lunes, 20 de junio de 2016

¿QUE SOY?,… ¿FANÁTICO O DISCÍPULO DE JESÚS?




Fanatico o Discipulo

FANÁTICO O DISCÍPULO

“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad.”  2 Timoteo 2:15
Hace unos días una amiga me hizo una pregunta un tanto complicada, porque da lugar a muchos pensamientos acertados en el mismo momento y es bastante interesante hablar de este tema, a continuación lo que ella me pregunto:
-¿Es malo que le digan a uno que es un “fanático” de Jesús?
El problema para responder fue el siguiente:
En cualquier idioma, es común que puede haber más de un significado para una palabra, pero a la vez siempre hay un significado que predomina; en nuestro caso del lenguaje español, existe el significado denotativo y el significado connotativo de una palabra; el significado denotativo es lo que la palabra en realidad significa, mientras el significado connotativo es lo que la mayoría de las personas puede entender de esa palabra.
Ahora bien, el significado denotativo de la palabra fanático es el siguiente:
fanático: (Del lat. fanaticus) Adj. Que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas.
Quizás al ver de este modo tan puro a la palabra, ser fanático de Jesús no suena tan malo, de hecho todos deberíamos serlo; sin embargo el problema está en el significado denotativo de la misma, es decir, la mayoría de personas entendemos que “un fanático” es:
Alguien con quien no se puede hablar, porque no sabe defender sus ideas y su fe,
En la iglesia es uno pero en el trabajo es otro muy distinto,
Él/Ella pone canciones cristianas a todo volumen en su casa, pero su corazón esta apartado totalmente de Dios y sus acciones lo demuestran,
Sigue ciegamente a un líder religioso sin investigar que dice la Biblia sobre “x” tema,
Alguien que toma el cristianismo como una “moda” o un “club social”,
Puede ser que te diga: “Dios te bendiga…”; pero por dentro desee todo lo contrario… Etc.,
No es nuestra intención juzgar a nadie, al contrario, nos motiva la idea que cada uno pueda aprender en que áreas de nuestras vidas somos “fanáticos” y en que áreas somos “discípulos” ,y ¡Más importante aún!, Que nos sintamos retados a tomar la decisión de ser discípulos de Jesús en toda nuestra manera de vivir.
Fariseo o Publicano = Fanático o Discípulo
En una ocasión Jesús narró la Parábola del Fariseo y el Publicano, es una historia hermosa que habla del amor y la compasión excesivas por parte de Dios hacia nosotros y como se conmueve nuestro Padre cuando ve un corazón arrepentido y dispuesto para Él, esta historia se encuentra en Lucas 18:9-14, y será nuestro punto de partida para aprender sobre estos 2 muy distintos estilos de vida:
“A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.” Lucas 18:9-10
Para hacer una pequeña introducción histórica, un fariseo era un maestro de la ley, una persona que había memorizado gran parte de las Escrituras y que tendía a tratar de exhibirse enfrente del pueblo como hacedor de la Palabra; en cambio un publicano era una persona que se encargaba de recaudar impuestos, muchas veces estafaban a las personas y por esta razón (y además de ser aliados del imperio Romano), generalmente eran odiados por el pueblo.
Pero examinemos con detenimiento las oraciones de ambos:
“El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.”
Lucas 18:11-12
En esta breve porción podemos conocer a fondo algunas características sobre como es un “fanático”:
No conoce a Dios: Esta primera característica sale a relucir en el hecho de a quién dirigía su oración el fariseo (oraba consigo mismo) no era con Dios con quien oraba; y la razón por la que no oraba con Dios era simplemente porque no le conocía. (Hebreos 11:6)
No reconoce su pecado: En todo el momento de su oración, en lugar de arrepentirse por lo malo que ha hecho en su vida, se dedico a hablar bien de él mismo, es decir que no reconoció nunca lo inapropiado de su comportamiento ante Dios. (Romanos 3:23)
No es salvo: Como no reconoce su condición de pecador, por ende no es una persona salva, es decir, que haya aceptado el perdón de pecados que ofrece Jesús en la cruz hacia todo aquél que cree en Él. (Romanos 10:9)
No se compara con Dios, sino que con los demás: Está es una característica típica de una persona que está insatisfecha consigo misma y por eso busca desmeritar a los demás, en lugar de compararse directamente con la Santidad y Perfección de Dios; prefiere ponerse al nivel de su prójimo y sentirse superior. (Mateo 5:48)
Tiene un conocimiento superficial de las escrituras: Un fariseo en realidad sí tiene un conocimiento sobre las Escrituras, pero muchas veces era solamente memorístico o literal, en realidad no han comprendido el gran mensaje de amor que Dios nos ha dado y por ello tienden a juzgar a los demás en lugar de simplemente amarlos. (Juan 13:35)
Sigue a “Líderes religiosos”: Esta característica es un resultado inevitable de la condición anterior, como no busca aprender más de Dios ni disfruta de su relación personal con el Creador, se limita solamente a lo que otros le enseñan, en vez de aprender por él mismo de Dios y Su Palabra. (Juan 5:39-40)
Cree ser “bueno” por sus “buenas obras”: Al final de la oración, el fariseo se exalta a sí mismo por las “buenas obras” que hace y cree que es justificado ante Dios por ellas, no sabe que esto no es así, porque delante de Dios nadie será justificado por sus obras. (Romanos 3:20)
Ahora, examinemos concienzudamente la oración del publicano:
“Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.” Lucas 18:13-14
Esta oración es mucho más corta que la del Fariseo, pero podemos ver claramente que tiene mucho más valor ante Dios; vemos brevemente las características de un “discípulo”:
Reconoce a Dios: ¿A quién dirige su oración el Publicano?,… Sí, es a Dios. Él sabe a Quién le está hablando y sabe que es poderoso para perdonarlo.
Reconoce su Pecado: El pecado no nos deja ver a Dios cara a cara, cuando somos conscientes de nuestro pecado y de la Santidad de Dios nos sentimos miserablemente mal y cualquier ser humano normal no podría “aún alzar los ojos al cielo…”
Es Salvo: ¿Cómo descendió el Publicano?,… ¡Justificado!, Es un hijo de Dios, por lo tanto es salvo de Su ira; pero es salvo por su fe, no por buenas obras que haya hecho. La frase “sé propicio a mí” quiere decir que él está consciente que necesita un salvador, alguien justo que pague sus pecados, ya que por sí mismo nunca podría ser salvo.
Se Compara con la Santidad de Dios: Muchas personas suelen compararse con otras todo el tiempo, buscando o excusarse de sus propios errores o sentirse superiores, ambas situaciones están mal. Debemos siempre ser intencionales en compararnos con la Santidad de Dios para que Él nos cubra con Su Gracia y Amor.
Estudia, Medita, Memoriza y Pone en Práctica las Escrituras: Quizás la parte más difícil de nuestra vida puede ser poner en práctica lo que dice la Biblia, puede ser que nos rete como personas a creerle a Dios, sin embargo podemos confiar en Su Palabra. Obedecer produce madurez y carácter.
Sigue a Dios, No a las Personas: El discípulo no va a la iglesia por las personas, ¿Recuerdas que un Publicano generalmente era odiado por las demás personas?, ¿Qué podrían pensar los demás de ver un Publicano en el templo orando?, ¿Le importo eso al Publicano de nuestra historia?, No. Porque Él sigue a Dios, no lo que diga la gente.
Sabe Que Es Salvo Para Hacer “Buenas Obras”: Una vez hemos conocido a Dios y hemos creído en el evangelio de la salvación, nuestra vida ha sido transformada para darle gloria a Dios a través de nuestras acciones, somos salvos y ahora vivimos para hacer “buenas obras” como un “resultado de”, no como un “medio para”.

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