Muy pocas veces hemos tomado nota de la actitud que Dios tiene frente a nuestras oraciones, ruegos, peticiones o súplicas. Pensamos que Él está muy distante y que nuestras oraciones demorarán en llegar a Él. En la Biblia encontramos un sinnúmero de textos que nos hacen ver que Dios tiene una actitud bondadosa ante nuestras peticiones: inclina su oído para escucharnos y liberarnos. Esta actitud de Dios demuestra que Él es un Dios vivo, misericordioso y sensible a nuestras necesidades. Dios no sólo quiere que le escuchemos, sino que está dispuesto a escucharnos también.
En la vida hay momentos de tristeza, así como tiempos de alegría, y en muchos casos los creyentes siempre oran a Dios. La Biblia declara que Dios siempre está oyendo. Desde el primer libro, nos muestra que Dios está escuchando. Por ejemplo: con alegría Raquel dijo, "Dios ha hecho justicia, Él ha escuchado mi súplica y me ha dado un hijo". (Génesis 30: 6). En adelante podremos ver que una serie de textos bíblicos que refieren a que Dios nos escucha y nos libra de todos nuestros temores y miedos. Quisiera que tengamos en cuenta estos textos bíblicos:
Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi
pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues
he conocido sus angustias, y he descendido para librarlos de mano de los
egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que
fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del
ferezeo, del heveo y del jebuseo. (Éxodo 3:7-8). Y le dijo Jehová: Yo he oído
tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. (1 Reyes 9:3a).
En mi angustia invoqué al Señor; clamé a mi Dios, y
él me escuchó desde su templo; ¡mi clamor llegó a sus oídos! (Salmo 18:6).
Bendito sea Jehová que oyó la voz de mis ruegos.
(Salmo 28:6).
Busqué a Jehová, y él me oyó, Y me libró de todos
mis temores. (Salmo 34:4).
Este pobre clamó, y le oyó Jehová, Y lo libró de
todas sus angustias. (Salmo 34:6).
Claman los justos, y Jehová oye, Y los libra de
todas sus angustias. Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; Y salva
a los contritos de espíritu. (Salmo 34:17-18).
Al Señor esperé pacientemente, y Él se inclinó a mí
y oyó mi clamor. (Salmo 40:1).
En cuanto a mí, a Dios clamaré; y Jehová me
salvará. Tarde y mañana y a mediodía oraré y clamaré, y él oirá mi voz. (Salmo
55:16-17).
Tú oyes la oración; y a ti vendrá toda carne... Con
tremendas cosas me responderás tú en justicia. Oh Dios de nuestra salvación,
esperanza de todos los términos de la tierra, y de los más remotos confines del
mar. (Salmo 65:2,5).
En el día de mi angustia te llamaré, porque tú me
respondes. (Salmo 86:7).
Me invocará, y yo le responderé: con él estaré yo
en la angustia; lo liberaré y le glorificaré. (Salmo 91:15).
Amo a Jehová, pues ha oído mi voz y mis súplicas.
Porque ha inclinado a mí su oído; por tanto, le invocaré en todos mis días.
(Salmo 116:1-2).
Desde la angustia invoque a JAH, y me respondió JAH
poniéndome en lugar espacioso. (Salmo 118:5).
Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a
todos los que invocan de veras. Cumplirá el deseo de los que le temen; oirá
asimismo el clamor de ellos, y los salvará. (Salmo 145:18-19).
Jehová está lejos de los impíos; pero él oye la
oración de los justos. (Proverbios 15:29).
Entonces invocarás, y te oirá Jehová; clamarás, y
dirá él: Heme aquí. (Isaías 58:9a).
He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová
para salvar, ni se ha agravado su oído para oír; pero vuestras iniquidades han
hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho
ocultar de vosotros su rostro para no oír. (Isaías 59:1-2).
Entonces ustedes me invocarán, y vendrán a
suplicarme, y yo los escucharé. (Jeremías 29:12).
Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer
cosas grandes y ocultas que tú no sabes. (Jeremías 33:3).
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se
os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que no busca, halla; y al
que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide
pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? pues
si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos ¿cuánto
más vuestro Padre está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?
(Mateo 7:7-11).
Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y
sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra
aquellos que hacen el mal. (1 Pedro 3:12).
Y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de
él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables
delante de él. (1 Juan 3:22).
Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si
pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos
oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le
hayamos hecho. (1 Juan 5:14-15).
Todos estos textos nos dan a conocer que Dios se
digna inclinar su oído para escucharnos y librarnos de todo mal. No es un Dios
estático, indiferente o inmisericorde. Es un Dios de amor y que está dispuesto
a dejar de lado su posición de ser el Señor del universo para dignarse a
escucharnos muy quedo al oído. Por su gracia es que somos perdonados,
liberados, redimidos y librados de todo mal que el enemigo quiera hacernos. Qué
el Señor nos siga escuchando cada vez que clamemos ante su santa presencia.
AMEN.
Rev. Lic.
Jorge Bravo C.
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