuanto has hecho esto, y no has rehusado a tu hijo,
tu único, ciertamente te bendeciré, y multiplicaré inmensamente tu
descendencia, como las estrellas de los cielos y como la arena que hay en la
orilla del mar, y tu descendencia poseerá la puerta de sus enemigos, y en tu
simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, en recompensa por
obedecer mi voz” (Versión La Biblia Textual). Abraham le dio tal prioridad a
Dios en su vida que El lo tomó por ejemplo y para que de su descendencia
viniera Cristo, el Mesías. No dice “tus descendencias”, sino “tu descendencia”;
se refiere a Cristo. ¡El Mesías poseerá las puertas de sus enemigos! Las
ciudades poderosas de antes estaban rodeadas por muros protectores y las
puertas eran lugares difíciles de entrada. El lugar más cuidado de la ciudad
eran las puertas, pero cuando el enemigo era más fuerte y prevalecía, esas
puertas eran quemadas y derribadas. Esta afirmación de Dios, quiere decir, “tu
descendencia poseerá, conquistará ciudades, poseerá esas puertas”. También está
afirmando aquí que Jesucristo derribaría las puertas del Hades y del infierno,
las puertas de los enemigos de los hijos de los hombres. En una oportunidad
Jesús preguntó a Pedro: “¿Quién dice la gente que yo soy?” Y el respondió: “Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. 17Entonces le respondió Jesús:
Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni
sangre, sino mi Padre que está en los cielos. 18Y yo también te digo, que tú
eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no
prevalecerán contra ella. 19Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos”.
(Mateo 16:19). Como Abraham fue, la iglesia es. Si Cristo es descendiente de
Abraham, la iglesia también, si Cristo tiene la fe de Abraham, la iglesia
también tiene la fe de Abraham, y si Cristo según la carne es hijo de Abraham,
nosotros la iglesia somos hijos de Cristo e hijos de Abraham también. ¡Somos la
familia de Dios! Dios tiene el mundo dividido en dos grandes grupos: Por un
lado su familia y por otro lado los demás. La familia de Dios es la iglesia, es
el cuerpo de Cristo, ¡somos los que poseeremos las puertas de nuestros
enemigos! Con su familia, Dios desarrolla proyectos eternos; somos sacerdotes y
príncipes, reinaremos juntamente con él en un reino eterno. Esos son los planes
de Dios, que llevará a cabo con gente como Abraham. ¡Si no eres como Abraham,
Dios no podrá hacer nada contigo! Cuando le des la prioridad absoluta a Dios en
tu vida, El te concederá las mismas promesas que le dio a Abraham, porque ellas
también son para nosotros. ¡Soy portador de las promesas de Abraham! ¡Mi
descendencia es bendita, fuerte, poderosa y tomará las puertas del infierno!
Lo primero en nuestras vidas, debe ser el reino de
Dios y su justicia. ¡Debo hacer lo que El quiere en mi vida! ¿Cómo vas a
conocer la voluntad de Dios si estás ocupado haciendo tu propia voluntad? ¡Así
Dios no puede tratar contigo! Tienes “la memoria de tu computadora llena”, no
sirve ni resetearla. ¡Hay que formatearla! Debes renunciar a todo lo que tienes
dentro. Si no haces del reino de los cielos la prioridad absoluta de tu vida,
¿cómo quieres el respaldo de Dios? ¿Cómo quieres que Dios conteste tus
oraciones? Dios no puede operar con material viejo, con tus resentimientos y
amarguras, cosas que tiene origen en tus prioridades.
CONCLUSIÓN
Tu problema son tus prioridades. No es tu papá ni
tu mamá, son tus elecciones y decisiones. Hoy tienes que renunciar a ti mismo y
entregarle a Dios tus cargas, tus ansiedades, temores y afanes. Tienes que
renunciar a tus planes y decirle, Señor toma lo que tú quieras. ¿Podrá decirte
Dios que no quiere para ti esa novia que tienes? ¡Claro que puede! ¡Y se la
tienes que entregar a El! ¿Será que con ese novio estás haciendo planes para no
servir a Dios, o servirlo pero no tanto? ¿Podrá Dios usar a tu esposo o tu
esposa? ¿Le vas a dar permiso? Si Dios te está demandando ordenar tus
prioridades, o renunciar a algo, no lo dudes, dale a Dios lo que él te pide
ahora mismo. Dile a Dios que renuncias a aquello a lo que estás aferrado.
¡Oh, Señor, que puedas hacer con nosotros como
hiciste con Abraham! ¡Vuelve a repetir la historia! Tú has prometido que la
gloria postrera de esta casa será mayor que la primera. ¡Levanta hombres y
mujeres como Abraham! Aquí está nuestra vida, renunciamos a nosotros mismos, a
nuestros privilegios y derechos, renunciamos a nuestras familias y planes. Nos
inclinamos delante de ti y te decimos, Señor, hágase tu voluntad, toma lo que
quieras, es tuyo. Todo lo que soy y todo lo que tengo es para ti Señor. ¡Es
para tu gloria! ¡Arranca de mí y destruye todo lo que te molesta! Toma el
control de mi vida. ¡Te abro mi corazón! Estoy arrepentido de vivir como he
vivido hasta ahora. ¡Quiero vivir como tú quieres! En el nombre de Jesús
hacemos esta oración, amen