EL
SOMETIMIENTO TOTAL A DIOS ES LA CLAVE DEL VERDADERO CRISTIANO, PARA SER SALVO Y
RECIBIR LAS BENDICIONES DE DIOS.
VEAMOS EN QUÉ CONSISTE.
La base del cristianismo es el sometimiento total a
DIOS, lo que dicho de otra manera, significa una total renuncia a todo lo
mundano que daña, que no edifica, que lleva al pecado, y entregar todo lo que
soy y lo que tengo al Padre: mi vida, mis relaciones, mis sueños, mis gustos y
deseos, entre otras cosas. y ponerlos bajo su autoridad y gobierno.
Jesús dijo en Lucas 14:33: “Así, pues, cualquiera
de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.
Dios no acepta a las personas a medias, como nos hacen creer en muchas iglesias
en las que nos dicen “Acepta al Señor en tu corazón y serás salvo”, como si
fuera ÉL quien estuviera mendigando pertenecer a nosotros, y no es así, esta ABERRACIÓN, es una distorsión, del verdadero evangelio, que predico JESUCRISTO y sus apostoles.
Porque si bien es cierto que Él dio su vida por
nosotros, Él a cambio nos demanda arrepentimiento genuino y sometimiento total
a su Voluntad, o de lo contrario no hay Pacto ni tampoco Salvación, como muchos
aseguran.
Pero el sometimiento total a Dios significa que nos
quitará todo lo que tenemos? No necesariamente, aunque si hay algo que tiene
que quitar lo hará, porque Dios siempre quiere lo mejor para nosotros como el
Padre perfecto que es.
Las intenciones de Dios son las de poner orden en
nuestras vidas y orientarnos hacia sus planes perfectos, como lo ratifica en
Jeremías 29:11 cuando dice: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de
vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que
esperáis”.
Lo que significa el sometimiento total a Dios
El sometimiento total significa una completa
renuncia de nuestro yo interno, de nuestra voluntad, para someternos a la
Voluntad del Padre. Es un reordenamiento de nuestra vida dentro de unos
lineamientos o reglas dados por Dios, los diez mandamientos, que nos guían
siempre a obrar con bondad y justicia, a obedecer siempre a Dios y sus
preceptos. Veamos algunos ejemplos:
Enamorarse está permitido siempre y cuando no sea
de alguien que ya está comprometido o casado.
Tener sexo, una de las cosas quizás más
maravillosas que Dios nos ha dado, son aceptadas por Dios pero con alguien del
sexo opuesto y siempre dentro del matrimonio.
Tener dinero es maravilloso siempre y cuando se consiga
legalmente, sin robar a otros y tenerlo como un medio para vivir, para ayudar a
otros, para extender el reino de Dios y no como la meta principal de la vida.
El dinero debe ser nuestro esclavo para fines de beneficio y no nuestro amo.
Pero además, no mentir, no juzgar ni criticar, ser
tolerantes con otros, ayudar y servir al prójimo, no codiciar ningún bien ajeno
ni la pareja ya comprometida de otra persona. Controlar el temperamento, en una
palabra, morir a nosotros mismos y a la carne para andar en el espíritu.
Además debemos aprender a contar con Dios para todo
y a diario, a perdonar, a amar al prójimo y aún a nuestros enemigos,
desarrollando el fruto del Espíritu mencionado en el libro de Gálatas 5:22-23:
“Más el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre, templanza”.
El sometimiento a Dios trae bendición
Pero lo mejor de someternos a Dios es que obtenemos
de Él respaldo, bendición y favor. Un ejemplo muy claro mencionado en la Biblia
de alguien que supo someterse a Dios fue David, quien siendo un simple pastor
de ovejas fue escogido por Dios para ser Rey de Israel y de quien Dios mismo
dijo: “He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará
todo lo que yo quiero”, Hechos 13:22. Y gracias a esto, de su descendencia Dios
levantó a Jesús, el Salvador.
David se caracterizó por querer agradar a Dios, por
querer hacer su Santa Voluntad. David no solamente escuchaba a Dios sino que lo
obedecía. El Rey David se caracterizó por poner a Dios en el primer lugar de su
vida y por eso siempre tenía el favor de Dios y era respaldado por Él en todo
lo que emprendía. Él siempre actuó según la Voluntad y el propósito de Dios.
Sin embargo, no es fácil someterse a Dios, cuando
vivimos en un mundo en el que se nos enseña a ser independientes y a desechar a
Dios. Es por eso que para someternos debemos estar completamente enamorados de
Dios, tener una estrecha relación con Él a través de la oración y el estudio
diario de su Palabra, pero siempre de la mano del Espíritu Santo que nos ayuda
en el proceso.
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