jueves, 1 de diciembre de 2016

EL CORAZÓN QUE A DIOS LE AGRADA

 Vamos a leer 1ª de Timoteo 6: 11 y 12: “11Mas tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y SIGUE LA JUSTICIA, LA PIEDAD, LA FE, EL AMOR, LA PACIENCIA, LA MANSEDUMBRE. 12Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos”.

¡PELEA LA BUENA BATALLA DE LA FE y echa mano de la vida eterna! ¡Arrebata la vida eterna y no la dejes escapar! El bien más precioso que tenemos quienes hemos creído en Jesús, el que menos cuidamos y muchas veces menospreciamos, es la vida eterna. Mas el Señor hoy te dice que tienes que “pelear la buena batalla de la fe y echar mano de la vida eterna”.

Leamos también Hechos 13: 21 y 22: “21Luego pidieron rey, y Dios les dio a Saúl hijo de Cis, varón de la tribu de Benjamín, por cuarenta años. 22Quitado éste, les levantó por rey a David, de quien dio también testimonio diciendo: He hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, quien hará todo lo que yo quiero”. ¡Que formidable declaración! Dice este pasaje que hemos leído, que después de cuarenta años de reinado de Saúl, Dios levantó a David y dijo “he hallado a David hijo de Isaí, varón conforme a mi corazón, y hará todo lo que yo quiero”. Dios está buscando hombres y mujeres que le agradan y éstos son aquellos que hacen todo lo que Él quiere.
DIOS SE COMPLACE EN SU HIJO Cuando Jesús fue bautizado, se escuchó una voz del cielo que decía, “ESTE ES MI HIJO AMADO EN QUIEN TENGO COMPLACENCIA”. Era la voz de un padre que estaba agradado de un hijo que hacía su voluntad; David es prototipo de Jesús quien es el verdadero hijo que hace todo conforme a la voluntad del Padre. ¿Quiénes son los que agradan a Dios? ¡Aquellos que hacen todo lo que Él quiere! Pareciera ser que el cristianismo es otra cosa, que les da a los creyentes la posibilidad de pedir a Dios lo que ellos quieren, pareciera ser que el cristianismo está pensado para que Dios complazca a todos los cristianos. Muchos, cuando Dios no les da lo que ellos quieren, le hacen “huelga de diezmos”, se enojan con Él, se ofenden y otros se vuelven ateos. He conocido personas que se han vuelto ateas porque le pidieron por la salud de un familiar, y éste murió. “Y bueno, soy ateo porque cuando era chico pedí que no se muera mi madre y se murió. Entonces no pedí más”. Si Dios no hace lo que yo le pido, ¡me enojo y aún hasta me hago ateo! Pero la cosa no es así con Dios; Él es el Señor, y no el hombre; Dios está buscando hombres y mujeres que hagan todo lo que Él quiere. Él es un Dios de propósitos y tiene planes que serán llevados a cabo por hombres que le crean, que le amen y que hagan lo que él quiere. Dios no está necesitando creyentes que le admiren, que sirvan solamente para pedirle lo que ellos quieran, tampoco necesita simpatizantes. Dios está necesitando gente que quiera hacer todo lo que Él quiere. ¡Todo! La primer pregunta que surge es, ¿CÓMO HAGO PARA OBEDECER A DIOS? Quien obra de acuerdo a lo que Él quiere, es gente de fe; “pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna”, dice la Biblia. El mundo está divido en dos bandos: Los que hacen la voluntad de Dios y los que no la hacen, los que viven para Dios y los que no, los que viven para el evangelio y los que viven del evangelio, los que obedecen a la fe y los que obedecen a sus sentidos, a sus instintos y a lo que piensan. El hombre tiene dos áreas fundamentales, su área síquica y su área espiritual; cuando el ser humano no tiene su vida espiritual vivificada, cuando ella está achatada o atormentada, no puede hacer las cosas que son del espíritu porque no las entiende, no recibe visión de la fe porque ésta es el sentido espiritual dado al creyente para que pueda ver y entender lo que Dios quiere. Si tú no tienes fe, no puedes ver ni entender lo que Dios quiere y estás a la merced de lo que tu psiquis y tu alma entienden o sienten. Estoy cansado de escuchar gente que me dice, “pastor, siento que…” “Pienso y siento” son dos palabras que debieran cortarse del vocabulario del cristiano; el creyente debiera decir, “tengo fe que Dios me quiere en tal lugar” o “Dios me ha mostrado que debiera hacer tal cosa”… tengo sumo respeto por aquellos que tienen una vida de comunión con Dios, yo los conozco, ¡no hay muchos! Hoy tuve una charla con un muchacho de la iglesia, a quien valoro y amo con todo mi corazón, porque sé cómo busca a Dios, cómo ora y estudia su palabra; es uno de aquellos que viene y me dice, “pastor, Dios me guió a hacer tal cosa”… cuando viene uno así de espiritual, me tengo que quedar callado. Entre otras cosas me dijo: “pastor, sabes que estoy hablando con el Espíritu Santo como estoy hablando contigo ahora, y le dije, Señor, es tiempo que me muestres con quién me voy a casar. Lo primero que quiero, es una chica que te ame a ti más que a todas las cosas, no podría estar al lado de una mujer que no ame a Dios por sobre todas las cosas y además le pedí que sea así, etc, y quiero que me la muestres en abril”. Le pregunto: “¿Te la mostró? Me responde: “¡Si! Un día entro al chat y me saluda una chica que hacía años no la veía, pero la conocía muy bien. Cuando comencé a hablar con ella, sentí la voz del Espíritu Santo que me dijo: “¡Esta es tu mujer!” ¡Hay que tener fe para recibir tal revelación! He conocido varios así, pero que no le han embocado, ¡creo que éste está en lo correcto pues se puede ver la fe en sus ojos! Hay algunos que hablan así: “Pienso y siento tal cosa y me parece que…” ¡Eso está mal! Viste esos que dicen, “pastor, óreme y bendígame pues me voy a Italia, necesito trabajar”. “No te pregunté si necesitabas trabajo, ¡te pregunté si te manda Dios a Italia!” “Supongo que sí…, bueno, ¡no lo se!” Demuéstrame que tienes una relación con Dios, que Él te está mandando y yo con todo el amor del alma te envío, reconozco tu fe y que Dios te ha hablado. Estamos necesitando gente que no haga lo que siente, sino la voluntad de Dios, estamos necesitando gente que no razone, especule, ni racionalice si lo que hace es bueno o malo, SINO QUE OBRE DE ACUERDO A UNA DIRECCIÓN MÁS PROFUNDA DE FE. Dios no necesita gente que diga: “¿qué tiene de malo que yo haga esto o lo otro?” Hay quienes creen que cuando han hecho algo bueno, han realizado la voluntad de Dios; hay muchas cosas buenas para hacer, pero una sola es la voluntad de Dios y esa es la cosa buena que tienes que hacer porque de lo contrario, si haces la cosa buena que tú quieres, ¡ella se vuelve en contra de la voluntad de Dios! ¡La voluntad de Dios es una sola! Debes hacer lo que Dios tiene planificado para ti, no otra cosa, por más buena que ésta sea, ¡tu voluntad se levanta contra la Dios! Necesitas “pelear la buena batalla de la fe”. Cada uno de nosotros ve las cosas y toma las decisiones de dos maneras: Por la psiques o por el espíritu. Normalmente las decisiones de los “almáticos”, son más sensatas, más racionales, más prudentes, menos sobrenaturales; las personas que son muy racionales o muy sentimentales son directamente sensuales, parecen personas correctas pero no necesariamente son personas de fe. Pero los que son de fe, son medios locos, porque sus decisiones no son tan sensatas y si no, pregúntale a David, que revoloteó una honda para matar un gigante u observa a Moisés, queriendo abrir el mar Rojo con una vara. ¡Nada racional ni sensato! La fe no es sensata, Dios quiso salvar a los creyentes por la locura de la cruz. ¿Qué tiene de racional la cruz? ¿Qué tiene de sensata la cruz? El hombre que entra en la dimensión de la fe comienza a ver cosas que los demás no entienden ni comprenden, porque las revelaciones de Dios son simplemente para ser obedecidas; por tanto, si tú quieres tomar demasiados recaudos frente a una decisión y quieres el respaldo de tus parientes, de tus amigos y de tu pastor, ¡estás frito! Si eres un creyente de fe y en plena comunión con Dios, cuando Él te pide algo, debes obedecer inmediatamente, sin hacer caso a nadie. ¿De dónde viene la fe? Jesucristo es el autor y consumador de la fe, y ésta viene por apegarse a Jesús. ¿No te ha sucedido que te haces de una amiga o de un amigo y se te pega hasta su risa y sus frases? Del mismo modo, cuando tú estás cerca de Jesús, se te pega todo lo que Él tiene. Bendita la hora en que Dios me introdujo en un desierto donde no tenía tantas cosas que hacer, me había quedado sin trabajo, sin dinero y lloraba todo el día delante de Dios buscando su rostro y su voluntad. Parecía que no pasaba nada… pero un día Dios me levanta de pastor, aunque eso era lo último que quería ser. ¡Busca a Dios y terminarás haciendo su voluntad! No solamente hay que hacer cosas buenas, ¡eso no sirve ni es suficiente! Dios está buscando hombres y mujeres que hagan todo lo que Él quiere, y cuando eso ocurra, dirá de ti: “Esta mujer es conforme a mi corazón porque hace todo lo que yo quiero”. ¿Quieres agradar a Dios? Creo que todos queremos agradarle y también que Él se agrade de nosotros. Lo único que complace a Dios, es que hagamos sólo lo que Él quiere, así que si vas a predicar a un lugar, cuando en realidad, te mandó a limpiar los baños, estás fuera de su voluntad. ¿Qué será más la voluntad de Dios? ¿Limpiar los baños de la iglesia o predicar en la esquina? ¡Cualquiera de las dos! Pero si lo que Él quiere es que limpies los baños de la iglesia, no vayas a predicar a la esquina. ¿Cuántos conocen la doctrina de la morcilla? ¿Cuántos conocen la doctrina de si te puedes depilar o no? Junto con aquellos que toman decisiones por sentimientos, por pensamientos, también están los que se esfuerzan por cumplir los mandamientos de Dios y se creen que por cumplirlos ya han hecho la voluntad de Dios. Así que como si fuera poco, o como si fuera fácil cumplir con los diez mandamientos, no matarás, no dirás falso testimonio, no mentirás, no adulterarás, no codiciarás, también están aquellos mandamientos ordenados por hombres: no comerás morcilla, no os afeitareis; el apóstol Pablo dice: “ustedes que quieren estar debajo de la ley, van a tener que cumplir con toda la ley y hacen nulo el sacrificio de la cruz por cumplir leyes”. Dice la Biblia que hay una justicia que es por la ley y otra que es por la fe; también dice la palabra de Dios que por la fe, Abel presentó mejor sacrifico que el de Caín. Algunos dicen que mejor era un cabrito que una lechuga o una zanahoria, que fue lo que presentó Caín. ¡No! La fe de Abel le llevó a hacer la obra conforme al corazón de Dios. Caín dijo: “Tengo que presentarle una ofrenda a Dios, si no, se enojará conmigo”; Caín hizo una obra para agradar a Dios pero Abel obedeció a Dios.
LAS OBRAS QUE AGRADAN A DIOS. De modo que están las obras que yo quiero hacer para agradar a Dios y están las obras que son el resultado de la obediencia a la fe. Las que agradan a Dios, provienen de la fe, y para que yo tenga fe, primero deben haber sido perdonados mis pecados. ¡Solamente sobre un espíritu vivificado está la fe de Cristo! Entonces, las obras son el resultado de una vida regenerada y de mi comunión con Dios; Él me habla y me muestra por medio de la fe lo que debo hacer, entonces lo hago y ese hacer es la consecuencia de la vida nueva que tengo en Cristo. Muchos pues, quieren agradar a Cristo con sus obras, pero, ¿QUIÉN AGRADA A DIOS REALMENTE? ¿EL QUE SE ESMERA EN HACER OBRAS BUENAS O EL QUE HABIENDO RECIBIDO EL ESPÍRITU DE FE OBEDECE A ÉSTA? Aquí hay dos cosas importantísimas: Numero uno, conocer la voluntad de Dios por medio de la fe y número dos, obedecer a la fe. Hay muchos que conocen la voluntad de Dios y no la hacen. A veces el miedo, la timidez o la vergüenza pueden más que ellos. ¿Quién manda en sus vidas? El dios vergüenza, el dios miedo y el dios temor. Dice Jesús “…no todo el que me dice Señor, Señor entrará en el  reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre”.  En última instancia, tienes que tener en claro que haces todas las cosas en obediencia al Espíritu. Si tu vienes y me dices: “pastor óreme porque me voy a Italia porque he orado y Dios me ha dicho que tengo que ir a ese país”, ¡hasta te ayudo con el pasaje! Aunque no sepas a qué vas, pero si sabes y tienes certeza de que Dios te manda, entonces me tengo que callar la boca. Pero no son esa clase de cristianos los que encuentro últimamente. “¿Por qué te vas a Italia? ¡Porque necesito trabajo! ¿A ti te manda tu necesidad? Te voy a dar otra clave: Las obras de los sensuales, de los racionales, son egoístas, tienen que ver con ellos mismos. Aún cuando dan una limosna, esa acción es un trapo de inmundicia delante de Dios porque no dan por el pobre sino por su propia conciencia. “¡Hoy tengo que hacer una obra de bien! Si no la hago, no me voy a acostar tranquilo”. No están cuidando del pobre ni del necesitado, sino que quieren quedar bien con su conciencia, pero el que da una limosna de acuerdo a la voluntad de Dios, llora y gime delante de Él y su corazón se compadece al ver los débiles. Es el mismo Espíritu Santo quien le está sacudiendo para que ayude a los pobres, no su conciencia ni sus entrañas. ¿Entiendes la diferencia? Es una cuestión de proximidad: Más me acerco a Dios, más le conozco. ¡Benditos los que hoy reciben esta palabra! Porque el conocimiento de Dios nos acerca a Él; el estar juntos meditando en su palabra, nos acerca a Él y cuando ello ocurre, lo de Él entra en mí y viceversa. Y, ¿QUÉ ES LO DE MÍ QUE ENTRA EN ÉL? ¡TODOS MIS PECADOS Y TODAS MIS REBELIONES! YO ME ACERCO Y LE DIGO “SEÑOR, TE ENTREGO MIS PECADOS, MIS AFANES, MIS PREOCUPACIONES, ¡CÚBREME CON LA SANGRE DE CRISTO!” DIOS SE LLEVA TODO LO MÍO Y YO ME LLEVO TODO LO DE ÉL. ¡Cuánto necesitamos amar y buscar a Dios! ¡Qué tremenda necesidad tenemos de estar en comunión con Él! De modo que no es cuestión de hacer muchas cosas, ni de hacer las cosas como las pensamos o como las sentimos, debemos llegar al punto de decir “sé que estoy obedeciendo a Dios”, “sé que debo estar bajo la cobertura de mi pastor porque esa es la voluntad de Dios”, “sé que tengo que estar en esta iglesia porque es la voluntad de Dios”, “sé que tengo que tengo que limpiar los baños porque el Espíritu me muestra que es lo que tengo que hacer ahora”. No importa cuál es la voluntad de Dios, pero si la hago, estoy agradando a mi Señor. No tienes idea de cuánto sufrimos con mi esposa Marta, al ver las cosas que los hermanos espirituales dejan pasar en la iglesia, como pisos sucios, inodoros que pierden agua, veredas sin barrer; claro, los espirituales no están para esas pavadas. ¿Sabes quiénes están para esas sandeces? ¡El pastor y la pastora! No importa cuál sea tu responsabilidad; por muy pequeñita que sea, Dios está probando tu obediencia y tu fidelidad. Hay muchos que menosprecian esa responsabilidad y dicen, “tengo el llamado de evangelista”, “pastor, usted no se da cuenta, ¡ese no es mi llamado!” Recuerdo una joven a quien le pedimos que nos ayude con la limpieza, en la comunidad de mujeres recientemente inaugurada; nos respondió que no, que ese no era su llamado, luego le pedimos que nos ayude en el taller de costura y también nos respondió que ese no era su llamado. Al final nos preguntamos: ¿cuál era su llamado? ¡Estar al lado de su esposo! ¡Pelea la buena batalla de la fe! Ella es la única que te muestra la perfecta voluntad de Dios; la sensualidad siempre te guía en la voluntad contraria a la de Dios, y cuando digo sensual me refiero a aquellos que obran de acuerdo a lo que sienten, que dependen de emociones y de argumentos. El apóstol Pablo escribe a los romanos y les dice: “…los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe; 31mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. 32¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley…” (Romanos 9:30-32)
Simplemente quiero que entiendas que debes tomar la decisión de amar a Dios; acercándote a Él será la única forma que te garantizará saber, por medio de la fe, qué es lo que a Él le agrada y qué es lo que quiere que hagas. “Señor, me parece difícil de entender, pero si tú dices que debo hacer todo lo que tú quieres, lo haré. No quiero hacer nada de acuerdo a mi propia voluntad; me voy a acercar a ti y voy a aprender a “pelear la buena batalla de la fe”. No es por los ojos, no es por el tacto, ni por el olfato, ¡es por la fe! No tomes decisiones de acuerdo a tus sentidos, ni por tus sentimientos, ¡toma decisiones sabiendo que estás en obediencia al Espíritu Santo!
Algunos entonces se preguntan: “Señor, ¿entonces qué hago con el tema de la morcilla? No sé si se puede comer morcilla o no”. Te voy a explicar sencillamente y lo vas a entender: Si tienes fe de que se puede comer morcilla, ¡come morcilla!, porque todo lo que no proviene de fe es pecado. Y si tienes fe de que no se puede comer morcilla, ¡no la comas! Pero si crees que se debe comer morcilla, mas cuando la vas a pinchar te tiembla el pulso, porque no estás seguro, eso no es de fe, ¡deja la morcilla y come otra cosa! El apóstol Pablo instaba a que reciban a los débiles de la fe, pero no para contender por cuestiones de comida o por cuestiones de días; porque algunos son débiles y dicen que se puede comer esto y no aquello, y otros que somos fuertes, decía el apóstol, ¡comemos de todo! Él no preguntaba de dónde venía la carne, no le importaba si había venido de la carnicería o había sido sacrificada a Baal; la bendecía y se la comía igual, pero igualmente enseñaba “no vaya a ser que tu libertad sea tropiezo y destruya a un hermano débil”. ¡Así que es bueno que no comas ni bebas nada que haga tropezar a tu hermano! Si sabes que se va a ofender porque tú comes morcilla, no la comas. Pero todo lo que hagas, que sea de fe, no dudando nada porque la duda no agrada a Dios. Dice el apóstol Pablo que “algunos comen con gratitud a Dios porque él ha hecho limpias todas las cosas, y hay otros que no comen y dicen “lo hago para Dios” y añade, “está bien que lo hagan, el que come lo hace para Dios, y el que no come también lo hace para Dios; algunos guardan días para Dios y otros dicen que no hay que guardar ningún día específico para Dios; el que no guarda ningún día lo hace para honrar a Dios y el que no guarda también lo hace para honrar a Dios.
¡Lo que hagas hazlo por fe! ¡Ten fe para ti mismo! ¡Benditos los que no se condenan por aquello que aprueban! ¡Benditos aquellos que obran con certeza! Si no tienes seguridad con respeto a lo que debes hacer, no lo hagas. “Pastor, estoy segura que este hombre es el hombre de Dios para mi vida, pero tengo algunas dudas. ¿Qué hago?” ¿Estás segura o no? Si no estás segura, si estás dudando, ¡no te cases! ¡Tu casamiento será un pecado! ¡No hagas nada dudando! ¡Dios bendiga a aquellos que no se condenan con lo que aprueban! Hay cosas que están muy claras en la Biblia, por ejemplo, si estás convencida de que te puedes acostar con el vecino, ¡esa no es la voluntad de Dios! Nada dice la Biblia acerca de la cera, del láser, pareciera ser de que se es escapó a los apóstoles, no lo escribieron, pero sí dice claramente acerca de la fornicación.

CONCLUSIÓN. ¿Quieres hacer la voluntad de Dios? Yo un día me lo propuse; busqué sinceramente a Dios y conocí su voluntad: ¡El quería que fuese pastor! ¿Tienes miedo que Dios te llame a algo especial? ¿Tienes miedo que Dios te pida algo que te dolería sacrificar o entregar? ¿Tienes miedo que él te pida que ejerzas un ministerio que tú no sientes? ¡Su voluntad es agradable y perfecta! Es necesario que hoy le ofrendes a Dios eso que te cuesta, aunque te duela. ¡Entrega lo que tienes que entregar! Si estás dispuesto, haz esta oración: “Padre querido, presento mi vida delante de ti; estoy dispuesto para que tu Espíritu de fe me guíe a hacer tu voluntad. ¡Lléname de tu gracia! Sopla espíritu de fe sobre mi vida. Lléname con tu Espíritu Santo y extiende tu mano poderosa sobre mi vida. Echo fuera toda duda, toda incredulidad, toda incertidumbre y derrama tu Espíritu Santo. A ti te doy toda gloria, toda honra y te pido perdón por tantas veces que he querido hacer mi voluntad sin entender que no era la tuya. Renuncio a hacer las cosas buenas para hacer las cosas que tú quieres. Doblega todo yugo que me está impidiendo hacer tu prefecta voluntad. En el nombre de Jesús hago esta oración, amén”. Una oración como ésta, cambió mi vida para siempre; me arrancó de mi profesión de Arquitecto y me puso en la profesión que él había elegido para mí. ¡Gloria a Dios! ¡Su voluntad es agradable y perfecta!

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