Introducción: Cuando el apóstol Pablo estaba prisionero con Silas por predicar la fe en Jesús, en el calabozo de más adentro de la cárcel de Filipos, con los pies en el cepo y sus espaldas heridas por los azotes, “a medianoche comenzaron a cantar a Dios y los presos los oían… entonces de repente sobrevino un gran terremoto, y al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron”, cuando el panorama es oscuro y complicado, en necesario depositar nuestra confianza en Dios…
I. LA REALIDAD DE LAS PRUEBAS O CRISIS.
A. Aparecen por voluntad de Dios o por nuestras
malas decisiones, Lc. 23:
26-27.
Nota: El momento de la crucifixión del Señor era
doloroso para todos: para Jesús, para los discípulos, y para las multitudes que
seguían al maestro, pero Jesús estaba haciendo la voluntad del Padre: entregar
su vida en sacrificio por nosotros, pero en otras ocasiones nuestra vida vive
momentos críticos, porque tomamos malas decisiones (no son pruebas, sino
consecuencias), por ejemplo Moisés no entró a la tierra prometida por golpear
la Roca.
Nota: Jesús a quienes están llorando les dice:
“clamen por ustedes, y por sus hijos”… pues si esto hacen con el árbol verde,
cuánto peor será lo que harán con el seco?” es como decir: “si esto hacen con
el inocente, que pasará con los culpables?” pues Jesús está profetizando aquí,
lo que vendrá, es decir tiempos de destrucción para Jerusalén… La comunión
sincera con Dios les iba a fortalecer en medio de esa futura situación (vemos
que Jesús las llama: “Hijas de Jerusalén”, vrs. 28, pues no venían de Galilea,
eran observadoras locales, sus lágrimas eran de dolor por el sufrimiento del
reo, no de arrepentimiento). Te invito a leer más respecto al sacrificio del
Señor en: "Crucifixión y Muerte De Jesús".
Nota: Es fundamental sostener nuestra comunión con
Dios en todo tiempo, por eso el apóstol Pablo también nos dice: “fortaleceos en
el Señor, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día
malo y permanecer firmes”.
II. EL TEMOR DE DIOS ES UNA FORTALEZA EN MEDIO DE
TIEMPOS DIFÍCILES.
A. A veces nuestros tiempos son humanamente
incomprensibles, Lc. 23: 32-43.
Nota: Sin duda, éste momento era difícil de
entender para la multitud y para los discípulos, para su madre y sus hermanos.
Podemos considerar varias razones para pensar así:
1. ¿Por qué morir de manera tan deshonrosa, y en
medio de criminales?
2. ¿Por qué ahora, en la plenitud del ministerio?
3. ¿Por qué ahora, cuando hay tanto por hacer y
tanto que conquistar?
4. ¿Por qué si sólo lleva tres años con sus
discípulos?
Y seguramente muchas otras preguntas, pero la
voluntad de Dios estaba detrás de todo esto, finalmente Dios sabía lo que
estaba haciendo, aunque en la tierra no se entendía lo que estaba pasando en el
momento.
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B. El temor de Dios nos fortalecerá y nos llevará
al propósito de Dios, vrs. 40.
Nota: La Biblia dice que: “el temor de Dios es el
principio de la sabiduría”, “el temor de Dios es un tesoro”, el temor de Dios
debe ser la pareja inseparable de la fe, veamos Hebreos 11:7 (Noé no entendía,
no veía, pero creyó, y con temor de Dios construyó por 120 años el arca). El
temor de Dios te hace pensar: “no entiendo, pero creo. No comprendo, pero
confió en Su amor y Su cuidado, no entiendo lo que está pasando, pero le
seguiré, no comprendo, pero voy a obedecerle”.
III. LA CONFIANZA EN DIOS, SIEMPRE TRIUNFARÁ.
A. Dios siempre nos impulsa hacía el cumplimiento
de su voluntad, Lc. 23:44-46.
Nota: Dios usará muchas cosas para llevarnos al
cumplimiento de su plan, algunas dolorosas como ésta (la crucifixión). Nuestra
vida puede experimentar cambios repentinos, incomprensibles, difíciles, quizá
dolorosos, pero siempre al final comprobaremos una cosa: Dios es bueno. Jesús
dijo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” la palabra encomiendo es
traducida del griego “paratithemi” que también significa: poner cerca de,
encomendar, confiar, ofrecer, depositar. Jesús depositó, ofreció o confió su
vida totalmente en las manos de la voluntad del Padre celestial.
B. Cuando tú confías en Dios, la creación, el reino
espiritual, y los hombres glorificarán al Señor, Lc. 23:47-49.
Nota 1: El centurión romano (un gentil, capitán de
100 soldados romanos) “dio gloria a Dios diciendo: Verdaderamente éste hombre
era justo”. Toda la multitud que le seguía y sus conocidos que venían desde
Galilea, vieron lo sucedido: Jesús había muerto. Sin embargo, Jesús confió en
su Padre celestial, confió en Sus promesas (que al tercer día lo levantaría de
entre los muertos) y tres días después, ángeles y demonios, discípulos y
seguidores, eran testigos de su victoria sobre la muerte, Cristo había resucitado.
Nota 2: Fueron días difíciles para los discípulos
(soledad, fracaso, desanimo…), y aún para las multitudes, pero eran tiempos de
cambio (a veces no entendemos los cambios a los cuales Dios nos somete, pero él
sabe lo que hace, era necesario lo que estaba sucediendo). Pues nacería la
Iglesia del Señor, vendría el derramamiento del Espíritu Santo, los apóstoles y
la iglesia caminarían en nuevos niveles de unción, poder y autoridad, el
evangelio llegaría a los confines del mundo conocido.
Conclusión: Dios sabe lo que hace, todo está en sus
manos y en esa verdad, deben descansar nuestros corazones… debemos confiar en
el Señor en medio de los tiempos difíciles, con temor de Dios conducirnos en
nuestra vida, y con la confianza de que Dios, nuestro Dios todopoderoso,
continua en Su trono gobernando y tiene el dominio de todas las cosas.
Escrito por Pastor Gonzalo Sanabria
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