“…y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca…”
JESUCRISTO
“Es tan sólo por la FIDELIDAD EN LAS COSAS PEQUEÑAS que un verdadero y constante amor a Dios puede ser distinguido de un fervor de espíritu pasajero”.
Las oportunidades prueban nuestra fidelidad en producir fruto. La manera de aprovechar las oportunidades es produciendo resultados (frutos). Llenar nuestro tiempo con actividades y rutinas sin producir resultados tangibles es un desperdicio. Las personas exitosas están motivadas al logro de propósitos. Son impulsadas por vencer obstáculos, alcanzar metas, crecer y ser útiles a otros. Una empresa comercial existe para producir ganancias. Una institución filantrópica funciona con la mira de ayudar efectivamente a otras personas. Una iglesia encuentra su razón de ser cuando gana almas para Dios. El fruto es la recompensa del trabajo productivo. Particularmente la Biblia refleja este enfoque. Bajo la perspectiva bíblica las oportunidades se nos brindan para generar fruto (resultados) y así probar nuestra fidelidad. Dios ha hecho una gran inversión en nosotros y espera obtener rentabilidad de esa inversión. Dios no invierte para perder. Dios tiene mente empresarial. Piensa en términos de dividendos y resultados. Los dones dados por Dios son proporcionales al fruto esperado Mientras más dones recibimos, más fruto se espera de nosotros. Dios concede oportunidades, de acuerdo a la habilidad y fidelidad para hacer uso de ellas. Cada persona tiene la misma oportunidad de ser fiel en el uso de lo que Dios le ha dado. Seremos juzgados por nuestra fidelidad en producir fruto, no por el número de dones o el tamaño de la obra asignada. La vara que Dios usa para medir nuestro desempeño se llama fidelidad. Si partimos del hecho de que Dios nos comisiona, atendiendo a nuestras capacidades, con las cuales nos ha dotado, si somos fieles los resultados deben generarse. Ser fiel, en el lenguaje bíblico, es actuar con responsabilidad, diligencia y apego a las normas y valores de la persona o institución para la cual laboro. En el medio religioso, generalmente, se define fidelidad en términos de creencia. Pensamos que al mantener las creencias ortodoxas estamos cumpliendo el mandato de Jesús de ser fieles. Nos llamamos “los paladines de la fe”. Pero las palabras de Jesús significaban mucho más que adherencia a las creencias, cuando hablaba de fidelidad. El definió la fidelidad en términos de comportamientos y actos de obediencia, es decir, estar dispuestos a realizar sin dilación el trabajo encomendado, estar dispuesto a correr riesgos para producir resultados. Dios espera que seamos productivos, que generemos dividendos. Esta aseveración se desprende de sus palabras: ”En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y así seáis mis discípulos”. Las acciones mismas de Dios en nuestras vidas van dirigidas a prepararnos y entrenarnos para que llevemos mucho fruto. “Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará para que lleve más fruto”. Así como el jardinero corta y poda las plantas para que estén en capacidad de llevar más fruto, así Dios actúa en nuestras vidas, podando y cortando, vale decir, formándonos para que seamos aptos para producir fruto abundante, “a ciento por uno”. DIOS desea que experimentemos el gozo de generar fruto. EL EJEMPLO MÁS CLARO DE ESTA VERDAD ES LA PARÁBOLA DE LOS TALENTOS DE MATEO 25:14-30. Los dos hombres que duplicaron los talentos que su amo les había dado fueron llamados “siervos buenos y files”. En otras palabras, ellos probaron su fidelidad corriendo riesgos que produjeron frutos. El siervo pasivo y temeroso que no hizo nada con el talento que le habían dado, no produjo ningún resultado para su señor porque no estuvo dispuesto a correr riesgos. A él se le llama “siervo malo y negligente”, en contraste con los otros dos hombres a quienes se les llama “fieles” por producir resultados. El propósito de Dios al mostrar esta historia es claro: Dios espera ver resultados. Dios quiere que seamos productivos. Nuestra fidelidad se muestra por nuestros resultados. La fidelidad se mide en términos de resultados, Ser fiel es focalizarse en los resultados, lo cual no quiere decir que olvidemos las personas, sino que estemos motivados al logro. Tampoco quiere decir obtener resultados a toda costa; tan importantes son los resultados como el proceso. Para algunas personas lo importante es tener la sensación de estar ocupados, o cumplir con la tarea asignada. Pero estar ocupados no significa ser productivo. La actividad no es logro. Laborar mucho no conlleva necesariamente a resultados. Podríamos llamar esa actitud de hacer sin pensar en los resultados, trabajo burocrático o rutina laboral. En el campo religioso, lo llamamos activismo eclesiástico. Pero Dios desea que sus hijos sean tanto fieles como fructíferos. Ser fructíferos es la manera de glorificar a Dios:”En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos”. A Dios le agrada que seamos fructíferos. Dice la palabra de Dios: ”Para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra”. Jesús no espera que produzcamos más de los que podemos, más allá de nuestra capacidad, pero si espera que produzcamos todo lo que podemos, con nuestro mayor esfuerzo y mediante su poder que está en nosotros. Muchas veces, esperamos muy poco de Dios e intentamos hacer muy poco para él. Si usted no está corriendo riesgos en su ministerio, en su trabajo, en sus negocios, entonces necesita fe. Somos llamados a ser productivos donde Dios nos ha dado la habilidad y la oportunidad. Comprométase a ser productivo. Este listo para producir rápidamente, lo cual no significa hacerlo con ligereza, sino diligentemente, con responsabilidad. La fidelidad se observa en el cultivo del carácter Ahora, la fidelidad en llevar frutos no sólo se limita a producir resultados para el reino de Dios, sino que también tiene una aplicación personal. Está relacionada con el tipo de carácter que desarrollamos y, en consecuencia, con el tipo de conductas y actitudes que manifestamos. En eso también se observa la fidelidad. Jesús dijo que “por el fruto se conoce el árbol”. Dado que nuestra vida es ilustrada en forma figurativa como un árbol, debemos responder la pregunta: ¿Qué clase de fruto hay en mi árbol? No podemos dar lo que no tenemos. Dice también la Biblia: “...de la abundancia del corazón habla la boca”. Por otra parte, sin fruto interno es difícil producir fruto externo. ¿Qué tiene Ud. para dar? La repuesta a esta pregunta depende del tipo de fruto que usted está produciendo. ¿Qué estamos produciendo para dar? La mayoría de las personas concentran sus esfuerzos en recoger frutos en lugar de producirlos. Es más fácil ser un consumidor que ser un productor; por eso hay tantas personas alrededor de nosotros con necesidades que pocos pueden cubrir.
Puntos clave:
1. Las oportunidades se nos brindan para generar resultados (frutos)
2. Ser fiel es actuar con responsabilidad, diligencia y apego a las normas y valores de la persona o institución para la cual laboro.
3. Nuestra fidelidad se muestra por nuestros resultados.
4. Somos llamados a ser productivos donde Dios nos ha dado la habilidad y la oportunidad.
Para reflexionar:
1. ¿Está usted aprovechando las oportunidades y talentos que Dios le ha concedido?
2. ¿Prefiere ser consumidor de frutos? O ¿Prefiere ser productor de frutos?
3. ¿Qué clase de fruto está produciendo usted para dar a otros?
Pasos a seguir:
1. Sea fiel a Dios y a usted mismo, utilizando los dones y talentos que posee, para generar resultados que le beneficien a usted y a otras personas.
2. Establezca mecanismos de control y seguimiento, que le garanticen que está avanzando en la consecución de sus metas. La idea no es estar ocupado, sino ser productivo.
Por Arnoldo Arana
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