En Marcos 7, una mujer se postra a los pies de Jesús, y clama por su hija, quien tenía un espíritu inmundo. La mujer era griega, sirofenicia; Y EL PACTO DE DIOS ERA CON EL PUEBLO DE ISRAEL, POR LO QUE JESÚS LE DIJO: DEJA PRIMERO QUE SE SACIEN LOS HIJOS, PORQUE NO ESTÁ BIEN TOMAR EL PAN DE LOS HIJOS Y ECHARLO A LOS PERRILLOS. Pero aquella mujer rompió los parámetros, y obtuvo aquello que pidió.
“28 Respondió ella y le dijo: SÍ, SEÑOR; PERO AUN LOS PERRILLOS, DEBAJO DE LA MESA, COMEN DE LAS MIGAJAS DE LOS HIJOS.” MARCOS 7:28Aquella mujer estaba reconociendo: Es cierto, no merezco el pan completo, PERO DAME UNA MIGAJA. HAY GENTE QUE, CON MIGAJAS, HACEN LO QUE OTROS NO HACEN CON EL PAN COMPLETO. Aquella mujer creía que, con un pedacito, su hija quedaría sana.
“29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el
demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el
demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.” Marcos 7:29-30
No fue Jesús quien dio una palabra. Cuando él dice por esta palabra, se refería a
la palabra que ella dijo, la que ella declaró.
Jesús vino a los hijos de Israel, aquella era su encomienda. Él dijo que todavía no era el tiempo de
aquella mujer. Llegaría el momento en
que el pan estaría accesible a todo el mundo, pero la regla en aquel momento
era que ella no podía. Pero la fe de
esta mujer hizo que la regla se suspendiera por un momento; aquello que, en el
mundo espiritual y natural, impedía que ella pudiera recibir el milagro que
estaba buscando, por un instante, tuvo una pausa, haciéndolo ahora accesible
para su vida.
Hay cosas que se supone que tú no merezcas, que no
se supone que estén para ti en este tiempo; pero lo que tú declaras cuando te
dicen que tú no tienes acceso a lo que tú deseas alcanzar, tus palabras, hacen
un suspenso por un momento, y te dan el acceso que otros dicen que tú no puedes
tener. ¿Cómo tú reaccionas cuando te dicen
que todavía no es tu tiempo, que tienes que esperar?
Tu fe suspende toda regla. Eso es lo que llamamos la gracia de Dios, que
es la que te da acceso a lo que el mundo dice que tú no tienes acceso. El mundo te juzga; te dice: Tú eres griego,
sirofenicio; tú no puedes hacerlo, no lo puedes alcanzar. Pero son tus palabras las que pueden, por un
momento, desatar aquellas cosas que quizás realmente no estaban reservadas para
ti para este tiempo, suspendiendo la regla, por un instante, para que tú obtengas
todo lo que tú has estado creyendo y esperando de parte del Señor. (RECORDEMOS LO QUE JESUS DIJO EN EL LIBRO DE
MARCOS CAPITULO 17 VERSICULO 20: Y EL LES DIJO*: POR VUESTRA POCA FE; PORQUE
EN VERDAD OS DIGO QUE SI TENÉIS FE COMO UN GRANO DE MOSTAZA, DIRÉIS A
ESTE MONTE: “PÁSATE DE AQUÍ ALLÁ”, Y SE PASARÁ; Y NADA OS
SERÁ IMPOSIBLE. DECIR ES UN SINONIMO DE DECLARAR,
DEFINICION DE DECLARAR: ASEVERAR O EXPONER UNA COSA PÚBLICAMENTE)
Cuando Jesús dice a esta mujer que no es bueno dar
la comida de los hijos a los perrillos, Jesús lo que está es buscando que ella
le dé una excusa para él poder hacer el milagro. Ella no era hija, pero por aquella palabra,
su hija quedó sana. Tu fe suspende tu
incredulidad por un momento, y tu fe suspende también por un momento, aquellas
reglas que dicen que tú no puedes tener acceso a aquello que tú necesitas
hoy. La pregunta es, ¿qué palabra tú
estás diciendo? ¿Cómo tú estás
reaccionando ante estos momentos en tu vida?
Es vital que, por unos instantes en tu vida, tú
puedas suspender tu incredulidad, porque lo que te da acceso no es lo que el
mundo ha dicho de ti, sino lo que tú dices.
Aquella mujer le dijo a Jesús que aun los perrillos comen de la mesa de
su señor; en otras palabras: Tú eres mi Señor, y yo lo que necesito es una
migaja. Porque hay quienes, con migajas,
hacen más que otros que tienen acceso al pan completo. No tener los recursos no es excusa para no
hacer lo que tu fe puede hacer. Aunque
otros tengan acceso a cosas que tú no tienes; tú, con un poco de fe, y con una
migaja, deberías hacer lo que otros con todo el acceso no han podido hacer,
porque tu fe te da acceso a todo lo que Dios tiene reservado para ti. Ese es el poder de la gracia de Dios.
La gracia de Dios suspende las reglas que están
trabajando en contra tuya. Es tu fe, son
tus palabras las que te dan acceso. ¿Qué
tú estás diciendo? ¿Qué tú estás
hablando? Son tus palabras las que te
dan acceso o te limitan. Tú eres hoy el
resultado de todo lo que tú has dicho, y serás el resultado de todo lo que tú
vas a decir. No son las palabras del
mundo las que te quitan el acceso, sino tus palabras.
La religión ha querido hacer creer que las mejores
cosas están reservadas para un grupo selecto; pero no. Tú tienes acceso al favor y la gracia del
Dios Todopoderoso. Tú no necesitas un
contacto que te ayude; tú lo que necesitas es el favor y la gracia de Dios, que
te abren puertas que el hombre no puede cerrar.
Cuando esta mujer llegó a su casa, el milagro
estaba hecho. Tu milagro depende de que,
por un momento, tú suspendas toda duda, y creas que todo es posible. Todo lo que Dios ha dicho que es para ti, es
posible. Habla las palabras correctas,
camina en fe, actúa en fe; y, al igual que esta mujer, cuando regreses, te
darás cuenta que todo lo que estaba mal, Dios lo va a haber arreglado, lo habrá
puesto en orden.
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