LA DEPRESIÓN MIENTE
Yo era un esclavo de mi depresión y esto casi me
quitó la vida. Busqué respuestas pero no encontré nada. Al final Dios me mostró
un camino a través de mi enfermedad, y me dio una gran alegría que ni la misma
depresión pudo quitar.
El asunto es que la depresión se presenta de diferentes formas, y afecta a las personas de diferentes maneras. Debido a esto supuse no había manera de superarlo. Sigo creyendo que no hay una «llave» universal para vencer la depresión. Ni siquiera creo que «vencer la depresión» significa lo mismo para cada persona. Pero sí sé que las promesas de la Biblia son cien por ciento verdades, independientemente de una eventual enfermedad mental que pueda tener una persona. A pesar que el camino de la salvación no es el mismo para todos, sé que está ahí. Ésta es mi historia, que espero pueda ser de ayuda a otras personas que experimentan pruebas similares.
La depresión era una voz venenosa en mis oídos,
susurrándome mentiras. Nunca podrás ser feliz. No tienes el poder. Nadie te
entiende. Nunca antes alguien ha experimentado algo tan malo. No hay nada que
vale la pena defender. No hay nada por lo cual vale la pena vivir. Sin
esperanza, pensamientos terribles, y sin embargo igual los creía. Creía en esas
mentiras, y como creía en ellas, se hicieron realidad.
Como cristiano había leído innumerables versos en
la Biblia acerca de regocijarse, incluso en medio de mis pruebas (1 Pedro 1,
6), pero nunca creí que era posible para mí. Pensaba que mi desequilibrio
químico, de alguna manera hacía que simplemente no pudiera ser feliz, que mi
enfermedad era demasiada para ser solucionada, incluso para Dios.
La depresión drenó mi motivación y el deseo de
vivir, más rápido de lo que uno puede decir «¡Cálmate, esto sucede sólo en tu
cabeza!» Me salí de la universidad dos veces en un año, renuncié a dos puestos
diferentes de trabajo y dejé de socializar con mis amigos. No podía comer; no
podía dormir. Era como un zombi. Realizaba las rutinas diarias de la vida sin
vivir realmente.
Esperaba una señal; alguna sugerencia de Dios que a
la vuelta de la esquina la vida sería mejor. Que de alguna forma mi depresión
sería mágicamente curada y nuevamente podría sentir la felicidad como un ser
humano normal. No entendía por qué Dios decía que debo alegrarme en medio de
mis pruebas, para luego hacer mis pruebas más difíciles para alegrarme.
No entendía por qué Dios decía que debo alegrarme
en medio de mis pruebas, para luego hacer mis pruebas más difíciles para
alegrarme.
Finalmente fue tan mal que entendí que algo debía
cambiar si quería seguir viviendo. Vi a un médico y me recetó una serie de
diferentes pastillas. Comencé a entrenar, y me obligué a mí mismo salir a
correr tres o cuatro veces a la semana. Funcionó hasta cierto punto, pero las
pastillas cada día tenían menos efecto. Después de un tiempo dejaron de
funcionar por completo, y comencé nuevamente a bajar la espiral.
Después de unos largos y miserables meses me hundí
hasta profundidades que jamás pensé que llegaría. Satanás usó el veneno de la
depresión para nublar mi mente, y esto me hizo ver el futuro infinitamente
negro y sin esperanza, y como lo creí, se convirtió en mi realidad. Y yo quise
poner fin a esta realidad.
Es solamente Dios quien tiene la autoridad para dar
o quitar la vida. Él me creó así como soy, con un propósito eterno. Incluso en
el «valle de sombra de muerte» Dios está conmigo y quiere justamente en estas
situaciones hacer una obra en y a través de mí. El suicidio es una terrible
incredulidad en el amor y poder omnipotente de Dios. Estoy destruyendo su plan,
cuando cedo a los planes malignos de Satanás de muerte y destrucción. Pongo
toda mi eternidad en peligro.
Pero en mi miseria no pude ver la luz, y me di por
vencido. Quería terminar con mi vida. Quería quedarme dormido y nunca más
despertar. Entonces, en la más profunda oscuridad, cuando ya era casi demasiado
tarde, Dios extendió su mano y me agarró. Por razones que no puedo explicar, no
pude terminar con mi plan de esa noche.
Cuando uno está abajo en las profundidades de la
depresión, pueden estos terribles pensamientos llevarnos a creer que el
suicidio es la única solución. Después de todo, nada puede ser peor que la
desesperanza y desesperación que siento en el momento. Pero la palabra de Dios
dice lo contrario.
Poco a poco me fue evidente que Dios de alguna forma
había intervenido. Que por alguna u otra razón me quería con vida en esta
tierra. Pero si Dios quería que estuviera vivo, entonces, ¿esto también
significaba que tenía la forma para que pudiera ser libre de la depresión?
Empecé a leer a través de mi Biblia, en busca de
respuestas. Pero me encontré con el problema que no hay mucho escrito sobre
enfermedades mentales. Encontré un montón de versos acerca de ser libres del
pecado; pero la depresión no es pecado, pensé. Es una enfermedad.
No, la enfermedad no es un pecado. Pero ceder ante
los síntomas de la depresión – la desesperanza, desesperación, incredulidad en
Dios – eso es pecado, ya sea proveniente de una enfermedad clínica o no. ¡Y
esto significaba que podía vencer!
No, la enfermedad no es un pecado. Pero ceder ante
los síntomas de la depresión – la desesperanza, desesperación, incredulidad en
Dios – eso es pecado, ya sea proveniente de una enfermedad clínica o no. ¡Y
esto significaba que podía vencer!
Está escrito en 1 Corintios 10, 13: «No os ha sobrevenido
ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser
tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la
tentación la salida, para que podáis soportar.» Había leído este verso antes,
pero en realidad jamás lo había entendido. «Dios dará juntamente con la
tentación la salida.» Esto no quiere decir que Dios va a quitar mis pruebas,
sino que me dará la fuerza para pasar las pruebas y obtener la victoria sobre
las cosas que me atormentan. Me di cuenta que Dios necesitaba que estuviera de
su lado para poder ayudarme a obtener la victoria. Luché para ser asido de la
fe y empecé realmente a luchar en contra mi depresión.
Seguí siendo bombardeado por un mar de malos
pensamientos, pensamientos de desesperación, auto-daño y peor aún parecían
estrellarse contra mí en oleadas interminables. Continué siendo tentado por la
depresión. Me decía que no era posible. Que había ido demasiado lejos, como
para que Dios me ayudara. Pero está escrito en 2 Corintios 10, 4-5, «…
derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de
Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.»
Cada vez que venían los pensamientos a mi cabeza,
derribaba sus argumentos. Pero esta vez, probé no utilizar mi propia fuerza
mental. Sabía que «pensamientos positivos» no iban a funcionar. Me entregué a
Dios y Él me dio el poder para llevar cautivos estos pensamientos. Fue una
batalla, y constantemente tuve que decir: «No, la Biblia dice que puedo
gozarme; no voy a escuchar a nada que diga lo contrario.» Aprendí a estar en
armonía con Dios y a seguir su voz en todo, también en las cosas prácticas. Ese
era el único camino a la victoria.
Aprendí a estar en armonía con Dios y a seguir su
voz en todo, también en las cosas prácticas. Ese era el único camino a la
victoria.
Dios quería, por ejemplo, que cuidara de mi cuerpo
y mi salud. Mi depresión era una condición médica, y tenía que escuchar a mi
doctor y hacer todo lo que decía. Puesto que el ejercicio es una parte
importante del proceso de recuperación, me di cuenta cuando sentía que debía
salir a correr también era la voluntad de Dios, así que salía a correr. Si
sentía que tenía que leer mi Biblia en este momento, leía mi Biblia. Si Dios
ponía en mi corazón que saliera y socializara con la gente, entonces también lo
hacía. Esto era algo que nunca tenía ganas de hacer. ¡De hecho, a menudo esto
era la cosa más difícil del mundo! Pero justamente esto es lo que significa
luchar. Significa una absoluta y total obediencia a Dios. Y cuando era
obediente a luchaba contra la depresión, era Dios fiel para «darme juntamente
con la tentación la salida» y para darme la victoria sobre mis tentaciones. Y
cuando obtuve victoria, sentí un verdadero gozo en mi espíritu.
Al principio las luchas fueron difíciles, un asunto
de varias semanas. Pero esas semanas de lucha contra la depresión se
convirtieron en días y esos días se convirtieron en horas. Y tengo fe que esas
horas también desaparecerán, y que incluso un día dejaré de ser tentado a estas
cosas.
Todavía padezco de una depresión clínica. Siento
cansancio y la débil indiferencia emocional como resultado de caer en la
depresión, pero el pecado – ceder ante este – está debajo de mis pies. Mis
sentimientos pueden estar en lo profundo de la depresión, pero en mi espíritu
tengo gozo.
Ahora hay una clara separación entre yo y mi
enfermedad. Yo no soy más un esclavo. Puedo ser feliz independiente de lo que
pase en mis situaciones. Es un viaje, pero he empezado en este camino, y a
través de todo esto he aprendido mucho.
La depresión miente.
Una de las mentiras fue que no había nada por lo
cual valiera la pena vivir y que poner fin a mi vida solucionaría todos mis
problemas para siempre. La verdad es que uno puede matar el cuerpo, pero no el
espíritu, que todavía tiene que presentarse ante a Dios. Dios me detuvo, y
aprendí que Él tiene un plan para mi vida el cual también cumplirá. Aprendí que
el suicidio nunca es una salida de escape, porque Dios siempre es poderoso para
salvar.
Ahora sé que no soy tan débil. Sé que no soy
impotente. Dios está de mi lado, y con Él tengo todo el poder del universo. Sé
que otros han experimentado la depresión antes, la han experimentado y han sido
libres. Sé que también es posible para mí ser completamente libre de esto
también, y sé que es posible vencer y ser feliz. Lo sé porque lo he
experimentado. Y continúo experimentándolo.
Ahora sé que no soy tan débil. Sé que no soy impotente.
Dios está de mi lado, y con Él tengo todo el poder del universo.
Aún no soy la persona que debo ser, pero estoy muy
lejos de la persona que fui una vez. La depresión quizás ha robado años de mi
vida, pero no la ha arruinado. Quizás fui una vez un esclavo de mi enfermedad,
pero Dios está de mi lado. Dios está de mi lado y tengo toda la esperanza del
mundo en un futuro mejor y más brillante. Ahora mi cuerpo puede ser utilizado
en el servicio de Dios. Mi vida puede ser de alabanza y gloria y un testimonio
de su gran poder para salvar y transformar incluso al ser humano más miserable.
Al comienzo puedes sentirte sin esperanza, pero,
hay esperanza. Siempre hay esperanza. Dios no es desleal, pero para salvarme de
la depresión necesitó que yo primero llegara a la fe y fuera obediente a su
Palabra. La Palabra de Dios es verdad. Cree en la Palabra de Dios. Ten fe que
Dios puede liberarte. Y jamás necesitarás ser un esclavo de la miseria y la
desesperación otra vez.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario