El versículo 14 del capitulo 6 del libro de Corintios dice: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” El apóstol profirió estas palabras basándose en el hecho de que su boca se había abierto para con los creyentes y en que su corazón se había ensanchado para con ellos, como dijo en el versículo 11. Habiendo establecido Pablo el hecho de que la plena reconciliación es la plena salvación, lo cual resulta en el ensanchamiento del corazón, él exhorta a los creyentes corintios a que no se unan en yugo desigual con los incrédulos.
La palabra “desigual” del versículo 14 implica una diferencia de género. Esto se refiere a Deuteronomio 22:10, donde se prohíbe unir en un mismo yugo dos animales de especie diferente. Los creyentes y los incrédulos son personas diferentes. Debido a la naturaleza divina y a la posición santa de los creyentes, ellos no deben unirse en un mismo yugo con los incrédulos. Esto debe aplicarse a todas las relaciones íntimas que puedan existir entre creyentes e incrédulos, y no sólo al matrimonio y a los negocios.
Estas palabras indican que los creyentes corintios
se habían unido en yugo desigual con los incrédulos, y ellos no se habían
apartado para Dios separándose de la gente mundana, lo cual significa que no
estaban completamente, reconciliados con Dios. Por eso, el apóstol les exhortó
a que no se unieran en yugo desigual con los incrédulos, y a que se apartaran
de ellos para poder ser completamente reconciliados con Dios, es decir,
conducidos de nuevo a Él.
Según el Antiguo Testamento, el ganado pertenecía a
dos categorías: los limpios y los inmundos. Los limpios rumiaban y tenían la
pezuña hendida. Las ovejas y los bueyes eran animales limpios, mientras que los
asnos, los caballos, las mulas y los cerdos, no lo eran. Por tanto,
Deuteronomio 22:10 declara: “No ararás con buey y con asno juntamente”. Aquí
vemos que la ley exigía que los hijos de Israel no debían unir bajo el mismo
yugo a un animal limpio y a un animal inmundo, que no los debían unir con el mismo
yugo. Un animal limpio, como por ejemplo el buey, se podía ofrecer a Dios, mas
no un animal inmundo. Por consiguiente, el animal limpio y el inmundo eran
desiguales.
En 6:14, a Pablo no le interesa meramente enseñar
la ley; lo que sí le interesa es el significado espiritual de la ley. Hoy en
día, nosotros, los creyentes, somos las personas limpias; somos los bueyes y
los corderos que se ofrecen a Dios. Los incrédulos, en cambio, son inmundos, y
no debemos unirnos en yugo desigual con ellos.
Unirnos en yugo desigual con los incrédulos
equivale a ser distraídos de tal modo que nos apartamos de Dios. Liberarnos de
ese yugo desigual equivale a volver a Dios y ser reconciliados con Él. Por
ejemplo, un hermano no debe casarse con una persona incrédula. Casarse con un
incrédulo es unirse en yugo desigual, lo cual alejaría de Dios al hermano.
Asimismo, asociarse en un negocio con un incrédulo es también unirse en yugo
desigual. Supongamos que un creyente y un incrédulo son socios en un negocio, y
comparten los mismos intereses y metas. De hecho, ellos son un par unido en
yugo desigual. Esta clase de asociación, de unión, debe terminar. Todo aquel
que se involucre en una asociación de negocio de esta manera, se alejará de
Dios a causa del negocio. El negocio lo alejará de Dios cada vez más. Todo
hermano que se encuentre en una situación así, debe deshacerse de ese yugo
desigual relacionado con el negocio y ser reconciliado con Dios, volver a Dios.
Además, la amistad con los incrédulos puede
ponernos bajo un yugo desigual. A los jóvenes en especial, les gusta hacer
amigos. Hermanos y hermanas jóvenes, si ustedes desarrollan amistades íntimas
con incrédulos, eso les pondrá bajo un yugo desigual. Esta clase de relación
los alejará de Dios. Sus amigos incrédulos no les ayudarán a acercarse más a
Dios; por el contrario, los alejarán de Él. Mientras mantengan esa amistad
desigual, serán distraídos y se alejarán más y más de Dios. Por tanto, Pablo
nos exhorta a que no nos unamos en yugo desigual con los incrédulos, a fin de
que seamos preservados en Dios y devueltos plenamente a Él.
LA DIFERENCIA QUE EXISTE ENTRE LOS CREYENTES Y LOS
INCRÉDULOS
En 6:14-16 el apóstol usa cinco ejemplos para
describir la diferencia que existe entre los creyentes y los incrédulos
diciendo que no puede haber: ningún compañerismo, ningún intercambio, entre la
justicia y la injusticia; ninguna comunión entre la luz y las tinieblas;
ninguna concordia, armonía, entre Cristo y Belial; ninguna parte, ninguna
porción, compartida por un creyente y un incrédulo; ningún acuerdo, ningún
consentimiento, entre el templo de Dios y los ídolos. Estos ejemplos también
revelan el hecho de que los creyentes son justicia, luz, Cristo y el templo de
Dios; y que los incrédulos son injusticia, tinieblas, Belial (Satanás, el
diablo) e ídolos.
En el versículo 14 Pablo declara: “¿Qué
compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con
las tinieblas?” No debe existir ninguna clase de comunicación entre la justicia
y la injusticia; no debe haber ninguna relación, ningún compañerismo entre
ellas. Asimismo, la luz y las tinieblas no tienen nada que ver la uno con la
otra; no pueden tener ninguna comunión. Como creyentes, nosotros estamos en la
luz. Si tenemos comunión, o amistad íntima, con los incrédulos, esa clase de
amistad es comunión entre la luz y las tinieblas. Cuando un creyente se casa
con un incrédulo, ese creyente participa de la comunión entre la luz y las
tinieblas.
En el versículo 15 Pablo añade: “¿Y qué concordia
Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?” Belial es otro
nombre de Satanás, el diablo. No puede haber concordia entre Cristo y el
diablo. Nosotros, los creyentes, somos de Cristo, y los incrédulos son de
Satanás. Si amistamos con los incrédulos, esto significa que establecemos
concordia entre Cristo y Satanás. El creyente no tiene parte alguna con el
incrédulo.
En el versículo 16 Pablo dice además: “¿Y qué
acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque nosotros somos el
templo del Dios viviente, como Dios dijo: ‘Habitaré entre ellos y entre ellos
andaré, y seré su Dios, y ellos serán Mi pueblo’ ”. Aquí vemos que no debe
existir ningún acuerdo entre el templo de Dios y los ídolos. Los incrédulos
tienen ídolos, pero nosotros somos el templo de Dios. ¿Cómo podría haber una
relación estrecha entre los creyentes y los incrédulos?
Extracto del mensaje 43 del Estudio-vida de 2 de
Corintios por Witness lee
www.lsmespanol.org/
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