“Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
Cuando los soldados Romanos clavaron a Jesús en la
Cruz; dos ladrones fueron crucificados con Él, uno a Su lado derecho y el otro
a Su lado izquierdo. Me parece a mí que estos dos ladrones representan a toda
la raza humana. Durante las primeras horas que Cristo estuvo en la Cruz, se nos
dice en el Evangelio de Marcos que estos dos hombres lo injuriaban:
“También los que estaban crucificados con él le injuriaban lo reprendían” (Marcos 15:32). Parece, según el Evangelio de Mateo, que los dos ladrones repetían lo que los principales sacerdotes y los escribas gritaban.
“A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si
es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él…Lo mismo le
injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él” (Mateo 27:42,
44). Pero, mientras el día avanzaba, en uno de los ladrones hubo un cambio de
corazón. Él admitió que era pecador, que merecía la crucifixión, pero él dijo
sobre Jesús:
“Éste ningún mal hizo” – nada malo (Lucas 23:41). Entonces
el ladrón arrepentido le dijo a Jesús,
“Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (Lucas
23:42). Fue una oración simple, sencilla, pero reflejó su conversión, el cambio
en su corazón. Como respuesta, Jesús le dio las palabras que se encuentran en
nuestro texto: “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás
conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Podemos aprender varias cosas de este
texto.
I.
PRIMERO, SOLO A UNO DE LOS LADRONES SE LE DIO ESTA PROMESA.
Jesús dijo, “Hoy estarás conmigo en el paraíso”
(Lucas 23:43). Cristo le dio esa promesa únicamente al hombre que experimentó
aquel cambio de corazón lo cual es llamado “conversión”. Como dije, los dos
ladrones representan a toda la raza humana en varias maneras. Ambos estaban
injuriando a Cristo, mostrando así la enemistad de todos los hombres hacia
Dios: “Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios” (Romanos 8:7).
La enemistad y el odio interno hacia Dios se reveló
por el hecho de que ambos injuriaban al Hijo de Dios. Tu propia alma inconversa
es enemistad contra Dios de acuerdo a las Escrituras. Hay una profunda
oposición hacia Dios en tu propio corazón inconverso, frecuentemente revelado
en muchas maneras, algunas abiertamente, y otras secretamente. Te puedo
preguntar, ¿haz cometido pecados en secreto en contra de Dios que nadie sabe
solo Él? Te puedo preguntar, ¿alguna vez haz estado enojado contra Dios por no
haberte bendecido más? ¿Alguna vez has pensado que Dios está equivocado al
enviar personas al Infierno? ¿Alguna vez te diste cuenta que no disfrutas a
Dios en oración? ¿Y no es verdad que el mero hecho de que no te gusta orar es
prueba que no te gusta estar en la presencia de Dios? Te podríamos preguntar la
misma cosa acerca de la predicación de la Palabra de Dios, la Biblia.
¿Disfrutas la verdad cuando te es predicada a ti de la Palabra de Dios? ¿O
estos sermones te hacen sentir intranquilo, y hasta enojado algunas veces? Y si
eso es verdad de ti, ¿no es eso prueba de que tienes la misma oposición y
enemistad en tu corazón que los dos ladrones tenían antes que uno de ellos
fuera cambiado por el Espíritu de Dios? ¿Y no muestra tu oposición interna
contra Dios que estás en la misma condición en que estos dos ladrones estaban
antes de que uno de ellos experimentara el gran cambio de la conversión? “Hoy
estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
También, ya que la promesa de salvación fue dada a
solo uno de los ladrones, esto muestra que algunos serán salvos y otros serán
perdidos. ¿No aclara eso nuestro pasaje? Los predicadores liberales, que no
creen la Biblia por completo, frecuentemente usan nuestro texto en funerales,
cuando ellos dicen que una persona perdida que no ha sido convertida estará en
el paraíso. Pero esto es torcer las Escrituras. El Apóstol Pedro dijo:
“Las cuales los indoctos e inconstantes tuercen,
[pervierten,], como también las otras Escrituras,
para su propia perdición” (II Pedro 3:16).
Requiere “torcer” o “retorcer’ las Escrituras para
hacer que la promesa de Dios en nuestro texto se aplique a un hombre inconverso
en su funeral. Y el predicador que pervierte el texto en esa manera para
complacer a los amigos de un muerto inconverso, algún día tendrá que darle
cuentas a Dios por su deshonestidad. No, no hay nada en nuestro texto que dé
esperanza alguna a la persona que muera sin tener ese cambio en el corazón que
es llamado la “conversión”. La promesa no fue hecha al ladrón inconverso, o a
cualquier otro hombre o mujer inconverso. La promesa fue solamente para el
ladrón que experimentó la conversión, y por aplicación, solo a los que
experimenten la conversión antes de morir. Algunos son salvos, quienes se
voltean a Cristo. Otros son eternamente perdidos porque rechazan a Cristo. En
estas maneras los ladrones representan a toda la humanidad. Solo uno de los
ladrones fue salvo. El otro estaba perdido. Toda la humanidad es salva o
perdida. Jesús dijo:
“El que creyere...será salvo; mas el que no
creyere, será condenado” (Marcos 16:16).
Uno de los ladrones creyó en Jesús y fue salvo. El
otro rehusó creer en Jesús y fue condenado al fuego eterno del Infierno. La
promesa del texto solo fue dada al hombre que fue salvo por Jesús.
“entonces Jesús le dijo: de cierto te digo que hoy
estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
II. SEGUNDO,
EL LADRÓN QUE FUE CONVERTIDO TUVO LA PROMESA DE INGRESO INMEDIATO CON JESÚS AL
PARAÍSO EL MOMENTO DE SU MUERTE.
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Esto
nos muestra que el alma de Jesús fue al paraíso de inmediato, el momento que El
murió en la Cruz. Varios predicadores de “prosperidad” hoy dicen que el alma de
Jesús fue al Infierno después de morir en la Cruz. Yo personalmente oí a un
famoso predicador americano de “prosperidad” decir eso en televisión
recientemente. Oí a ese predicador decir: “Jesús se quemó en el Infierno para
pagar por nuestros pecados”. ¡Qué blasfemia! ¡Qué error! ¡No, qué herejía! No
hay ni un trazo de la Escritura que diga que Jesús fue al Infierno después de
morir, y que “Se quemó en el Infierno para pagar por nuestros pecados”. ¡Eso no
está en la Biblia! La Biblia enseña que El padeció y murió para pagar por
nuestros pecados ¡en la Cruz – no en el Infierno!
“Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo
sobre el madero [la cruz]” (I Pedro 2:24).
“Por medio de él reconciliar consigo todas las
cosas…haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Colosenses 1:20). “Mediante
la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo” (Efesios 2:16).
“Porque la palabra de la cruz es locura a los que
se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios” (I Corintios 1:18). Es por eso que el Apóstol
Pablo dijo: “Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a
Jesucristo, y a éste crucificado” (I Corintios 2:2).
Cristo hizo sacrificio completo por nuestros
pecados, borrando las ordenanzas del Antiguo Testamento:
“que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz” (Colosenses 2:14). Y de nuevo,
el Apóstol dijo que Cristo lo envió “predicar el evangelio; no con sabiduría de
palabras, para que no se haga vana la cruz de Cristo” (I Corintios 1:17). Y de
nuevo, al Apóstol dijo: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de
nuestro Señor Jesucristo” (Gálatas 6:14). La Cruz es el símbolo de la
Cristiandad, no el fuego del Infierno. Si Cristo expió por nuestro pecado
quemándose en el Infierno, y no cuando sufrió en la Cruz, entonces el símbolo
de la Cristiandad debería de ser el fuego, no la Cruz en la que Jesús murió.
¡Pero Jesús sí pagó por nuestros pecados sobre la Cruz! Su alma no fue a
quemarse al Infieno para pagar por nuestros pecados. ¡Eso es por lo menos
ignorancia y por lo más herejía! Nuestro texto mismo nos dice que el alma de
Jesús no fue al Infierno cuando El murió en la Cruz. Si El iba a ir al Infierno
al morir, Él le hubiera estado mintiendo al ladrón convertido cuando le dijo: “Hoy
estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Si aquellos predicadores americanos
de “prosperidad” estuvieran en lo correcto, Jesús tendría que haberle dicho al
ladrón: “Hoy estarás conmigo en el infierno”. ¿Qué consuelo hubiera sido ese
para el ladrón convertido? ¡Fuera con tal insensatez de la faz de esta tierra!
¡Jamás le creas a ningún predicador que diga que Jesús pagó por tus pecados en
el Infierno! ¡Y jamás creas cualquier otra cosa que diga ese predicador! ¡Si
está tan ciego para no entender la centralidad de la Cruz, eres muy necio al creer
cualquier cosa que él diga desde su púlpito!
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
¡Las almas de Jesús y del ladrón convertido ambas
fueron inmediatamente al paraíso aquel día!
III.
TERCERO, EL LADRÓN ESCAPÓ DEL INFIERNO CUANDO ÉL CONFIÓ EN JESÚS Y FUE
CONVERTIDO.
Cuando ese ladrón confió en Cristo, sus pecados
fueron inmediatamente limpiados por la Sangre del Salvador, y el poder soberano
de Dios Todopoderoso convirtió su alma perdida, así que Jesús le pudo decir a
él:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43). Sin
embargo, necesitamos recordar que cuando Él le hizo esa promesa al ladrón
convertido, Él no estaba negando la realidad del Infierno. Nadie predicó jamás
sobre el Infierno más que Jesús. En su predicación, Él le advertía a la gente a
“huir de la ira venidera” (Mateo 3:7). Jesús dijo
que El “dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego
eterno” (Mateo 25:41). Jesús hablaba del
Infierno como el lugar “Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se
apaga” (Marcos 9:46). ¡Nunca nadie hizo el Infierno más claro que el Señor
Jesucristo! Así que esta mañana te digo con las palabras de Jesús: “huir de la
ira venidera”. Arrepiéntete de tus pecados como el ladrón moribundo. Tienes que
tener un cambio completo de mente tocante a tu vida pecaminosa. Tienes que
volverte de tus pecados hacia Cristo. ¡Entonces ven a Jesucristo por fe simple!
¡Sé limpiado por Su Sangre santa! ¡Sé convertido por la gracia de Dios, y nunca
más vuelvas a tus viejos pecados! No vengas vez tras vez a ser “convertido”.
¡La conversión de esa clase no es sino puro Catolicismo Romano, donde tienes
que volver al sacerdote para ser absuelto todas las semanas! ¡Esa no es nuestra
fe Bautista y Protestante! Ven a Cristo de una vez por todas. Confía en El una
vez por todas. Sé lavado en Su Sangre de una vez por todas. ¡Vive la vida cristiana
y jamás vuelvas atrás! Luego cuando llegue la hora de que mueras como el
ladrón, Jesús dirá:
“Hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lucas 23:43).
“
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