Mateo 6:5-13. Alguien ha dicho que hay dos clases de personas: Las que dicen a Dios “hágase tu voluntad”, y aquellas a quienes Dios tiene que decirles “sálganse con la suya”.
¿A cuál de estos grupos pertenece usted? Cuando Jesús dijo: “Hágase tu voluntad”, sabía muy bien que Dios siempre sabe lo que hace. Hace mucho tiempo, en un reino distante, un monarca no creía en esto que JESÚS había declarado. Tenía, sin embargo, un súbdito que siempre le recordaba acerca de esta verdad y de su bondad.
En todas las situaciones decía: ¡Rey mío, no se
desanime, porque todo lo que DIOS
hace es perfecto. Él nunca se equivoca! Un día el rey salió a cazar junto con
su súbdito, y una fiera de la jungla le atacó. El súbdito consiguió matar al
animal, pero no evitó que Su Majestad perdiese el dedo meñique de la mano
derecha. El rey, furioso por lo que había ocurrido, y sin mostrar
agradecimiento por los esfuerzos de su siervo para salvarle la vida, le
preguntó a este: Y ahora, ¿qué me dices? ¿DIOS
ES BUENO? Si DIOS fuese bueno yo
no hubiera sido atacado, y no hubiera perdido mi dedo. El siervo respondió: Rey
mío, a pesar de todas esas cosas, solamente puedo decirle que DIOS es bueno, y que quizás eso de
perder un dedo, sea para su bien. Todo lo que DIOS hace es perfecto. ¡Él nunca se equivoca! El rey indignado con
la respuesta del súbdito, mandó que fuese metido en la celda más oscura y más
fétida del calabozo. Después de algún tiempo, el rey salió nuevamente para
cazar, y fue atacado, esta vez, por una tribu de indios que vivían en la selva.
Estos indios eran temidos por todos, pues se sabía que hacían sacrificios
humanos para sus dioses. Inmediatamente después que capturaron al rey,
comenzaron a preparar, llenos de júbilo, el ritual del sacrificio. Cuando ya
tenían todo listo, y el rey estaba delante del altar, el sacerdote indígena, al
examinar a la víctima observó furioso: ¡Este hombre no puede ser sacrificado,
pues es defectuoso! ¡Le falta un dedo! Luego, el rey fue liberado. Al volver al
palacio, muy alegre y aliviado, liberó a su súbdito y pidió que fuera su
presencia. Al ver a su siervo, le abrazó afectuosamente diciendo: ¡Querido
siervo, DIOS fue realmente bueno
conmigo! Tú debes haberte enterado que escapé justamente porque no tenía uno de
mis dedos. Pero ahora tengo una gran duda en mi corazón: Si DIOS es tan bueno, ¿por qué permitió
que estuvieras preso? El siervo sonrió, y dijo: Rey mío, si yo hubiera estado
junto a usted en esa caza, seguramente habría sido sacrificado en su lugar, ¡ya
que no me falta ningún dedo! Por tanto, acuérdese siempre: ¡Todo lo que DIOS hace es perfecto, él nunca se
equivoca! La tercera petición que Jesús nos presenta en el “Padre nuestro” nos
revela porque DIOS nunca se
equivoca. Nada es más importante para un creyente que hacer su voluntad. ¿De
qué se trata? “HÁGASE TU VOLUNTAD”, EL IMPERATIVO MÁS GRANDE, ¿qué significa la voluntad de DIOS EL PADRE? (Ef. 1:11). Cuando JESÚS nos presentó la tercera petición del “PADRE NUESTRO”, nos reveló
uno de los asuntos más serios del carácter de DIOS: su voluntad. Este imperativo implica que lo que DIOS es y hace debe ser obedecido. Por
supuesto que la pregunta en cuestión ningún ser humano podrá responderla,
porque nadie puede conocer sus designios. Pese a esto, se puede entender
la voluntad de DIOS como revelada en
distintos escenarios. Alguien la presentó de esta manera: “Podemos hablar de la
voluntad de Dios decretada, soberana, permisiva, universal, histórica,
nacional, grupal, individual, y demás variantes. Por ello, aceptamos que su
estudio contempla muchas y variadas perspectivas. Entendemos que la voluntad de
Dios es predestinada, pero a la vez tiene presente la libertad moral. Es
perfecta, pero incluye la imperfección del pecado. Es incondicional, pero
también establece condiciones. Es inmutable, pero no pasa por alto las diversas
decisiones humanas”. Una cosa es definitiva
en relación a la voluntad de DIOS,
que ÉL es el Creador y el Director de la
obra, y al final “hace todas las cosas según el designio de su voluntad” (Ef.
1:11). ¿Qué significó la voluntad de DIOS
para el Hijo? (Mt. 26:42). Significó todo. Hacer la voluntad del Padre fue su mayor deleite. No
hubo nada en el Hijo que no fuera llenado por la voluntad del Padre. Sus propias palabras así
lo confirman: “No puedo yo hacer nada por mí mismo… porque no busco mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió, la del Padre." (Jn. 5:30). JESÚS nunca dudó en querer hacer la
voluntad del que lo envió. Su más grande testimonio queda corroborado con estas
palabras: "…porque yo hago siempre lo que le agrada (Jn. 8:29). En la
oración de su agonía en el Getsemaní, acoge totalmente esta voluntad: “PADRE
MÍO, SI NO PUEDE PASAR DE MÍ ESTA COPA SIN QUE YO LA BEBA, HÁGASE TU VOLUNTAD”.
Todos sabemos que esta ha sido la oración más difícil. Ver a CRISTO en esa batalla en el huerto,
debiera conmovernos ante semejante sacrificio
hecho por nuestros pecados. Cuando JESÚS
dijo: “Hágase tu voluntad”, en ese momento puso su alma en agonía y rindió al Padre su propia voluntad. Pero sobre todo, cuando él oró de esta forma
enfrentó la cobardía de la traición. Si alguien supo lo que es hacer la
voluntad del Padre fue CRISTO. Por
esto es que nos dice ahora: “Hágase tu voluntad…” ¿QUÉ SIGNIFICA LA VOLUNTAD DE DIOS PARA NOSOTROS? (Ro. 12:2).
Bueno, debiera significar lo mismo que significó para CRISTO: AGRADAR A DIOS, rendir nuestra voluntad a la suya y
sacrificarnos, si eso es lo que el Padre nos pide. Pero en la práctica no
siempre es así. Por un lado tenemos una concepción inadecuada de lo que es la
voluntad de Dios cuando pensamos en aplicarla, pues pudiéramos ver a DIOS como un ser caprichoso que si no
hacemos lo que él nos dice, nos castiga. Y por otro lado, es ese deseo de
querer ver a DIOS obrando en
nuestras vidas a la brevedad posible. La verdad es que no tenemos paciencia
para esperar en DIOS. NO
SON POCOS LOS QUE DESEARÍAN QUE DIOS LES
DIGA AUDIBLEMENTE QUÉ HACER, dónde trabajar, dónde vivir, con quién
casarse… ¡pero ahora! Sin embargo, NADA
DE ESO OCURRIRÁ SI PRIMERO NO ESTOY EN SINTONÍA CON SU VOLUNTAD. El
problema por el cual no siempre conozco la voluntad de DIOS es porque mi propia vida es un reflejo de otra cosa. ¿QUIERE
USTED EXPERIMENTAR LA VOLUNTAD DE DIOS? Por favor lea Romanos
12:2. Cuando usted aplica este texto, no sólo comprobará esa voluntad, sino
que descubrirá que ella es buena, agradable y perfecta. Entonces si orará:
“Hágase su voluntad”. “COMO EN EL CIELO”,
LA MÁS GRANDE OBEDIENCIA. La voluntad de DIOS se cumple en el cielo (Sal. 103:19-21). Si bien es cierto que
en el cielo se dio una vez una rebelión, creando con ello la infernal figura
del diablo y sus demonios, el cielo sigue siendo un lugar donde se cumple
cabalmente la voluntad de DIOS.
Nadie allí protesta sus decisiones. Hay una felicidad perpetua de todos
sus habitantes en querer cumplir con la
voluntad de DIOS. Considere que
mientras más rango poseen los ángeles, más sumisos se hacen a la voluntad de DIOS.
El salmista nos da un vistazo de esa obediencia celestial cuando
describe la forma cómo los ángeles, siendo aún “poderosos en fortaleza”,
ejecutan la palabra de DIOS. Hay
una abnegada obediencia de todas esas
criaturas a su Creador, cuando él los llama “Ministros suyos”, quienes forman
parte del “gran ejercito de DIOS”.
Todos ellos cumplen y hacen su voluntad. Bien pudiera uno imaginarse cuán listos estarán los ángeles para hacer la voluntad de DIOS, y el agrado de sus
corazones cuando están ejecutando la voluntad de DIOS, aún aquellas misiones que incluyeron la muerte de los hombres
(2 Sam. 24:16). Sin embargo vea el contraste: en la tierra su voluntad no se
cumple y con frecuencia es olvidada. ¿Por qué esta diferencia? La voluntad de DIOS en el huerto del Edén (Gn.2:8).
Cuando JESÚS dijo: “Hágase tu
voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”, puso de manifiesto que la voluntad de DIOS se cumplió de una manera
perfecta antes que se abriera una brecha por el pecado. El texto de
Génesis 2:8 nos dice que el hombre fue puesto en el Paraíso de DIOS donde la obediencia era perfecta.
Así que hubo un tiempo cuando la criatura y el Creador vivían en una perfecta
armonía, donde el hombre hacía siempre la voluntad de DIOS, y donde todos sus designios eran completamente buenos. Era el
tiempo cuando no había ninguna línea divisoria entre el cielo y la tierra, pues
la voz de DIOS se paseaba con toda
libertad en el huerto del Edén. Fue el
tiempo cuando la más genuina pureza reinaba sobre la tierra y cuando la
felicidad era la nota distintiva del Paraíso divino. Pero la petición, “como en
el cielo”, significa que el tiempo llegará cuando todo volverá a ser otra vez
restaurado. El asunto es que DIOS no ha dejado de ser Rey arriba y abajo. Y su voluntad que fue
cumplida al principio, se cumplirá en el futuro. El momento está por llegar
cuando el hombre solo querrá vivir para agradar a DIOS, pues su “voluntad da gozo”. ¿Cómo se hace la voluntad de DIOS en el cielo? (Sal. 73:25). El
salmista hizo la gran pregunta que sirve como guía al momento de reconocer el
dominio de DIOS, su morada y sus designios. Ojalá que la misma certeza que él
tuvo sea la que abunde en nuestros corazones cuando se nos plantee el reto de
hacer la voluntad de DIOS. El
salmista sabía que en el cielo había muchas cosas lindas y buenas, pero lo más
importante era saber que allí estaba DIOS,
y esa presencia era la que más deseaba
en la tierra. ¿Qué es lo que más desea usted en la tierra? Pero, ¿cómo
se cumple la voluntad de DIOS en el
cielo? En el cielo se hace la voluntad de DIOS
de una manera invariable. Nada la hace cambiar. Cuán distinto es hacer la
voluntad de DIOS en la tierra.
Considere su propia vida. Mire su mundo cambiante. Un día toma la decisión de
vivir sólo para el Señor, de consagrarle sus dones, talentos, tiempo, dinero,
etc., pero el siguiente domingo ya todo pasó. Seguramente requiere de otro
sermón para volver a tomar otra decisión. Vea, por otro lado, que en el cielo
se hace la voluntad de DIOS de una
manera instantánea. No hay reuniones de comisiones, o largas discusiones para
ver si se cumple. Allí nadie se queja para hacerla. Se hace.“ASÍ TAMBIÉN EN LA
TIERRA”, NUESTRO MÁS GRANDE DESAFÍO La voluntad de DIOS revelada (Dt. 29:29). Hay muchas cosas que DIOS no nos ha querido revelar, pues
solo le pertenecen a él como ser infinito y eterno. Sin embargo, hay cosas
reveladas que nos pertenecen y han sido manifiestas por la palabra divina. Deuteronomio
29:29 nos ha indicado que hay una voluntad de DIOS revelada que debe ser obedecida. Esta es la voluntad de la
cual JESÚS ha pedido que se haga en
la tierra, como ya se hace en los cielos. Cuando exploramos algunos de los
tantos textos que nos hablan de Su voluntad revelada, nos topamos con aquellas
demandas de la palabra de DIOS que
nos confrontan sobre lo que es una vida de excelencia. Déjeme ponerle un
solo ejemplo. Pablo nos dice que la “voluntad de DIOS es vuestra santificación…” (1 Tes. 4:3). ¿Por qué se nos exige
una vida de santidad aquí en la tierra? Porque “sin santidad nadie verá el
Señor”. Sabido es que ni el pecado ni la sangre heredarán el reino de DIOS, por lo tanto esta exigencia es
lógica por la clase de vida que nos
espera. La santidad no es una opción para la vida del creyente (1 Pe.1:15, 16).
Y esto es, en efecto, su desafío mayor. La santidad es lo que DIOS espera de nosotros porque él es un
DIOS SANTO. La voluntad de DIOS aplicada (Jn. 7:17). En la tercera
petición del “Padre nuestro”, JESÚS nos ayuda a ubicar toda nuestra
vida en el centro del propósito de DIOS.
Si somos honestos, el asunto de conocer y hacer la voluntad de DIOS
es la más grande batalla a la que nos enfrentamos siempre. La verdad es que no siempre encontramos en la
Biblia respuestas a muchas de nuestras preguntas que tienen que ver con nuestro
diario andar. Vea lo que le quiero decir. Usted está aplicando para un trabajo
y se le presenta la oportunidad. ¿Debo aceptarlo o no? Hay una persona que me
gusta mucho. Ambos estamos muy enamorados. ¿Será la voluntad de Dios que nos
casemos? Vivo con mis padres, pero cada día me doy cuenta que nuestra relación
se hace insostenible. ¿Qué debo hacer?
¿Debo abandonar a mis padres y vivir por mi propia cuenta? En la iglesia
no me toman en cuenta; es más, me siento ignorado hasta por mi pastor. ¿Debo
buscar otra iglesia en la que me acepten mejor? Semejantes preguntas parecieran
reclamar una urgente respuesta. Pero estas preguntas no debieran formar parte
de nuestras dudas, si nos sometemos en
obediencia y en oración a su santa voluntad. Si estamos dispuestos hacer la
voluntad de DIOS, descubriremos que
ella es “buena, agradable y perfecta”. Viva la realidad de Romanos 12:2. CONCLUSIÓN:
La verdad de lo que JESÚS nos
plantea en la petición del “Padre nuestro”, y en el imperativo para hoy, es que
si no hacemos la voluntad de DIOS,
hacemos la nuestra. Esta es una decisión cotidiana. Nos cuesta entender la
voluntad de DIOS, pero más nos
cuesta obedecerla. Pero ¿POR QUÉ NOS
CUESTA TANTO HACER LA VOLUNTAD DE DIOS? Porque no siempre vivimos en
comunión con él. Se dio cuenta que JESÚS no tuvo problemas en hacer la voluntad de DIOS. Es cierto que cuando le tocó
enfrentar la cruz luchó y oró agónicamente por lo que implicaba enfrentar la
ira del Padre, pero aún estando allí dijo: “No sea hecha mi voluntad, sino la
tuya”. Este es el reto de sus
seguidores. Nacimos como hijos de DIOS para
hacer su voluntad, lo cual es sinónimo de gozo y paz. PERO HACER NUESTRA VOLUNTAD ES SINÓNIMO DE FRACASO. ¿QUÉ ESCOGEMOS
HACER? DIGAMOS CON EL SALMISTA: “EL HACER TU VOLUNTAD, DIOS MÍO, ME HA
AGRADADO” (SAL. 40:8).
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