LA
FÓRMULA BÍBLICA PARA EL DISCERNIMIENTO
Si vamos a ser personas con discernimiento debemos
desarrollar la capacidad de discernir entre lo verdadero y lo falso.
Los idiomas originales de las Escrituras comunican
esta idea. La palabra principal usada en hebreo para «discernimiento» es bin. Esta
palabra y sus variantes son usadas cientos de veces en el Antiguo Testamento.
Muchas veces es traducida «discernimiento», «comprensión», «habilidad», o
«cuidado». Pero en el idioma original comunica la misma idea que nuestra
palabra discriminación. Incluye la idea de hacer distinción. Significa separar
cosas en cuanto a sus diferencias para distinguir entre ellas. El
discernimiento, entonces, es sinónimo de discriminación. De hecho, el verbo
griego traducido «discernir» en el Nuevo Testamento es diakrino. Significa
«hacer diferencia» y se traduce literalmente de esa manera en Hechos 15:9.
Así que el discernimiento es el proceso mental de
hacer distinción cuidadosa en cuanto a la verdad. El discernimiento es el
pensamiento blanco y negro -- la decisión consciente de rechazar considerar que
hay términos medios. Nadie puede discernir verdaderamente sin desarrollar la
capacidad de separar la verdad divina del error.
La Escritura nos dice cómo discernir. «Examinadlo
todo; retened lo bueno. Absteneos de toda especie de mal» (1 Tesalonicenses
5:21-22). Allí, en tres mandamientos directos, Pablo nos da los requisitos de
una mente con discernimiento.
Juzgar todo
Establezcamos rápidamente el contexto para este
pasaje. Comenzando con el versículo 16, Pablo da algunos aspectos básicos de la
vida cristiana: «Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo,
porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús. No
apaguéis el Espíritu. No menospreciéis las profecías». «Examinadlo todo
cuidadosamente». Es significativo que Pablo incluye el discernimiento en el
contexto de una lista de mandatos básicos.
Es tan crítico para la vida cristiana eficaz como lo
son la oración y el contentamiento.
Esto puede sorprender a algunos cristianos que
consideran el discernimiento como una responsabilidad específicamente pastoral.
A través de sus cartas a Timoteo, Pablo
repetidamente le dice al pastor que preste atención cuidadosa a la sana
doctrina, predique la Palabra, proteja la verdad, etc. Pablo también alentó a
Timoteo a que evite los falsos maestros y confronte a quienes se oponen a la
verdad. Pablo le estaba diciendo que como pastor de su rebaño debía tener discernimiento.
Todo anciano debe tener la habilidad de enseñar la
verdad y refutar la falsa doctrina (Tito 1:9). Como pastor, constantemente
estoy consciente de esta responsabilidad. Todo lo que leo pasa por un análisis
mental discriminatorio. Si usted viera mi biblioteca, rápidamente podría
identificar los libros que he leído. Los márgenes están marcados. A veces verá
notas alentadoras y partes subrayadas. Otras veces verá signos de pregunta o
líneas rojas que cruzan el texto. Constantemente estoy tratando de separar la
verdad del error. Leo de esa manera, pienso de esa manera, y por supuesto que
predico de esa manera. Mi pasión es conocer la verdad y predicarla con
autoridad. Esa debe ser la pasión de todo maestro porque todo lo que enseñamos
afecta los corazones y las vidas de quienes nos oyen.
El mismo discernimiento cuidadoso que Pablo exigía
a los pastores y ancianos es el deber de todo cristiano: «Examinadlo todo» (1
Tesalonicenses 5:21). La palabra traducida como «examinadlo», dokimazo, es una
palabra común en el Nuevo Testamento. En otros lugares es traducida «analizad»
o «probad». Se refiere al proceso de analizar algo para revelar su verdadera
naturaleza, tal como el análisis de metales preciosos. Pablo alienta a los
creyentes a que escudriñen todo lo que oyen para distinguir entre lo verdadero
y lo falso. En otras palabras, quiere que sometemos todo a un examen crítico.
Los tesalonicenses tenían muchos deseos de creer
cualquier cosa les fuera predicada en el nombre de Cristo (Efesos 4:14). Lucas
los compara con la iglesia de Berea, que tenía más discernimiento. Los de Berea
«eran más nobles que los que estaban en Tesalónica, pues recibieron la palabra
con toda solicitud, escudriñando cada día las Escrituras para ver si estas
cosas eran así» (Hechos 17:11). Evidentemente los tesalonicenses tenían poco
discernimiento desde el principio.
¿Por qué eran tan vulnerables a las falsas
enseñanzas? Seguramente fue precisamente porque les faltaba el discernimiento
ejemplificado por los de Berea. Los tesalonicenses no examinaban todo a la luz
de la Palabra de Dios. Si lo hubieran hecho, no hubieran sido engañados tan
fácilmente.
Es importante destacar que los tesalonicenses
estaban en desventaja con los cristianos de hoy. No tenían todos los libros del
Nuevo Testamento a su disposición. Sin embargo, lo que Pablo les enseñó
representaba el mismo conjunto de verdades que está disponible para nosotros
hoy en las Escrituras del Nuevo Testamento (2 Tesalonicenses 2:5).
Pablo afirma que la Biblia es el único criterio confiable
por medio del cual los creyentes actuales pueden evaluar cualquier mensaje que
afirma ser verdad de Dios.
Retened lo bueno
El discernimiento al cual nos llama Pablo requiere
una respuesta activa de dos tipos. Primero hay una respuesta a lo que sea bueno:
«Retened lo bueno» (1 Tesalonicenses 5:21, ver Romanos12:9). La expresión
«retened» habla de proteger la verdad con celo. Pablo nos llama a tener el
mismo cuidado que le exigió a Timoteo: «Oh, Timoteo, guarda lo que se te ha
encomendado» (1 Timoteo 6:20 ver 2 Timoteo 1:13-14). En otras palabras, somos
protectores de la verdad y debemos protegerla contra todo peligro.
Describe una posición defensiva militar contra toda
cosa que subvierta la verdad o de alguna manera la afecte con violencia.
Debemos sostener la verdad con seguridad, defenderla con celo, preservarla de
todo peligro
«Retener» también implica adoptar algo. Va más allá
del consentimiento con «lo bueno» y habla de amar la verdad con todo el
corazón. Los que verdaderamente disciernen están apasionadamente comprometidos
con la sana doctrina, la verdad, y todo lo inspirado por Dios.
Pablo estaba alentando a los tesalonicenses a
alimentar y cultivar su amor por la verdad. Quería que desarrollen un
compromiso consciente con toda verdad, una fidelidad a la sana doctrina, un
patrón de retener todo lo bueno.
Esto es lo opuesto a la fe atolondrada, sustituir
la superstición, falsedad o la fe misma en lugar de la verdad. La fe
atolondrada lleva a dos extremos: por un lado mira hacia adentro, confiando en
los sentimientos, voces interiores, fantasía u otras sensaciones subjetivas.
Por otro lado deposita su esperanza en alguna autoridad humana externa - las
enseñanzas de algún líder supremo, la tradición o algún otro canon arbitrario.
Pablo no da lugar a una fe ciega, irracional que
rechaza considerar la autenticidad de su objeto y simplemente acepta todo lo
que dice ser verdad. Pablo elimina la «fe» guiada por los sentimientos,
emociones, y la imaginación humana. En su lugar, debemos identificar «lo que es
bueno» al examinar todo cuidadosamente, objetivamente, racionalmente, evaluando
todo de acuerdo a las Escrituras.
Ningún maestro humano, ninguna experiencia
personal, ningún sentimiento fuerte debe ser eximido de este examen. De hecho,
si las palabras de los profetas en los tiempos apostólicos debían ser
examinadas y evaluadas, seguramente debemos tomar las palabras de quienes se
llaman a sí mismos «profetas» y predicadores hoy en día y someterlas a un
análisis aún más intenso a la luz del Nuevo Testamento. Lo mismo es cierto de
toda emoción y experiencia subjetiva. La experiencia y los sentimientos, no
importa cuán poderosos sean, no determinan la verdad. Esas cosas deben ser
analizadas.
«Lo bueno» es la verdad que está de acuerdo con la
Palabra de Dios. La palabra «bueno» es kalos, que habla de algo que es bueno
por su naturaleza. No es simplemente algo agradable, hermoso, o deseable en su
apariencia. Se refiere a algo bueno en sí mismo. En otras palabras, «lo bueno»
no es lo que nos entretiene, lo que es bien recibido por el mundo ni lo que
satisface a la carne. Lo bueno es verdadero, auténtico, confiable, aquello que
está de acuerdo con la Palabra de Dios infalible.
Cuando usted encuentre tal verdad, abrácela y
guárdela como un tesoro.
Apartarse de lo malo
El otro aspecto del mandamiento de Pablo es una
respuesta negativa al mal: «absteneos de toda especie de mal» (1 Tesalonicenses
5:22). La palabra traducida «absteneos» es un verbo muy fuerte que significa
«mantener distancia», «rehuir». Es la misma palabra usada en 1 Tesalonicenses
4:3, «que os apartéis de la fornicación», y en 1 Pedro 2:11, «que os abstengáis
de los deseos carnales». Nos dice que debe haber una separación total de «toda
clase de mal». Esto, por supuesto, incluiría el mal comportamiento. Pero en
este contexto la referencia más importante parece ser la mala enseñanza o
doctrina. Habiendo examinado todo a la luz de la Palabra de Dios, cuando usted
identifique algo que no corresponde -- algo que es malo, no es cierto, es
erróneo o contrario a la sana doctrina -- apártese de ello.
Satanás disfraza sus mentiras como verdad. No
siempre hace guerra abierta contra el Evangelio. Es mucho más probable que
ataque la Iglesia infiltrándola con error sutil. Usa la estrategia del «Caballo
de Troya», ubicando sus líderes falsos en la Iglesia, donde pueden «introducir
encubiertamente herejías destructoras» (2 Pedro 2:1). Pone sus mentiras en
labios de alguien que dice hablar de parte de Jesucristo -- alguien agradable y
atractivo -- y luego reparte sus mentiras perversas en la Iglesia donde puede
desviar a los discípulos de Cristo (Hechos 20:30). Vincula a la Biblia con
mentiras (Mateo 4:6). Usa decepción e hipocresía. Disfraza la mentira como
verdad. Hace parecer buena a la maldad.
Millones en la Iglesia hoy día están siendo
abrumados por el truco del «Caballo de Troya» mientras que otros son engañados
por cualquier cosa que dice ser cristiana. No examinan todo. No se afierran a
la verdad. Y no descartan lo malo. Son vulnerables a la falsa doctrina y no pueden
defenderse de la fe atolondrada.
Una receta para el discernimiento
Dios nos ha dado la verdad de Su Palabra y nos
manda que la guardemos y la pasemos a la próxima generación. Francamente, la
generación actual está fracasando miserablemente en esta tarea. A menos que
haya un cambio radical en la forma en que vemos la verdad, la Iglesia
continuará perdiendo influencia, será cada vez más mundana, y se irá más y más
hacia la fe atolondrada.
¿Cómo podemos cultivar el discernimiento? ¿Qué debe
suceder para que la Iglesia corrija estas tendencias y recobre una perspectiva
bíblica?
Desear sabiduría
El primer paso es el deseo. Proverbios 2:3-6 dice:
«Si clamares a la inteligencia, y a la prudencia dieres tu voz; si como a la
plata la buscares, y la escudriñares como a tesoros, entonces entenderás el
temor de Jehová, y hallarás el conocimiento de Dios. Porque Jehová da la
sabiduría, y de su boca vienen el conocimiento y la inteligencia».
Si no deseamos el discernimiento, no lo tendremos.
Si lo que nos importa es la felicidad, la salud, el dinero, la prosperidad, la
comodidad y la satisfacción personal, nunca tenderemos discernimiento. A menos
que estemos dispuestos a examinar todas las cosas cuidadosamente, no podemos
esperar tener defensa alguna contra la fe atolondrada.
El deseo por el discernimiento es un deseo nacido
de la humildad. Es la humildad la que admite la posibilidad de que nos
engañemos a nosotros mismos (Jeremías 17:9). Es la humildad la que desconfía de
los sentimientos personales y desprecia la autosuficiencia (2 Corintios 12:5).
Es una humildad que nos lleva a la Palabra de Dios como autoridad final en
todas las cosas (Hechos 17:11).
Nadie tiene toda la la verdad. Yo ciertamente no la
tengo. Mi corazón puede ser engañado igual que el de cualquier otro. No soy
inmune a la decepción de Satanás. Todos somos iguales en este sentido. La única
defensa que tenemos contra la falsa doctrina es discernir todo, sospechar de lo
que nos dicen nuestros sentidos, examinar todas las cosas, verificar todas las
posibles verdades con las Escrituras, y manejar la Palabra de Dios con gran cuidado.
El deseo de tener discernimiento, entonces, implica
una gran estima de las Escrituras y el entusiasmo por comprenderlas
correctamente (2 Timoteo 2:15).
Orar por discernimiento
El segundo paso es la oración. Ésta, por supuesto,
naturalmente sigue al deseo. La oración es la expresión hacia Dios del deseo
del corazón.
Cuando Salomón fue coronado luego de la muerte de
David, el Señor se le apareció en un sueño y le dijo: «Pide lo que quieras que
yo te dé» (1 Reyes 3:5). Salomón podría haber pedido riquezas materiales,
poder, victoria sobre sus enemigos, o lo que quisiera. Pero Salomón pidió
discernimiento (v. 9). La Escritura dice: «y agradó delante del Señor que
Salomón pidiese esto» (v. 10).
Fíjese que Dios alabó a Salomón porque su pedido
fue completamente altruista. «Porque has demandado esto y no pediste para ti»
(v. 11). El egoísmo es incompatible con el verdadero discernimiento.
La Iglesia evangélica moderna ha producido una
generación de creyentes tan centrados en sí mismos que no pueden tener discernimiento.
Sólo les interesa el beneficio personal, incluso en aspectos espirituales.
Solamente les importa que se satisfagan las necesidades que ellos sienten.
Aunque Salomón tuvo oportunidad de pedir larga
vida, prosperidad personal, salud, dinero, ignoró todo eso y en cambio pidió
discernimiento. Por ello Dios también le dio riquezas, honor y larga vida
mientras siguiera en el camino del Señor (v. 11-14).
Santiago 1:5 promete que Dios responderá
generosamente a la oración por discernimiento: «Y si alguno de vosotros tiene
falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche, y le será dada».
Obedecer la verdad
Alguno señalará que con toda su sabiduría, sin
embargo Salomón fue un fracaso al fin de su vida (1 Reyes. 11:4-11). «...su
corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David»
(v. 4).
Pero Salomón no falló repentinamente al final de su
vida. Las semillas de su fracaso fueron sembradas al comienzo. El mismo
capítulo que nos habla del pedido de discernimiento de Salomón, nos dice que
Salomón «hizo parentesco con Faraón rey de Egipto, pues tomó la hija de Faraón»
(1 Reyes 3:1). El versículo tres dice que «Salomón amó a Jehová, andando en los
estatutos de su padre David; solamente sacrificaba y quemaba incienso en los
lugares altos».
Desde el comienzo su obediencia no fue completa.
Seguramente con toda su sabiduría sabía lo correcto, pero toleraba la
transigencia y la idolatría entre el pueblo de Dios (v. 2) ¡y aún practicaba la
idolatría él mismo!
El discernimiento no es suficiente si no va
acompañado de la obediencia (Santiago 1:22). La falta de obediencia es un
engaño a nosotros mismos. No es verdadero discernimiento, no importa cuánto
conocimiento intelectual tengamos. Salomón es prueba bíblica de que aún el
verdadero discernimiento puede ceder a un engaño propio destructivo. La
desobediencia inevitablemente destruye el discernimiento.
Seguir a líderes con discernimiento
El cuarto en nuestra serie de pasos hacia el
discernimiento bíblico es éste: imitar a quienes demuestran tener
discernimiento. No siga a líderes que son «niños fluctuantes, llevados por
doquiera de todo viento de doctrina» (Efesios 4:14). Encuentre y siga a líderes
que demuestran la habilidad de discernir, de analizar y refutar el error, de
enseñar las Escrituras claramente y correctamente. Escuche a predicadores que
enseñen cuidadosamente la Palabra de Verdad. Expóngase a la enseñanza de
personas que piensan críticamente, analíticamente y cuidadosamente. Escuche a
personas que entienden dónde el error ha atacado a la Iglesia a través de la
historia
Como pastor, yo mismo hago esto. Hay ciertos
autores que han demostrado capacidad en el manejo de la Palabra y en cuyo
juicio he llegado a confiar. Cuando encuentro un tema difícil, ya sea un
problema teológico, un aspecto controvertido, una nueva enseñanza que nunca
antes he oído, lo que sea, voy a estos autores primero para ver qué tienen que
decir.
Mucho de lo que han escrito los gigantes
espirituales de la historia todavía está disponible. Todos podemos aprender de
estos hombres con discernimiento, y nos haría bien imitar la claridad con que
hablaban la verdad en contra del error.
Los que pueden poner en evidencia y responder a los
errores de los falsos maestros están en el cuerpo de Cristo para ayudarnos a
todos a pensar críticamente y con claridad. Aprenda de ellos.
Depender del Espíritu Santo
Aunque los ejemplos humanos son tremendamente
importantes, al fin de cuentas el Espíritu de Dios es el verdadero Discernidor.
Es Su rol guiarnos a toda verdad (Juan 16:13). 1 Corintios 2:11 dice: «Nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios». (Ver 1 Corintios
2:12-15).
Así que el discernimiento depende, en última
instancia, del Espíritu Santo. A medida que somos llenados y controlados por el
Espíritu Santo, Él nos da discernimiento.
Estudiar las Escrituras
Finalmente, volvemos al punto que hemos mencionado
repetidas veces. El verdadero discernimiento requiere el estudio diligente de
la Palabra de Dios. Nadie puede verdaderamente tener discernimiento sin
comprender la Palabra de Dios. Todo el deseo del mundo no le puede dar
discernimiento si usted no estudia las Escrituras. La oración por el
discernimiento no es suficiente. La obediencia por sí misma no será suficiente.
Tampoco serán suficientes los ejemplos humanos que Dios le da. Aun el Espíritu
Santo no le dará discernimiento aparte de Su Palabra.
El discernimiento florece solamente en un ambiente
de estudio bíblico y enseñanza. Cuando Pablo se estaba despidiendo de los
ancianos de Éfeso, les advirtió sobre las influencias devastadoras que los
amenazarían en su ausencia (Hechos 20:28-31). Les alentó a estar en guardia,
alerta (vv 28, 31). ¿Cómo? Solamente la Palabra de Dios: «Y ahora, hermanos, os
encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia, la cual es poderosa para
sobreedificaros y daros herencia con todos los santificados» (Hechos 20:32).
Examinemos 2 Timoteo 2:15 con cuidado: «Procura con
diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad». Primero, sugiere que la
persona con discernimiento podrá distinguir entre la Palabra de Verdad y las
«profanas y vanas palabrerías» mencionadas en el versículo 16. La tarea de
separar la Palabra de Dios de la tontería humana es realmente un gran desafío
para muchos hoy día. Tome nota de las crecientes cantidades de libros
«cristianos» que promueven puntos de vista extraños. Debemos descartar tal
falta de sensatez y dedicarnos a la Palabra de Dios. Tenemos que poder
distinguir entre la verdad y el error.
Pablo dice que este obrero aprobado «no tiene de
qué avergonzarse» (2 Timoteo 2:15). La palabra «avergonzarse» es muy
importante. Lo que Pablo sugiere en este pasaje es que nos avergonzaremos
delante de Dios mismo si manejamos la Palabra de Dios sin discernimiento. Si no
podemos distinguir entre la verdad y las vanas palabrerías, si no podemos
identificar y responder a los maestros falsos, o si no podemos manejar la
verdad de Dios con habilidad y comprensión, deberíamos estar avergonzados.
Y si podemos usar bien la palabra de verdad,
entonces debemos estudiarla con gran diligencia. No hay atajos. Solamente a
medida que conocemos bien la Palabra de Dios somos «perfectos, preparados para
toda buena obra» (2 Timoteo 3:17). Ésa es la esencia del discernimiento.
creciendo
La madurez espiritual es el proceso de aprender a
discernir. El crecimiento en la gracia es un proceso continuo en esta vida
terrenal. Ningún cristiano alcanza la madurez completa en esta tierra (1
Corintios13:12). Debemos continuamente «crecer en la gracia y el conocimiento
de nuestro Señor y Salvador Jesucristo» (2 Pedro 3:18).
A medida que maduramos, nuestros sentidos se
ejercitan en la habilidad de discernir entre el bien y el mal (Hebreos 5:14).
Cuando dejamos de ser niños, nos volvemos más estables (Efesios 4:14-15). Las
personas maduras son personas con discernimiento.
Sabemos esto basándonos en el mundo natural. La
responsabilidad más importante de los padres es enseñarles a los hijos a tener
discernimiento. Lo hacemos continuamente, aún cuando nuestros hijos son
adolescentes. Les ayudamos a pensar sobre diferentes asuntos, comprender lo que
es sabio y lo que es necio, les alentamos a tomar las decisiones correctas. De
hecho, el objetivo de un padre es criar un hijo con discernimiento. No pasa de
la noche a la mañana, y no sucede sin enseñanza diligente de por vida.
Lo mismo es cierto en la vida espiritual. No oramos
por discernimiento y nos despertamos con toda sabiduría. Es un proceso en el
cual crecemos.
Continúe en el camino de la madurez. A veces hay
sufrimientos y pruebas (Santiago 1:2-4, 1 Pedro 5:10). Muchas veces es
necesario el castigo divino (Hebreos 12:11). Siempre requiere disciplina
personal (1 Timoteo 4:7-8). Pero la recompensa es rica:
Bienaventurado el hombre que halla la sabiduría,
Y que obtiene la inteligencia;
Porque su ganancia es mejor que la ganancia de la
plata, Y sus frutos más que el oro fino. Más preciosa es que las piedras
preciosas; Y todo lo que puedes desear, no se puede comparar a ella. Largura de
días está en su mano derecha; En su izquierda, riquezas y honra. Sus caminos
son caminos deleitosos, Y todas sus veredas paz. Ella es árbol de vida vida a
los que de ella echan mano, Y bienaventurados son los que la retienen. ...Hijo
mío, no se aparten estas cosas de tus ojos; Guarda la ley y el consejo, Y serán
vida a tu alma, Y gracia a tu cuello. Entonces andarás por tu camino
confiadamente, Y tu pie no tropezará. (Proverbios 3:13-18, 21-23)
Por John MacArthur, hijo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario