martes, 22 de noviembre de 2016

YUGO DESIGUAL



El versículo 14 del capitulo 6 del libro de  Corintios dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” El apóstol profirió estas palabras basándose en el hecho de que su boca se había abierto para con los creyentes y en que su corazón se había ensanchado para con ellos, como dijo en el versículo 11. Habiendo establecido Pablo el hecho de que la plena reconciliación es la plena salvación, lo cual resulta en el ensanchamiento del corazón, él exhorta a los creyentes corintios a que no se unan en yugo desigual con los incrédulos.

La palabra “desigual” del versículo 14 implica una diferencia de género. Esto se refiere a Deuteronomio 22:10, donde se prohíbe unir en un mismo yugo dos animales de especie diferente. Los creyentes y los incrédulos son personas diferentes. Debido a la naturaleza divina y a la posición santa de los creyentes, ellos no deben unirse en un mismo yugo con los incrédulos. Esto debe aplicarse a todas las relaciones íntimas que puedan existir entre creyentes e incrédulos, y no sólo al matrimonio y a los negocios.

Estas palabras indican que los creyentes corintios se habían unido en yugo desigual con los incrédulos, y ellos no se habían apartado para Dios separándose de la gente mundana, lo cual significa que no estaban completamente, reconciliados con Dios. Por eso, el apóstol les exhortó a que no se unieran en yugo desigual con los incrédulos, y a que se apartaran de ellos para poder ser completamente reconciliados con Dios, es decir, conducidos de nuevo a Él.
Según el Antiguo Testamento, el ganado pertenecía a dos categorías: los limpios y los inmundos. Los limpios rumiaban y tenían la pezuña hendida. Las ovejas y los bueyes eran animales limpios, mientras que los asnos, los caballos, las mulas y los cerdos, no lo eran. Por tanto, Deuteronomio 22:10 declara: “No ararás con buey y con asno juntamente”. Aquí vemos que la ley exigía que los hijos de Israel no debían unir bajo el mismo yugo a un animal limpio y a un animal inmundo, que no los debían unir con el mismo yugo. Un animal limpio, como por ejemplo el buey, se podía ofrecer a Dios, mas no un animal inmundo. Por consiguiente, el animal limpio y el inmundo eran desiguales.
En 6:14, a Pablo no le interesa meramente enseñar la ley; lo que sí le interesa es el significado espiritual de la ley. Hoy en día, nosotros, los creyentes, somos las personas limpias; somos los bueyes y los corderos que se ofrecen a Dios. Los incrédulos, en cambio, son inmundos, y no debemos unirnos en yugo desigual con ellos.
Unirnos en yugo desigual con los incrédulos equivale a ser distraídos de tal modo que nos apartamos de Dios. Liberarnos de ese yugo desigual equivale a volver a Dios y ser reconciliados con Él. Por ejemplo, un hermano no debe casarse con una persona incrédula. Casarse con un incrédulo es unirse en yugo desigual, lo cual alejaría de Dios al hermano. Asimismo, asociarse en un negocio con un incrédulo es también unirse en yugo desigual. Supongamos que un creyente y un incrédulo son socios en un negocio, y comparten los mismos intereses y metas. De hecho, ellos son un par unido en yugo desigual. Esta clase de asociación, de unión, debe terminar. Todo aquel que se involucre en una asociación de negocio de esta manera, se alejará de Dios a causa del negocio. El negocio lo alejará de Dios cada vez más. Todo hermano que se encuentre en una situación así, debe deshacerse de ese yugo desigual relacionado con el negocio y ser reconciliado con Dios, volver a Dios.
Además, la amistad con los incrédulos puede ponernos bajo un yugo desigual. A los jóvenes en especial, les gusta hacer amigos. Hermanos y hermanas jóvenes, si ustedes desarrollan amistades íntimas con incrédulos, eso les pondrá bajo un yugo desigual. Esta clase de relación los alejará de Dios. Sus amigos incrédulos no les ayudarán a acercarse más a Dios; por el contrario, los alejarán de Él. Mientras mantengan esa amistad desigual, serán distraídos y se alejarán más y más de Dios. Por tanto, Pablo nos exhorta a que no nos unamos en yugo desigual con los incrédulos, a fin de que seamos preservados en Dios y devueltos plenamente a Él.
LA DIFERENCIA QUE EXISTE ENTRE LOS CREYENTES Y LOS INCRÉDULOS
En 6:14-16 el apóstol usa cinco ejemplos para describir la diferencia que existe entre los creyentes y los incrédulos diciendo que no puede haber: ningún compañerismo, ningún intercambio, entre la justicia y la injusticia; ninguna comunión entre la luz y las tinieblas; ninguna concordia, armonía, entre Cristo y Belial; ninguna parte, ninguna porción, compartida por un creyente y un incrédulo; ningún acuerdo, ningún consentimiento, entre el templo de Dios y los ídolos. Estos ejemplos también revelan el hecho de que los creyentes son justicia, luz, Cristo y el templo de Dios; y que los incrédulos son injusticia, tinieblas, Belial (Satanás, el diablo) e ídolos.
En el versículo 14 Pablo declara: “¿Qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” No debe existir ninguna clase de comunicación entre la justicia y la injusticia; no debe haber ninguna relación, ningún compañerismo entre ellas. Asimismo, la luz y las tinieblas no tienen nada que ver la uno con la otra; no pueden tener ninguna comunión. Como creyentes, nosotros estamos en la luz. Si tenemos comunión, o amistad íntima, con los incrédulos, esa clase de amistad es comunión entre la luz y las tinieblas. Cuando un creyente se casa con un incrédulo, ese creyente participa de la comunión entre la luz y las tinieblas.
En el versículo 15 Pablo añade: “¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” Belial es otro nombre de Satanás, el diablo. No puede haber concordia entre Cristo y el diablo. Nosotros, los creyentes, somos de Cristo, y los incrédulos son de Satanás. Si amistamos con los incrédulos, esto significa que establecemos concordia entre Cristo y Satanás. El creyente no tiene parte alguna con el incrédulo.
En el versículo 16 Pablo dice además: “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos el templo del Dios viviente, como Dios dijo: ‘Habitaré entre ellos y entre ellos andaré, y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo’ ”. Aquí vemos que no debe existir ningún acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos. Los incrédulos tienen ídolos, pero nosotros somos el templo de Dios. ¿Cómo podría haber una relación estrecha entre los creyentes y los incrédulos?

Extracto del mensaje 43 del Estudio-vida de 2 de Corintios por Witness lee  www.lsmespanol.org/

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