LA DOCTRINA DE DECLARAR COSAS NO ES BÍBLICA
“SI TÚ
DECLARAS, DICES, ESTABLECES, DECRETAS Y TODO SE HACE CONFORME A LO QUE TÚ
DICES, ENTONCES, ¿PARA QUÉ QUIERES A DIOS?” — CHUY OLIVARES.DECLARAR ES
SIMPLEMENTE CONTAR ALGO. La Palabra de Dios está llena de declaraciones:
Los hombres en la Biblia declaran los atributos de Dios, su obra misericordiosa
y su promesa de salvación. También declaran cosas que les pasan al relatarlas
luego de que les suceden, por ejemplo. En el Nuevo Testamento también declaran
el evangelio.
Sin embargo, a lo largo de este post hablaré sobre
la forma no-correcta de declarar, que consiste en decir algo para que suceda o
Dios lo haga. A eso me referiré cuando hable sobre declarar.
Lo que necesitas saber sobre esa moda.
Creo que todo cristiano en Latinoamérica ha
escuchado en algún momento a una persona declarar cosas. Me preocupa ver como
esa moda es muy extensa y tiene aceptación por parte de muchas personas.
“No tenemos excusa para no saber que la doctrina de
decretar o declarar es falsa”
No tenemos excusa para no saber que la doctrina de
decretar o declarar es falsa porque tenemos la Palabra de Dios para saber la
verdad.
Esa mentira de declarar cosas para que se cumplan
no tiene fundamento en la Biblia y se basa en los siguientes versículos sacados
de contexto:
2 Corintios 4:13: “Pero teniendo el mismo espíritu
de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros
también creemos, por lo cual también hablamos”. Una mirada al verso en su
contexto nos muestra que Pablo no habla de declarar cosas para que pasen, sino
de predicar el evangelio aunque tengamos dificultades (2 Cor 4:11-15).
Proverbios 18:20-21: Allí se habla de tener cuidado
con lo que uno habla a fin de ahorrarnos problemas innecesarios e incluso la
muerte. La traducción NTV dice así: “Las
palabras sabias satisfacen igual que una buena comida; las palabras acertadas
traen satisfacción. La lengua puede traer vida o muerte; los que hablan mucho
cosecharán las consecuencias”. ¡Acá no se habla de declarar nada!
Mateo 17:20: “… si tuvieran fe, aunque fuera tan
pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: ‘Muévete
de aquí hasta allá’, y la montaña se movería. Nada sería imposible”. En el
contexto los discípulos de Jesús trataron de expulsar a un demonio de una
persona y fracasaron por su poca fe y confianza en que Dios estaba con ellos.
Aquí Jesús habla de una fe que confía en Dios en medio de una tarea que Él nos
ha encomendado y que está de acuerdo a Su voluntad. Lo que Jesús les dice no significa
que todo lo que digamos se realizará. Él nos enseña que Dios responde a
nuestras oraciones cuando permanecemos en Cristo y Sus Palabras permanecen en
nosotros, esto es, cuando oramos conforme a Su voluntad revelada (Juan 15:7).
Romanos 4:16b-17: “… es por fe, para que sea por
gracia, a fin de que la promesa sea firme para toda su descendencia; no
solamente para la que es de la ley, sino también para la que es de la fe de
Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como está escrito: Te he puesto por
padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los
muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”. Aquí Pablo habla sobre
la promesa que Dios le dio a Abraham. Lo que Dios dice, se hace. Cuando Él
llama a las cosas que no son como si fuesen, Él hace que sean. Muchas personas
toman este verso y lo tuercen para decir que debemos declarar cosas, llamando
las cosas que no son como si fuesen, pero como podemos ver en el mismo
versículo, está más claro que el agua que esa interpretación está muy errada.
Solo Dios es Dios.
TODA la Palabra de Dios nos habla de que Él es
soberano, que no somos todopoderosos, que Él escucha las oraciones que son
conformes a su voluntad, y más. Son tantos los versículos que hablan de la
soberanía de Dios y de que Él no está sujeto a lo que nosotros digamos o
declaremos, que mejor te invito a te leas toda la Biblia porque citarlos sería
súper-largo.
No importa cuánto declares o confieses
positivamente cosas, Dios hará Su voluntad, no la tuya. ¡Y eso es bueno porque
Él es bueno!
Entonces, ¿De dónde rayos surgió la moda del “yo
declaro”? De una corriente filosófica llamada “nuevo pensamiento” inventada por
Emanuel Swedenborg y desarrollada por otro llamado Phineas Quimby. Ambos
negaban el evangelio. Ellos enseñaban que la mente podía dictar la realidad
porque, según ellos, todo nuestro mundo es una extensión de la mente.
SÍ, ES UNA
MANÍA PELIGROSA.
Con el tiempo la idea de declarar cosas se
popularizó y halló su lugar en la enseñanza de los falsos maestros y en la
“teología de la prosperidad” que usa mentiras para hacer que la gente dé dinero
a ladrones religiosos.
Es tentador el pensamiento de que lo que yo digo se
hace… como si Dios fuese mi sirviente o un genio mágico listo para conceder
todos mis deseos si tengo fe (no importa cuán errada esté mi fe). Eso es una
trampa porque en el “yo declaro…” la fe y confianza del hombre no está puesta
en Dios, sino en lo que uno mismo dice; en la acción de declarar cosas.
Entonces tenemos a un montón de personas en
Latinoamérica declarando que tienen un carro nuevo, que son sanadas, que van a
tener un trabajo nuevo, que van a ganar la lotería, que Dios va a bendecir sus
países, que no van a tener más deudas, que ahora son disciplinados, que tienen
alta autoestima, que toda una ciudad se va a arrepentir de sus pecados, etc…
Declarar no es oración aunque tal vez algunas
personas lo hagan con lo que consideran una buena intención. Declarar es pretender
darle órdenes a Dios. Es despreciarlo. Es un acto de orgullo. Eso es herejía y
mucha gente la cree porque no leen sus Biblias y son víctimas de un efecto
placebo (creen que declarar funciona porque asumen que algunas cosas buenas que
pasan se deben a que “declararon” que pasarían cuando en realidad no se debió a
eso sino a otras cosas; se trata de un efecto psicológico).
Además, esas personas no tienen un auténtico gozo
en sus oraciones y adoración porque no creen en algo real.
EL ANTÍDOTO
PARA LA MANÍA.
“No necesito ‘declarar’ cosas porque los planes de
Dios son mejores que los míos”
No necesito ‘declarar’ cosas porque los planes de
Dios son mejores que los míos. Tener fe en el único y verdadero Dios no se
evidencia en declarar cosas para que se cumplan, sino en vivir conforme a Su
verdad cada día más, confiando en Él.
En la Biblia yo no veo a personas declarar cosas
para que pasen (o las adquieran) o confesar positivamente como tanto hacen los
evangélicos de hoy. Y es que los hombres de Dios saben que no importa lo que
declaren, Dios tiene todo bajo control.
El cristianismo no nos promete una vida fácil o
millonaria aquí en la tierra (Romanos 8:16-17 es uno de los muchos pasajes que
hablan sobre eso). Lo que sí nos promete el cristianismo es vida eterna. Nos
promete socorro, nos promete conocer a Dios. Así que tenemos que entender que
aunque estemos en una situación difícil, Dios no se ha olvidado de nosotros y
no hay motivos para pretender darle órdenes a Él en vez de pedirle con humildad
lo que queramos pedirle y confiar en que Él es más sabio que nosotros (Santiago
4:6).
Es necesario que nos adentremos en Su Palabra y
comprendamos que Él es más soberano que lo que podemos imaginar. Dios quiere
que descanses en la verdad de que Él es bueno y usa todo para el bien de Sus
Hijos a fin de que ellos sean hechos conformes a la imagen de Jesús (Romanos
8:28-29).
No necesitamos declarar cosas de forma anti-bíblica
porque Dios en Su gran misericordia declaró en una cruz que nos ama, y si hemos
creído en Jesús y somos hijos de Dios, Él cuida de nosotros y realizará Su
asombrosa voluntad en nuestras vidas por amor a Su nombre.
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