Recientemente hablé con un pastor, el pastor
Fernando, que me dijo con gozo que 450 personas dejaron su iglesia de 600. ¿Por
qué estaba feliz?
Fernando
llevaba años predicando un mensaje de prosperidad y prometiendo sanidad a su
iglesia. Y a su redil le encantaba. Pero luego dos de sus hijos
murieron en un período corto de tiempo, uno de violencia y el otro de
enfermedad. Su mensaje de prosperidad empezó a desmoronarse. ¿Dónde estaba la
bendición de Dios? ¿Por qué le estaba pasando esto?
Dios le reveló al pastor Fernando que él estaba predicando un falso mensaje que hizo daño a su congregación y los dejó sin preparación al enfrentarse a la profunda realidad del sufrimiento. Predicar esta doctrina falsa parecía dar resultados a corto plazo, pero a la larga estaba llevando a la gente tras riquezas y bendiciones que la Biblia nunca promete, y quitando el enfoque de las promesas mayores de las Escrituras.
La iglesia necesita sana doctrina para poder
enfrentar las complejidades de la vida y de la fe.
LA SANA
DOCTRINA ES enseñanza escritural de verdades teológicas”[1]. Añadir el
término sano a doctrina aguza la definición con las ideas de “saludable” o
“adecuado”[2]. Por tanto, una definición de lo que la Biblia quiere decir
cuando habla de sana doctrina es la siguiente:
LA SANA
DOCTRINA ES LA ENSEÑANZA BÍBLICA Y ADECUADA DE VERDADES TEOLÓGICAS QUE LLEVAN A
LA SALUD ESPIRITUAL Y A VIDAS TRANSFORMADAS TANTO DE LOS INDIVIDUOS COMO DE LA
IGLESIA.
La sana doctrina debe ser el contenido de cada
sermón, de cada estudio bíblico, de cada canción y de cada libro que leamos en
la iglesia. Y debemos amarla. Aquí hay algunas razones por que hacerlo:
DEBEMOS AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE DIOS AMA LA
SANA DOCTRINA.
Las Escrituras ordenan que los líderes “retengan la palabra fiel que es conforme a
la enseñanza” y que “sean capaces también de exhortar con sana doctrina y
refutar a los que contradicen” (Tito 1:9). La sana doctrina fluye de las
palabras de Dios y de su voluntad revelada en las Escrituras. Dios nos dio Su
Palabra y sana doctrina para que podamos conocerle, amarle, obedecerle, y
enseñar a otros acerca de Él y de lo que Él ha hecho por nosotros en Cristo.
Amémosla porque le amamos a Él.
DEBEMOS
AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE HACE MADURAR TANTO A LOS INDIVIDUOS COMO A LA
IGLESIA.
La
doctrina que no es sana trastorna la fe, extravía a la gente, y finalmente nos
hace perder el tiempo, como le sucedió al pastor Fernando. Enseñar sana doctrina lleva a la madurez
espiritual, tanto en individuos como en la iglesia en su conjunto
(Efesios 4:11-14). Conforme nos alimentamos de sana doctrina, vamos teniendo
menos gusto por la teología que da comezón de oír pero que luego nos deja
insatisfechos y necesitados de lo que verdaderamente necesitamos. La sana
doctrina hace crecer nuestra fe y nos lleva a invertir el tiempo sabiamente
para Cristo y Su Reino, haciendo madurar a la gente y a la iglesia a la imagen
de Cristo.
DEBEMOS
AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE FLUYE DEL EVANGELIO.
En 1 Timoteo 1:11, Pablo dice que la sana doctrina
es “según el glorioso evangelio del Dios bendito”. El evangelio es un mensaje
para ser proclamado y enseñado. La sana doctrina es la sustancia de la
verdadera enseñanza del evangelio. Nuestro amor por el evangelio
debería estar fuertemente atado con el amor por la sana doctrina, ya que
comunica las verdades del evangelio que traen salvación a los oyentes (1
Timoteo 4:16).
DEBEMOS
AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE NOS LLEVA A LA SANTIDAD.
1 Timoteo 1:10 nos dice que existe una forma de
vivir que es contraria a la sana doctrina. La doctrina correcta está ligada a
la manera correcta de vivir, y esto es lo que quiere decir Pablo cuando habla del
“pleno conocimiento de la verdad que es según la piedad” (Tito 1:1). La sana
doctrina nos enseña acerca de un Dios santo y que está airado con el pecado,
pero que nos ama lo suficiente como para sacrificar a Su Hijo en nuestro favor,
para librarnos de ese pecado. La sana doctrina de un Dios santo produce gente
santa.
DEBEMOS
AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE NOS GUARDA DE LA FALSA DOCTRINA.
Las Escrituras apuntan a tres fuentes de doctrina:
los demonios (1 Timoteo 4:1), los hombres (Mateo 15:9), y Dios mismo (Tito
2:10). La sana doctrina fluye de Dios
mismo, y es incorruptible y dadora de vida. La sana doctrina es un
ancla de verdad que nos guarda de ser “llevados de aquí para allá por todo
viento de doctrina” (Efesios 4:14). El amor por la sana doctrina será un
“escudo de verdad” contra las mentiras y las doctrinas del enemigo, que son
rampantes hoy día, incluso en muchas iglesias.
DEBEMOS
AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE NOS LLEVA A LA ACCIÓN.
Las Escrituras preparan a los hombres y a las
mujeres para toda buena obra (2 Timoteo 3:17). Del mismo modo, una enseñanza
sana de las doctrinas de las Escrituras cataliza tanto el servicio como el
testimonio, al instalar una convicción profunda y un gozo real en la vida de
los cristianos. Escuchar la verdad de las Escrituras enseñada claramente,
exaltará la misericordia y la gracia de Dios, lo cual hará que estemos
agradecidos y obedezcamos Sus mandamientos para ser luz en el mundo y proclamar
el evangelio, “adornando la doctrina de Dios nuestro Salvador” (Tito 2:7-10).
DEBEMOS
AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE ESTO SIGNIFICA AMAR A CRISTO MISMO.
Nada me hace tener que contenerme como cuando
escucho a los cristianos decir: “no necesito doctrina, ¡solamente quiero amar a
Jesús!”. Esta gente no entiende que la doctrina es la que nos habla de Jesús,
que es la Verdad hecha carne (Juan 14:6). Jesús vino a predicar (Marcos 1:38).
Su predicación incluía comunicar doctrina que proclamaba quién es Él y cómo
deben vivir sus discípulos en relación con Él y con el mundo.
DEBEMOS
AMAR LA SANA DOCTRINA PORQUE AL FINAL NOS LLEVA A LA ADORACIÓN.
Contemplar las verdades acerca de Dios y Sus obras
entre los hombres nos hace maravillarnos con asombro de su bondad (Salmos 107).
La adoración no es solamente el resultado de la doctrina: es la razón por la
que la doctrina existe. Pablo ejemplifica esto concluyendo una de las porciones
más ricas de las Escrituras en cuanto a doctrina con la siguiente doxología:
”¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios!
¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos
11:33).
DIOS
QUIERE QUE LA SANA DOCTRINA LLENE LA IGLESIA CON CREYENTES SANTOS, QUE EXALTEN
Y PROCLAMEN A CRISTO Y QUE MADUREN DIARIAMENTE EN EL CONOCIMIENTO DE DIOS Y LA
OBEDIENCIA A ÉL.
El pastor
Fernando ha aprendido mucho desde que dejó de predicar el mensaje de
prosperidad y comenzó a centrarse en enseñar las Escrituras. Aunque
mucha gente ha abandonado la iglesia, nuevas personas han venido, ansiosas por
escuchar la vedad. Los adolescentes que solían sentarse en la parte de atrás de
la iglesia y enviar mensajes de texto durante el servicio se han movido ahora a
las filas de adelante y han comenzado a servir y a alcanzar su comunidad. Este
es un cuadro de la sana doctrina en acción. Enseñar sana doctrina es
importante.
EL LUGAR DONDE COMIENZA LA SANA DOCTRINA
Aunque estudiar doctrina en la iglesia local es una
forma fantástica de crecer, quizás lo más importante que podemos hacer
diariamente es estudiar las Escrituras con fidelidad y cuidado. Conforme hemos
entrenado a pastores en el programa Pastores Entrenando a Pastores, hemos visto
que a menudo el crecimiento en la sana doctrina viene cuando la Palabra derriba
las doctrinas que no son sanas, que están enraizadas en un marco teológico
defectuoso, en valores culturales específicos, o simplemente.
EN NO LEER LAS ESCRITURAS EN SU ADECUADO CONTEXTO
HISTÓRICO, BÍBLICO Y LITERARIO.
Prestemos atención al mandamiento de Pablo en 2
Timoteo 1:13 y “retengamos la norma de las sanas palabras que hemos oído, en la
fe y en el amor en Cristo Jesús”.