miércoles, 7 de diciembre de 2016

EL TEMOR DE DIOS

EL TEMOR DE DIOS EN EL ANTIGUO TESTAMENTO  Éx. 19:1-25; 20:18-20Después de haberlos liberado de la esclavitud en Egipto, Dios se reveló al pueblo de Israel de una manera majestuosa, porque quería crear en ellos una impresión permanente, una sensación imborrable de Su majestad y poder. Dios quería enseñarle a Su pueblo a temerle, a servirle y obedecerle con temor y reverencia, y apartarse del pecado. Dt. 5:22-27

Los israelitas entendieron lo que era el temor de Dios. No mostraron presunción ni orgullo. Ellos entendieron que Dios es digno de ser temido y obedecido, y que aún sus propias vidas dependían de la misericordia de Dios. Dt. 5:28-33; 6:1-3

Dios no es egoísta ni cruel. Aquí se demuestra lo que está en el corazón de Dios: El desea que le temamos y le reverenciemos para nuestro propio bien. Dt. 6:13-15, 7:6-11
Es importante que tengamos un concepto apropiado y equilibrado de Dios. Dios es amoroso y bueno, pero también es un Dios santo, que odia el pecado. Dios nos ama tanto, que nos cela como un esposo a su esposa. El no desea que le seamos infieles.
Es importante para nosotros saber que Dios tiene todo poder para bendecirnos, pero también tiene el poder para juzgar y castigar al que hace lo malo. UN CONCEPTO EQUIVOCADO DE DIOS ES PELIGROSO.
¿QUÉ ES EL TEMOR DE DIOS? El temor de Dios es una actitud de reverencia y respeto hacia Dios, que pasa progresivamente por las siguientes etapas:
Una conciencia de que Dios es el dueño de nuestras almas, y tiene el poder de otorgarnos la salvación eterna o condenarnos eternamente en el infierno. Aunque la motivación que genera este temor es completamente egoísta, es preferible a no tener ningún temor de Dios
Una conciencia de que Dios está permanentemente mirando todo lo que pensamos, decimos y hacemos, y que El tiene el poder para premiarnos o castigarnos de acuerdo a nuestra conducta; lo cual nos debería motivar a ser cuidadosos y apartarnos del mal
Un deseo consciente y permanente de agradar a Dios en todo lo que hacemos y no ofender Su santidad
Un reconocimiento humilde de que Él es Dios y nosotros somos Sus criaturas, y por lo tanto, El es digno de ser temido y reverenciado
El temor de Dios expresado en la conducta diaria
Cuando Dios se manifestó al pueblo de Israel, les dio leyes para que pudieran expresar el temor de Dios en su conducta diaria. Lv. 18:1-5; 19:1-4, 11-18, 30-37;
La expresión “Yo Jehová” implicaba “Yo soy su Dios y a mi deben temer”.
Pr. 15:16; 22:4
Muchas otras escrituras nos enseñan principios que llevan implícita una conducta de temor de Dios.
El temor de Dios en otras escrituras Pr. 8:13
El temor de Dios es aborrecer el mal. Dios no desea que simplemente seamos indiferentes ante el mal, y mucho menos que guardemos en nuestro corazón una atracción íntima hacia el pecado. Lo que Dios desea es producir en nuestros corazones un aborrecimiento profundo hacia el pecado y un amor por hacer lo bueno.
Por ejemplo: de nada vale que Ud. se cohíba de ver material pornográfico, si en su interior todavía está anhelando verlo y lamentándose porque no “puede” verlo porque es “cristiano”. ¡Lo mismo se puede aplicar a cualquier otro pecado que pueda imaginar! Job 28:28; Pr. 1:7, 9:10
El temor de Dios es sabiduría. La sabiduría nos llevará a ser precavidos y evitar meternos en situaciones que puedan inducirnos a pecar. No debemos tentar al Señor, ni sobre-estimarnos y abusar de Su gracia.
Por ejemplo: si Ud. tiene un problema con la bebida, lo más sabio será que no frecuente lugares donde sea tentado a ingerir licor. Si Ud. es un hombre, y tiene debilidad en el área de la codicia, no sería sabio que procurara estar sólo en compañía femenina.Pr. 14:26-27
El temor de Dios trae confianza y seguridad a los que andan en integridad. ¡El temor de Dios es fuente de vida porque trae verdadera libertad!
Aquellos que son carnales creen que la libertad consiste en poder dar “rienda suelta a la carne” y hacer lo que nos venga en gana. Pero el cristiano que es espiritual entiende que la verdadera libertad consiste en ser libres del pecado para poder hacer lo bueno. ¡No se necesita ser libre para hacer lo malo, ya el pecado es parte de nuestra naturaleza caída! Para esto fue que Cristo murió por nosotros, para liberarnos de la esclavitud del pecado y que pudiéramos vivir haciendo lo bueno agradando a Dios.
Hay cristianos que asocian “santidad” con “legalismo”. ¡Eso es trágico! Hay cristianos que piensan que ser libres significa “acercarse al mundo lo más posible sin pecar”. Usted los reconoce porque los oye elaborando unos argumentos muy bien razonados para justificar su conducta carnal. Puede ser que esas personas no vayan al infierno, pero lo triste es que sus conciencias se endurecen cada vez más al Espíritu Santo, y sus vidas son espiritualmente superficiales, sin poder, y permanecen derrotados y atados al pecado. Se pierden de lo mejor de Dios porque todavía aman su pecado. ¡Y después se sorprenden cuando les viene toda clase de problemas y tribulaciones!
Ya hay demasiados esclavos de la maldad en el mundo, como para que Usted sea uno más. No se requiere de valor para hacer lo malo y obtener los aplausos y la aprobación del mundo. En cambio, sí se necesita coraje y valentía para atreverse a ser santo y vivir en contra de la corriente del mundo, pero tenga por seguro que obtendrá la aprobación de Dios.
Consecuencias de rechazar el temor de Dios Pr. 1:20-33
La Biblia nos enseña, en Santiago 4:6, “Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes”. Ahora bien: debemos entender que en el corazón de Dios no existe el deseo de rechazar a nadie, sino que la persona que no teme a Dios voluntariamente se excluye a sí misma de recibir el favor de Dios, y cosecha las consecuencias de su propio pecado.
Por ejemplo: Una persona que persista en la homosexualidad y la promiscuidad, no es extraño que contraiga el SIDA. Una persona que persista en el vicio del cigarrillo, no es extraño que contraiga un cáncer pulmonar. ¡Lo triste es que esas personas después culpen a Dios de su desgracia!
Exhortaciones a temer a Dios
Pr. 3:7-8, 14:16, 28:14, 31:30; Ec. 8:12-13
Algunos piensan que es en vano temer a Dios, ya que los impíos prosperan y los justos padecen. Sin embargo, no debemos olvidar que Dios es el Juez final, y que nuestro temor a Dios tendrá algún día su recompensa, en esta vida o en la venidera.
EL TEMOR DE DIOS EN EL NUEVO TESTAMENTO
¿Qué dijo Jesús sobre el temor de Dios? - Mt. 10:22-33
Algunos creen erróneamente que el Dios del AT es un Dios de ira, al que se debía temer; y que el Dios del NT es un Dios de sólo compasión, al que no hay que temer. Contrario a lo que algunos podrían pensar, Jesús no invalidó la enseñanza sobre el temor de Dios. Al contrario, la profundizó y la asoció al hecho de confesar o negar Su Nombre.
El temor de Dios en la Iglesia Primitiva - Hch. 5:1-11: Ananías y Safira
La experiencia de Ananías y Safira sirvió para fundamentar a la iglesia en el temor de Dios y en la obligación de vivir en santidad delante de Dios.
¿Cómo supo Pedro que Ananías y Safira habían mentido? Gracias al don del la Palabra de ciencia. En ocasiones, Dios usa los dones de discernimiento y de revelación profética para que los pecados ocultos de la congregación salgan a la luz. Dios hace esto para preservar la santidad de la iglesia, y para que haya en los miembros de la congregación una conciencia de la presencia soberana de Dios en la iglesia. En otras palabras, para que haya temor de Dios en la iglesia.
¿Cómo creció la Iglesia Primitiva? - Hch. 9:31
A menudo escuchamos sobre muchas estrategias para lograr el crecimiento de la iglesia. Sin embargo, en esta escritura podemos ver que los “métodos” de Dios para que la iglesia crezca son diferentes a los métodos humanos. El temor de Dios es un ingrediente fundamental para el crecimiento de la iglesia.
El temor de Dios en la enseñanza de los apóstoles - 2 Co.7:1; Fil. 2:12; 1 P. 1: 13-19
El temor de Dios debe inspirar al creyente a perfeccionar la santidad. En otras palabras, el temor de Dios nos hace conscientes de nuestra propia pecaminosidad, y de la necesidad que tenemos de que haya cambios progresivos en nuestro corazón y nuestra conducta, para agradar a Dios en nuestra forma de vivir. Un cristiano que no siente la necesidad de crecer en santidad es un cristiano estancado, que se ha vuelto complaciente con el pecado. En otras palabras, no está andando en temor de Dios.
Para un cristiano espiritual, “ocuparse de la salvación con temor y temblor” no significa vivir en temor de perder la salvación. Los cristianos podemos tener seguridad de que Cristo llevó en Su cuerpo el castigo por todos nuestros pecados, que hemos sido lavados por Su sangre, y que nuestros nombres están escritos en el Libro de la Vida. Sin embargo, no debemos asumir la salvación ligeramente. Si alguno piensa que la salvación y la gracia de Dios son una garantía y una licencia para pecar y andar descuidadamente, si alguno toma el pecado con ligereza y abusa de la misericordia de Dios, lo más probable es que no haya comprendido en qué magnitud sus pecados ofenden a Dios, ni ha entendido lo que significa la salvación.
El temor de Dios es el fundamento que inspira la vida en santidad y consagración a Dios. La santidad no es un llamado a unos pocos, sino un mandato de Dios a todos los creyentes.
El ejemplo de Cristo - He. 5:7-9
Cristo mismo, mientras vivió en la tierra, anduvo en temor de Dios y nos dio ejemplo de andar en temor y reverencia. Si El mismo tuvo que hacerlo así, nada debería hacernos pensar que nosotros podemos ser diferentes.
¿A quienes Dios oye? Jn. 9:31, Sal. 51:17
¿Alguna vez ha pensado que Dios no escucha sus oraciones? Dios oye a los que le temen. No podemos acercarnos a Dios en actitud de arrogancia o auto-suficiencia. Cuando Usted entienda que no tiene derecho a exigirle nada a Dios, entonces Usted habrá comprendido lo que significa que es por Su gracia que El responde nuestras oraciones. Dios tiene todo el derecho de demandar humildad y reverencia para poder escuchar nuestras oraciones.
¿Es Usted conocido como alguien “temeroso de Dios”? Hch. 10:1,2,22
Hoy en día, el mundo difícilmente considera un halago el ser conocido como alguien “temeroso de Dios”. Piense: ¿cómo le gustaría a Usted que lo describieran sus conocidos? Cornelio fue reconocido como alguien temeroso de Dios y de buen testimonio. Ser conocidos como alguien “temeroso de Dios” es un elogio que todos deberíamos desear.

CONCLUSIÓN He. 12:12-29  Comencé este mensaje relatando la forma en que Dios se manifestó al pueblo judío, en medio de una espesa oscuridad, nubes y relámpagos, y una montaña que se estremecía. Ellos experimentaron estas cosas en lo natural, pero nosotros hemos sido llamados a algo superior en lo espiritual. Hemos recibido la revelación del Mesías de Dios, sido hechos partícipes de un mejor pacto, somos herederos de la salvación, hechos nuevas criaturas en Cristo, y el Espíritu Santo habita en nosotros.  Por todo esto, debemos servir a Dios con temor y reverencia, absteniéndonos de toca clase de mal, cuidándonos de no entretener el pecado ni abusar de la gracia de Dios.

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