miércoles, 8 de junio de 2016

MENSAJE DEL CIELO

TU PROSPERIDAD DEPENDE DE TU RELACIÓN CON DIOS



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¿Vives amargado, con escasez y miseria? Hoy Dios te mostrará el por qué? de ello y la manera de ser próspero y bendito en todas las áreas de tu vida. Leamos Isaías 55:1-3: “A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche. ¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura. Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David”. El “pan” representa las necesidades materiales del ser humano: Techo, abrigo, sustento, etc. La Biblia, en este pasaje que leímos, enseña que nuestro sustento tiene una relación directa con nuestra comunión e intimidad con Dios. Tener suficiente para comer, para pagar las cuentas, tener mi techo y mi ropa, es un problema espiritual. Nuestra comunión y amistad con Dios que depende de nuestro amor y obediencia a él, garantiza nuestra provisión espiritual y material. Dios no nos dice: “Mira, si te llevas bien conmigo, llenaré tu alma pero te mataré de hambre… sufrirás hambre por mí pero tendrás el alma satisfecha”. Tampoco nos dice: “Si te llevas bien conmigo tendrás siempre pan en tu mesa, tendrás qué vestirte pero pasarás deprimido todo el día”. ¡No! Dios no te sacia una sola parte de tu vida, sacia todo tu ser y eso es lo que te quiero enseñar hoy. ¿De qué te sirve tener alimentos pero vivir deprimido? Ese dicho: “Panza llena corazón contento” no es correcto, muchos tienen la panza llena pero viven en un estado depresivo continuo. DIOS SUSTENTA TODAS LAS ÁREAS DE NUESTRO SER Entonces, si yo soy un ser humano compuesto por espíritu, alma y cuerpo y Dios es mi sustentador, mi fortaleza y mi proveedor, no puede ser que me llene el espíritu y me deje vacía el alma, o que me llene el espíritu y me deje vacío el cuerpo… ¡No! Dios es un Dios que satisface todas las áreas de nuestro ser, no importa lo que nos falte, Él lo suple. Dios sacia todas las necesidades afectivas, sentimentales, económicas, morales, materiales y espirituales, las promesas de Dios incluyen TODO; yo no soy sólo espíritu, soy espíritu, alma y cuerpo, mis necesidades son de toda índole, son necesidades del alma y del cuerpo y cuando Dios hace pacto con alguien es para sustentarle y bendecirle en todas las áreas. Este pasaje está diciendo que los que tienen hambre y sed pueden ir a Dios y comprar sin dinero; esa la bendición de Dios, ella te hace sobreabundar. Nosotros dividimos las cosas entre lo terrenal y lo espiritual y no las sabemos unir pero resulta que la escasez y la miseria en toda la Biblia son el fruto del alejamiento de Dios. Dios te dice: “¿Te llevas bien conmigo? ¡Te irá bien en todo! Tendrás tu casa, tus ovejas, tus vacas, pero si te olvidas de mí, te faltará de todo y te dejaré a merced del enemigo”. Cuando no invertimos lo que tenemos en Dios y en su reino, Dios se aparta del negocio, viene el enemigo y disipa lo que tenemos. Dice el pasaje que estamos estudiando: “¿Por que gastan el dinero en lo que no es pan y el trabajo en lo que no sacia?” Hay gente que trabaja y trabaja y no se sacia; lo triste es ver cristianos que viven así, que trabajan sin saciarse. Pero toda nuestra bendición depende de nuestra relación con Dios, así que hay algo más que esforzarse y trabajar, hay algo más que saber administrar el dinero y no endeudarse. Todo es parte de una realidad única, que es la realidad espiritual: El mundo invisible provee al mundo visible, las cosas que han sido hechas fueron hechas de las que no se veían, todo lo material que disfrutamos, proviene de lo inmaterial e invisible. Estuve leyendo un artículo realizado acerca del tema de la luz. El hecho que Jesús haya dicho: “Yo soy la luz del mundo” tiene connotaciones científicas tremendas. Dice la Biblia que Dios habita en la luz inaccesible; se está descubriendo que la luz es el elemento físico, material límite entre el tiempo y el espacio, entre lo visible y lo invisible, se está llegando a creer que aún de la luz proviene la materia. Lo invisible sustenta lo visible, la provisión visible proviene de lo que no se ve, es decir, todas las bendiciones físicas, tangibles que tú necesitas, son provisiones que tienen que ver con el orden espiritual. La Biblia dice que el enemigo ha venido a matar, hurtar y destruir, el enemigo es espiritual, se le llama “el devorador”. ¿Qué sucede cuando todo te sale mal? Tienes un aumento y justo se te rompe la heladera o cosas parecidas a ésta. El enemigo se moviliza en atormentarte, trayéndote problema tras problema y dificultad tras dificultad. Hay un mundo de maldad interesado en robarte, en enfermarte, en que no llegues nunca a fin de mes, en que vivas endeudado y con problemas de toda índole. La guerra es espiritual y la victoria también es espiritual y está en nuestra comunión con Dios. NO BUSQUES SUSTENTO EN MOAB Hay un libro en la Biblia, que nos cuenta una historia preciosa, es el libro de Ruth; allí habla de una familia israelita que fue a habitar en los campos de Moab, en virtud de la escasez existente en Belén. Belén significa “casa de pan”, pero no había pan en la “casa de pan” y este hombre, Elimelec, dijo: “Iré a Moab”. Moab fue un hijo de Lot, que nació de una relación incestuosa entre Lot y su hija; Moab era un pueblo abominable e idólatra delante de Dios. Lo más triste que le puede suceder a un cristiano, es que pasando hambre, diga: “Yo aquí en necesidad, siendo un hijo de Dios y mira este hijo del diablo cómo tiene todas las cosas”. Lo peor que le pueda pasar a un creyente es que tenga que vivir de lo que le da un hijo del diablo. ¡Es tristísimo! Se fueron a Moab y allí vivieron por 10 años al cabo de los cuales murió Elimelec y sus dos hijos, quedando Noemí, esposa de Elimelec y sus nueras, desamparadas. Dice la Biblia que se levantaron y fueron a Belén porque oyó Noemí que Dios había visitado a su pueblo para darles pan. ¿De dónde viene tu pan y tu sustento? ¡Viene de Dios! Si te falta el sustento, tienes que revisar tu vida; Dios no es malo, injusto, ciego ni sordo, Él se compadece de nuestras necesidades, pero tenemos que saber que algo anda mal con Dios cuando nuestro sustento anda mal. Cuando Dios visita a su pueblo, a éste no le falta el pan ni tiene falta de ningún bien: “Jehová es mi pastor, nada me faltará”, decía el rey David. No existe tal cosa como que tu eres hijo de Dios y tengas que pasar necesidad y miseria, puede ser que tengas que pasar una prueba pero no que vivas una vida de miseria y endeudamiento. ¿Será tan malo Dios que hace 20 años que te está probando? El deseo de Dios es que sus hijos no padezcan necesidades ni hambre. NUESTRA COMUNIÓN CON DIOS DETERMINA NUESTRA BENDICIÓN Observemos la historia del pueblo de Israel en el Antiguo Testamento: Cada vez que ellos hacían lo malo delante de Dios, Él los entregaba en manos de sus enemigos y éstos los despojaban una y otra vez, tomándole todas sus riquezas y su sustento. ¿Por qué el pueblo de Dios se debilitaba delante de sus enemigos? Porque hacían lo malo ante Dios, pero cuando se arrepentían y le obedecían, se fortalecían delante de sus enemigos. La condición material es un reflejo de la condición espiritual, si tu relación con Dios es buena, tú eres victorioso y el enemigo se la tiene que aguantar. ¡Si tú haces lo bueno delante de Dios, tu condición es fuerte delante del devorador! ¿Quieres echarle la culpa a Dios de tu miseria? Esto lo vemos claro en la historia de Gedeón, en Jueces 6:1-6. Soy un convencido de que Dios quiere bendecir a su pueblo, todo el oro del mundo le pertenece pero nuestros problemas económicos son una evidencia de nuestra situación espiritual, aunque hay excepciones, las de aquellos que pasan por pruebas, pero una prueba no es para 20 años, es un valle que se atraviesa, no puedes vivir toda una vida en el valle. Si estás bajo la cobertura de Dios, puede venir la desnudez, pero en Cristo eres más que vencedor en todas las cosas, el hambre no se enseñoreará de ti. ¡Yo soy Señor de las circunstancias, ellas no se enseñorean de mí! He predicado que viene una depresión mundial, aumentará la escasez pero ésta no es una profecía para el pueblo de Dios, la iglesia será cubierta y sustentada. Dios puede darle a la iglesia maná en el desierto todos los días y puede sacar agua de la roca todos los días, esto es un sustento sobrenatural, que viene de Dios. ¡Dios tiene y puede, tú no tienes que vivir afanado detrás de la comida y del techo si es que tienes Dios! Por eso Dios nos dice: “Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas serán añadidas”. La comida, el vestido, el techo, son añadiduras, son cosas que Dios te dará por haberte consagrado al reino de los cielos. Si algún madianita te persigue y roba tu prosperidad, tu salud y tu marido y no puedes crecer, algo anda mal, la Biblia enseña que tú tienes poder sobre los madianitas. (Jueces 2:11-18) 
CONCLUSIÓN 
Cuando Dios visita a su pueblo, hay pan en su casa. Belén significa “casa de pan”, ¿por qué? Porque allí habría de nacer Jesús, quien le diera sustento de vida a toda la humanidad, porque el que cree en Cristo es una nueva criatura, las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas (2ª Corintios 5:17); significa que si antes de conocer a Cristo eras miserable, ahora ya no tienes por qué serlo más. Si yo tengo una correcta relación con Dios, la escasez no se enseñoreará de mí, las deudas no podrán contra mí. Es necesario que hagas un pacto con Dios y le digas: “¡Te voy a buscar!” La clave es buscar a Dios en primer lugar y a cambio Él te promete: “…Y cualquiera que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por mi nombre, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna”. (Mateo 19:29) Cuando uno ama, no tiene miedo perder, un padre da todo por sus hijos. ¿Amas a Dios? Si le amas, es hora que hagas un pacto con él. Haz esta oración ahora mismo: “Padre amado, te doy mi vida, me consagro a ti; no había entendido pero hoy sé que te tengo que dar todo y amar de tal forma que no te niegue nada. Te ofrendo mi vida y mi corazón, recíbeme ahora, limpia mi corazón con la sangre preciosa de tu hijo Jesucristo; quiero vivir en comunión contigo. No quiero que el enemigo se enseñoree de mí. ¡Quiero que me bendigas! Gracias Señor, porque sé que lo harás, en el nombre de Jesús, amén”.

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