Entendiendo como confiar en Dios
Me serví un vaso de limonada fría, le saqué punta a un lápiz, y saqué mi Biblia, deseoso de comenzar mi tarea. Temprano en el día, el profesor de mi curso de escuela de verano, nos había dicho: “Traigan a la clase un reporte de todo lo que el libro de Romanos dice acerca de la fe.” Parecía como que era una tarea fácil, algo que no tomaría mucho tiempo.
Pero me llevé una sorpresa. Pronto descubrí que la
palabra fe aparece muchas veces en el libro de Romanos y que mi estudio tomaría
más tiempo del que había pensado.
Definiendo la palabra fe
Mientras leía lo que Romanos tenía que decir acerca
de la fe, me encontré preguntándome: La fe es probablemente la cosa más
importante en mi vida, pero ¿cómo la defino? ¿Qué es?
Mi mente retrocedió ocho años cuando por primera
vez me uní a una comunidad Cristiana. En ese entonces no entendía lo que era
caminar en fe. He avanzado en mi entendimiento, pensé. Pero aun con todo lo que
había aprendido acerca de la fe, me di cuenta que todavía no podía definirla.
Sé que la Biblia hace cientos de referencias sobre
la fe como por ejemplo: “El justo por la fe vivirá” (Romanos 1:17), y “Esta es
la victoria que ha vencido al mundo –nuestra fe” (1 Juan 5:4). Pero me
sorprendió que no pudiera llegar a una simple y personalizada definición de la
palabra; nunca había completado el enunciado: “Para mí la fe es
____________________________.”
Entonces oré, Señor, ¿cómo definirías Tú la fe?
Una historia vino a mi mente, en la que Jesús le
dijo a alguien: “Ni aun en Israel he hallado tanta fe.” ¿Qué era eso que Jesús
llamaba “tanta fe”?
Rápido busque el pasaje en Lucas 7 acerca del
centurión que quería creer que Jesús podía sanar a su leal sirviente que estaba
cerca de la muerte. El centurión le dijo a Jesús: “Solo di la palabra, y mi
sirviente será sanado” (Lucas 7:7) Entonces el centurión uso un ejemplo
personal para ilustrar que entendía lo que significaba dar la orden y ser
obedecido.
En respuesta al centurión, Jesús se volteó a la
multitud que Lo seguía y dijo: “Les digo que ni aún en Israel he hallado una fe
tan grande” (Lucas 7:9). Jesús parecía estar diciendo que “una fe tan grande”
era simplemente tomar Su palabra.
¿Podría esta definición ser confirmada en algún
otro lugar en la Escritura? Ya que Hebreos 11 es a menudo citado como el “salón
de la fama de la fe,” me dirigí ahí.
Creer Su Palabra
Después de leer y releer el pasaje, con todas sus
referencias de la frase “por fe,” empecé a ver que toda la gente mencionada
ahí, tenía algo en común: Sin importar de quien hablaba el autor de Hebreos,
cada persona allí mencionada, simplemente había creído Su palabra y obedecido
Su mandato. Y son recordados por su fe.
Por ejemplo, Dios le dijo a Noé que construyera un
arca porque El iba a traer una inundación masiva. Noé creyó la palabra que Dios
dijo y construyó el arca. Dios le dijo a Abraham que se fuera a un lugar que
recibiría como herencia. Abraham creyó la palabra que Dios dijo, dejó a su
tierra, y se fue.
Dios le indicó a Sara, la cual ya había pasado la
edad para tener hijos, que concebiría un hijo. La Escritura dice: “Ella
consideró que El que le había hecho la promesa era fiel.” Creyó lo que Dios le
dijo.
Sin tomar en cuenta las circunstancias, a pesar de
los argumentos lógicos y de la razón, y sin importar cómo se sintieron, cada
persona mencionada en Hebreos 11 le creyó a Dios y a Su palabra y escogió ser
obediente.
Empecé a preguntarme: Si Lucas 7 y Hebreos 11
ilustraban una fe tan grande, ¿habría algún pasaje que ilustrara una falta de
fe?
Entonces recordé un incidente en Marcos 4 en el que
Jesús acababa de terminar un día completo de predicación y enseñanza en las
playas de Galilea. Les dijo a sus discípulos que se fueran al otro lado del
mar. Inicialmente, creyeron la palabra de Jesús, se subieron al bote con Él, y
se dirigieron al otro lado. Pero cuando se levantó una tormenta, se atemorizaron
y perdieron la confianza de que realmente llegarían a la otra orilla. Cuando
Jesús les preguntó: ¿“Cómo es que no tienen fe?” (Marcos 4:40) El pudo haber
dicho: ¿“Porqué no creen a Mi palabra?”
Siempre me ha encantado el primer versículo de
Marcos 5: “Y llegaron al otro lado del mar.” La palabra de Jesús probó ser
cierta.
A través de mi estudio de esos tres pasajes, he
llegado a una definición simple y viable: La Fe es creer lo que Dios dice. No
estaba seguro si terminaría mi reporte sobre todo el libro de Romanos en cuanto
a la fe, pero sabía que había aprendido algo que fue muy significativo en mi
caminar con Dios.
¿Qué dice Dios acerca de Su Palabra?
Todavía tenía una pregunta más. Si la fe se trata
de creer en la palabra que Dios dice, ¿qué dice Dios acerca de Su palabra?
Encontré la respuesta en la Escritura misma:
“El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras
jamás pasarán.” (Mateo 24:35)
“La palabra del Señor permanece para siempre.” (1
Pedro 1:25)
“La hierba se seca y la flor se marchita, pero la
palabra de nuestro Dios permanece para siempre.” (Isaías 40:8)
Estos versículos me decían que todo en la vida
puede cambiar, pero la Palabra de Dios se mantiene constante. Su verdad nunca
cambia. Estaba empezando a vislumbrar cómo la fe en las promesas de Dios me
podía afectar el resto de mi vida.
Por ejemplo, Yo soy muy emocional, a veces estoy
tan feliz que pienso que nunca voy a estar triste otra vez. Otras veces estoy
tan triste que pienso que nunca voy a estar feliz otra vez. . . y a veces no
siento nada.
Pero así como son de fluctuantes y fuertes mis
sentimientos, la Palabra de Dios es
Mas verdadera que cualquier cosa que sienta, Mas
verdadera que cualquier cosa que experimente
Mas verdadera que cualquier circunstancia que
enfrente, Mas verdadera que cualquier cosa en el mundo
¿Porqué? Porque el cielo y la tierra pasarán, pero
la Palabra de Dios no pasará. Esto significa que sin importar lo que yo sienta
o experimente, puedo escoger depender en la Palabra de Dios como lo único que
no cambia en mi vida.
Veo esa noche de verano y esa tarea como un momento
crucial en mi vida. Innumerables ocasiones desde entonces, cuando las
circunstancias y sentimientos parecen más reales que mi vida misma, he escogido
creer que lo que dice la Palabra de Dios es más cierto que cualquier otra cosa.
He escogido caminar por fe.
A veces esa opción ha sido difícil.
¿Qué acerca de los sentimientos?
Hubo veces después de esa noche de verano en que no
sentí el amor de Dios. Pude haber escogido vivir con ese sentimiento, dejarlo
que me llevara a un estado de auto-compasión, o pude decir: “Señor, no me
siento amado. Esa es la verdad. Ahí es donde me encuentro ahora, pero Señor, Tu
Palabra dice que Me amas, de hecho, Tú has dicho que me has amado con amor
eterno, Tú nunca dejas de amarme (Jeremías 31:3). Tu amor por mi es una cosa
que permanece cuando todo lo demás se cae (1 Corintios 13). Tu Palabra dice que
no hay parcialidad en Ti. Eso significa que Tú no amas a nadie en este mundo
más que a mí. Así que, Señor, Te agradezco que soy amado por Ti (Hechos 10:34).
Tu Palabra es más verdadera de como yo me siento.”
Empecé a darme cuenta que esta clase de respuesta a
mis sentimientos me dio libertad para 2 cosas: 1) ser honesto con Dios acerca
de mis sentimientos y 2) escoger creer la Palabra de Dios cuando mis
sentimientos se contraponían con Sus promesas.
En otras ocasiones me había sentido sólo o
deprimido. Mi corazón literalmente me dolía de angustia por las circunstancias
que rodeaban mi vida, y en esos momentos era más tentado a dudar de la verdad
de la Palabra de Dios. Pero en lugar de eso, escogí voluntariamente creer Su
Palabra. Miles de veces mis oraciones han empezado: “Señor, me siento. . . pero
Señor, Tu Palabra dice. . .”
Y he visto como Él alinea mis emociones con Su
Palabra, en Su propio tiempo y a Su manera.
Fuimos creados como seres emocionales
Cuando he sido tentado a condenarme a mí mismo por
cómo me siento, me ha ayudado recordar que Dios nos creó a Su imagen y que esa
parte de Su imagen es que somos seres emocionales. Tener sentimientos no está
mal. Aún Jesucristo tuvo sentimientos. Él no “intentó sentir.” El no escondió
Sus emociones; en lugar de eso, Él las llevó a Su relación con Su Padre. El era
honesto, real, auténtico. En el Jardín de Getsemaní, la noche antes de Su
crucifixión, la Escritura dice que Jesús se sentía “triste”, “angustiado,”
“abatido”, “en agonía” (Mateo 26:37,38; Marcos 14:33; Lucas 22:44). Jesús
expresó como Se sentía y confió en el Padre en medio de Sus sentimientos.
Nosotros también, tenemos completa libertad para
ser sinceros con el Señor acerca de nuestros sentimientos, para decirle
honestamente como estamos y lo que pasa en nuestras vidas.
¿Cómo respondemos?
La Biblia promete que, para aquellos de nosotros
que verdaderamente amamos a Dios, todo lo que pasa en nuestras vidas tendrá el
efecto de moldearnos a la imagen de Cristo (Romanos 8:28, 29) Algunos de
nosotros puede ser que hayamos orado alguna vez algo como esto: “Señor, oro que
me hagas más como Tú. Que me conformes a la imagen de Cristo.” A menudo, lo que
realmente queremos es que Dios nos dé un anestésico para no estar conscientes
cuando El nos hace una cirugía en nuestros corazones para conformarnos el
carácter perfecto de Cristo. ¡No queremos despertar hasta que la transformación
este completa! Queremos los resultados pero no el doloroso proceso.
Pero Dios no trabaja de esa manera. El Señor está
preocupado por lo que atravesamos, pero creo que está mas preocupado por la
manera en que respondemos a eso que estamos pasando. Esa respuesta es un asunto
de nuestra voluntad. El permite las pruebas, las tentaciones, y las presiones
de la vida para que tengamos la oportunidad de responder o creyéndole a nuestros
sentimientos y las experiencias de la vida o creerle a Él y a Su Palabra.
He aprendido a acostumbrarme a creerle a Dios en Su
Palabra – ¡y ahora es un habito! Tu y yo podemos, o crecer acostumbrados a
escuchar nuestros sentimientos, pensamientos, y circunstancias, dejándolos que
nos controlen, o podemos habituarnos a creerle a Su Palabra a pesar de nuestros
sentimientos y las experiencias de la vida. Necesitamos escoger con nuestra
voluntad creer que Su Palabra es más cierta que nuestros sentimientos.
He hecho un compromiso de toda la vida de depositar
mi vida en la Palabra de Dios, y Dios ha honrado ese compromiso. Y sin embargo
ha habido momentos en que pude fácilmente haberme retractado de mi compromiso
porque no podía creer que algo fuera más cierto que lo que estaba pasando –
veces cuando mis sentimientos se han intensificado 180 grados en dirección
opuesta de la Palabra de Dios pero una y otra vez he encontrado a Dios siendo
fiel a Su Palabra.
Por Ney Bailey
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